41. UN LUGAR PARA CONTINUAR.

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Adrien se levantó temprano esa mañana con gran determinación, se incorporó despacio intentando liberarse del abrazo en el que estaba atrapado por Marinette. Sonrió al notar que la chica, en un suspiro, se acomodó más junto al chico.

Le regaló un beso en la frente tras liberarse y la dejó durmiendo.

—Buenos días Adrien —saludó Plagg flotando adormilado hasta posarse perezoso sobre su hombro.

—Buenos días Plagg —Adrien sonrió su pequeño amigo quien parecía más dormido que despierto—. ¿Listo para el día de hoy?

— ¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó el pequeño Kwami frotando sus ojos.y exhalando un gran bostezo.

—Vamos a buscar trabajo —contestó Adrien ingresando a la ducha, mientras Plagg se sentaba de frente al espejo, observándose tontamente adormilado, pero aquellas palabras lo hicieron sobresaltarse. Agachó sus orejitas sintiéndose culpable y miró tras el reflejo hacia donde se encontraba Adrien—. Necesito encontrar algo pronto para poder tener suficiente el día que nazcan los bebés. Además no puedo estar aquí sin aportar nada al señor Fu.

—El maestro no te va a cobrar nada de...

—Lo sé, pero me sentiría más a gusto si pudiera aportar algo aquí, ya que yo también generaré algunos gastos, y no sólo soy yo, sino también Marinette que cuenta por tres.

Plagg rompió a reír ante el comentario, pero en cuanto vio la expresión seria del rubio asomarse a un lado de la cortina de la ducha, de inmediato se quedó en silencio, haciendo un ruidito durante la soltura de un sonoro suspiro.

─Lo siento ─se disculpó Plagg con sus orejas agachadas mientras agarraba ansioso la punta de sus patitas.

Adrien salió de la ducha y comenzó a vestirse mirando con extrañeza la actitud del pequeño Kwami.

─Por qué te estás disculpando ─estaba extrañado por el comportamiento de su apático Kwami.

─Yo sé que cometí un error ─explicó él apenado, levantando su mirada de vez en cuando hacia el rubio, para de inmediato volverla a bajar al suelo con vergüenza─. Si no hubiera abierto más espacio en tu maleta para meter mi queso... De verdad lo siento Adrien.

El chico sonrió y observó a su Kwami con ternura. Plagg siempre le daba uno que otro dolor de cabeza, pero comprendía que era su naturaleza y que jamás cambiaría. Si había allí un culpable, ese era nada más y nada menos que él mismo, pues debió adivinar que Plagg priorizaría su adorado queso ante todo.

─No te preocupes Plagg ─lo animó Adrien cogiendo al pequeño Kwami entre sus manos─. Sólo procura no hacerlo de nuevo y contar conmigo. ¿O cuándo te he dejado sin queso?

─Nunca ─dijo Plagg quien parecía verdaderamente arrepentido.

─Ahora tendrás que acompañarme y ser paciente ─suspiró Adrien terminando de arreglarse─. En cuanto consiga un trabajo, lo más probable es que te aburras bastante a mi lado.

Plagg no dijo nada más. Miró al chico apenado y entró al bolsillo con aire abatido.

─Plagg ─lo llamó un momento Adrien antes de salir del baño haciendo que el pequeño Kwami levantara su cabeza y sus ojitos llenos de pena se posaran sobre él─, yo ya te perdoné, así que no te preocupes más por favor.

Plagg salió del bolsillo en pleno vuelo y abrazó al chico. Quien diga que los Kwamis no lloran están equivocados, pero Plagg era tan orgulloso que ocultó su pequeño rostro para que el rubio no le viera.

Solos Tu Y Yo...  Bajo Las Hojas De Otoño.    MLBAA18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora