51. TRATO.

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Habían pasado pocas horas desde que sus pequeños habían nacido y Ginna no hacía más que tomar fotos desde la ventana donde se alcanzaban a ver sus pequeños bisnietos que descansaban cada uno en una incubadora. Louis, el pequeño rubio parecía más fuerte y sano, a comparación del pequeño Hugo, el pequeño azabache que permanecía dormido, conectado a un aparato que hacía que su respiración fuera más fácil, mantenía encerrado en una pequeña burbuja que lo aislaba de cualquier pequeño contaminante que pudiese agravar su situación. Sin embargo, al ser tan pequeño y prematuro, ninguno de los enfermeros y/o doctores se atrevía a colocarle alguna alimentación vía intravenosa. El riesgo a adquirir infecciones era demasiado alto y él demasiado prematuro para aventurarse a intentar algo.

Aquello se debía a que era un pequeño Agreste y si algo le llegaba a pasar, temían que hubiera represalias, demandas o cualquier tipo de problemas en cuestiones legales, si las cosas llegaban a salir mal. En cambio, del modo en el que hacían las cosas, dentro de sus posibilidades, cualquier demanda quedaría anulada, pues había forma de refutar que sólo hicieron su trabajo hasta donde les era permitido hacerlo. Además estaba la cuestión monetaria. Los tratamientos que mantenían con vida al pequeño Hugo estaban saliendo demasiado costosos y Adrien no contaba con suficiente capital para pagarlo.

El maestro Fu apareció a las pocas horas con un cambio de ropa para Adrien y algunas otras para Marinette y los bebés. Intuía y muy acertadamente que no habían llevado las suficientes cosas para su estadía en aquel lugar y que Adrien estaría hecho un caos, tal y como era en aquel momento.

─Quién es él ─Ginna se acercó al joven en cuanto el maestro Fu le entregó todas las cosas. Miraba al anciano con un poco de desconfianza.

─Es el maestro Fu. El nos acogió en su casa y nos dio posada ─los presentó Adrien, su rostro reflejaba bastante el cansancio que tenía y la preocupación. Desde que había llegado, no habían podido ver a Marinette y sólo habían podido ver desde el cristal a los niños. Los doctores no decían nada más salvo el estado del pequeño Hugo, que tenía un pronóstico reservado y eso los tenía con los nervios de punta, mientras Marinette estaba en observación por la pérdida de sangre. Su anemia había regresado. El maestro Fu hizo una reverencia ante Ginna Dupain para responder a la presentación.

─Es un placer conocerla madame ─el maestro Fu miró a la mujer a los ojos, quien parecía preocupada de que su nieta hubiera estado todo ese tiempo bajo los cuidados de un extraño─. No se preocupe madame, su nieta a sido una buena compañía y es una persona excepcional en todo aspecto y ya los conocía desde hace un tiempo. Intuía que más tarde, que temprano, ambos irremediablemente terminarían estando juntos.

─Perdone si le pregunto esto, pero... ¿Desde cuándo conoce usted a mi nieta y a Adrien? ─aquella mujer se cruzó de brazos sin dejar de mirar al maestro Fu con seriedad.

─Fuí el profesor sustituto de mandarín del joven Adrien ─contestó rápidamente el maestro Fu adivinando la preocupación de Ginna─. Aprecio a Adrien como si fuera mi propio nieto, y cuando supe que estaba en problemas, no dudé en ayudarlo. Supongo que con él me gané una bella familia ya que siempre he estado sólo.

─Adrien ─una voz familiar llegó desde sus espaldas, llamando la atención de los dos adultos y el joven que se encontraban aún en el pasillo. Nathalie se acercó al chico con una cálida sonrisa en su rostro y sin dudarlo le regaló un abrazo el cual el chico correspondió─. Antes que nada, me gustaría felicitarte por el nacimiento de tus hijos ─Adrien rompió el abrazo y le devolvió el gesto con una sonrisa que denotaba toda su felicidad, pero también su preocupación y tristeza─. Tu padre quiere hablar contigo al respecto ─sacó de entre su bolsa la tablet y la extendió hasta el chico que lo recibió perplejo. Temía lo que su padre le fuera a decir.

Adrien se apartó un poco y respondió la llamada. Saludó un poco temeroso y su voz salió cansada y débil. En realidad se temía lo peor en aquel momento.

─No me iré con rodeos Adrien, pero sabes que nunca estuve de acuerdo con esto, sin embargo ─el señor Agreste se detuvo un momento y observó a través del objeto el cansado y demacrado rostro de su hijo. En verdad parecía que no lo había pasado tan bien en los últimos meses─. Me alegra saber que eres un chico responsable, pero me preocupa lo que harás de ahora en adelante con dos hijos, más porque sé que uno de ellos no está del todo bien.

─Me las arreglaré como hasta ahora lo he hecho ─respondió con seriedad Adrien. No estaba de humor para sermones, mucho menos para aquellos que venían de él

─No cabe duda de que así será ─continuó el señor Agreste sin alterarse ni un poco. Le sorprendía lo bien que su padre estaba tomando la situación pero temía la razón por la que había acudido de aquella forma a él─. Sé de la situación del pequeño. Nathalie ya me puso al tanto y sé lo que necesitas. Quiero que vengas aquí y hablemos al respecto.

─Lo que tengas que decir dímelo así ─Adrien se apresuró a contestar. En verdad no quería ir a la mansión, no confiaba en él, y no quería dar pie a que de alguna forma, su padre intentara alejarlo de su familia─. Yo no iré a la mansión.

─De acuerdo, entonces será como tu quieras ─respondió el señor Agreste sin inmutarse tan siquiera un poco─. Nathalie tiene una carta para tí. Allí están escritas todas las palabras que quiero decirte y que no quieres escuchar, así como el trato que te propongo a cambio del dinero que sé que necesitas para pagar el tratamiento de tu hijo para que sobreviva. Tu decides si aceptas o no las condiciones del trato. Esperaré la respuesta lo más pronto posible.

La transmisión se cortó. Sabía que su padre la había cortado. Levantó su mirada para encontrarse con el rostro de Nathalie que sonreía con dulzura y le extendió el sobre.

─Tu padre sabía que no irías, por eso la escribió. Pero guardaba la esperanza de volver a verte, por eso quería hablar contigo.

Adrien recibió la carta de manos de Nathalie. Ella se dio la vuelta y se fue despidiéndose de todos sólo con una reverencia. Tomó las cosas que Fu le había llevado y entró en los baños para cambiarse, y para leer aquellas palabras que su padre le había dejado, pero lo que encontró en ellas era insólito. Las lágrimas cayeron por sus mejillas descontroladas. En verdad jamás pensó que su propio padre aprovecharía aquella situación, para proponerle tan descabellado trato y él no tenía corazón para llevarlo a cabo.





Hola, hola a todos de nuevo, y perdonen la demora.

Oficialmente comenzamos con el final de esta bella historia.  El arco final es realmente muy interesante, pero no sé si estén preparados para lo que se viene.

Quiero escuchar teorías...

¿Cuál creen que es el trato que le ofrecerá el señor Agreste a Adrien?

¿Aceptará Adrien el dichoso trato?

¿Preparados para los capítulos que se vienen?

¿Qué se imaginan que pasará después de esto?

El próximo capítulo será publicado a las cinco de la mañana hora colombiana.

¡¡¡Un Abrazo!!!

El Gato Azul.

Solos Tu Y Yo...  Bajo Las Hojas De Otoño.    MLBAA18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora