53. DarkMother.

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Hugo fue trasladado al mejor hospital de parís y atendido con lo mejor en medicina. Marinette no se apartaba del hospital, mientras que Adrien le había dicho que su padre cuidaría de Louis en su ausencia. Al comienzo ella parecía no agradarle aquella idea, pero al final, como pudo ver que las atenciones recibidas para con Hugo, eran las mejores, prefirió aguardar y agradecerle después al señor Agreste por todo lo que hacía por su familia.

Habían pasado tan sólo una semana cuando Marinette supo la verdad. Saber que su pequeño azabache seguía en un estado delicado y que no volvería a ver a Louis la habían destrozado más de lo que Adrien había creído. Adrien había actuado por el bienestar de su hijo, pero las consecuencias eran demasiado altas.

─Lo hice por Hugo... y por ti también ─intentó defenderse Adrien, pero él incluso se asqueaba de oírse a sí mismo. Lo sabía demasiado bien, tanto que ni siquiera él podía olvidarlo u ocultar cómo se sentía al respecto.

Marinette se dio cuenta, pero aún así, no pudo evitar soltar las palabras que se aglomeraban en sus labios.

─Lo vendiste a tu padre ─soltó Marinette intentando no caer en desesperación, quedando ausente, sin saber cómo reaccionar ante aquello a lo que ahora se enfrentaba─, lo vendiste por... lo cambiaste por el dinero de tu padre.

─No, eso no es cierto ─su voz apenas salía, pues un nudo había aparecido en su garganta imidiéndole hablar con claridad.  El dolor que sentía era demasiado fuerte y las palabras de Marinette le dolían demasiado─.  Yo sólo...

─ ¡Sí lo es y lo sabes Adrien!  ¡No quieras tapar el sol con un dedo! ¡No quieras engañarme ahora!─lo interrumpió ella llena de rabia y dolor, sin poder contenerse por más tiempo─.  ¿Sabes lo difícil que será ahora recuperar a Louis si está en manos de tu padre?  Ni siquiera confío en él.  ¿Y si lo lleva a un orfanato y nunca volvemos a verlo? ¿Sabes lo difícil que nos será encontrarlo si tu padre lo aleja de nosotros? ─las lágrimas escaparon de los ojos de la chica sin permiso alguno, bañando por completo su cansado rostro.  Habían perdido tiempo atrás a su pequeña Emma, y ahora perdían a Louis.  Sólo les quedaba el pequeño en la incubadora que se debatía entre la vida y la muerte, y si él partía ¿Qué les quedaría?  Nada.  Ya no les quedaría nada por lo que durante tanto tiempo y con tanto esfuerzo habían estado luchando.  

─Lo siento, pero sabes que yo no podía hacer más por...

─El maestro Fu iba a prestarnos un dinero para Hugo ─dijo Marinette soltándose del agarre del chico─. Pero tú preferiste ir con tu padre y darle a Louis por su dinero.

─No lo pongas de esa forma, por favor ─suplicó Adrien que en si ya se sentía terrible por todo lo que sucedía e intentando alcanzar a la azabache para agarrarla entre sus manos.

─No, ahora no. Por favor no me toques ─dijo Marinette levantando sus manos y conteniendo las ganas que tenía de golpearlo y gritarle por su hijo. En aquel momento hasta sentía que le odiaba y al mismo tiempo lo comprendía, y sabía cómo se debía sentir él. Ahora comprendía la razón de sus ojos siempre cristalinos, rojos e hinchados. Había estado sufriendo todo ese tiempo en soledad, pero no podía perdonarle. Él no contó con ella para aceptar aquel absurdo acuerdo, no le contó nada.  Se sentía traicionada por el chico que tanto amaba.  Su familia desaparecía con una rapidez abrumadora y aterradora.  Aquella no era la historia que había deseado, que había soñado para ellos.  Todo estaba demasiado trasgiversado.  

En aquel momento, las enfermeras y los doctores salieron corriendo del area en la que Hugo y algunos otros bebés se encontraban internos, llamando la atención de la joven pareja. Una mujer de larga bata blanca se deslizó por sobre la puerta que yacía en el suelo tras el fuerte golpe que le dio con una onda que expulsó de su mano. Aquella mujer Marinette la reconoció, pero su vestimenta era ligeramente diferente a la de la primera vez que fue encantada, víctima de otro akuma. Sabine Cheng se encontraba allí, akumatizada, de pie frente a ella, sonriendo con malicia y con su bebé entre sus brazos.

─Soy DarkMother y Tú pagarás por lo que me hiciste y sufrirás lo que yo sufrí en carne propia al perder a tu pequeño preciado ─dijo mientras acariciaba los hermosos rizos oscuros del pequeño Hugo que aún no podía respirar por sí mismo y seguía conectado a la pipa de oxígeno.

Marinette la reconoció.  Aquella mujer akumatizada no era otra más que su madre.  Su aspecto dulce y encantador había cambiado por completo a uno aterrador.  El terror le heló la sangre al ver a quién tenía entre sus brazos.  El miedo, sintió uno tan terrible que sus piernas se debilitaron haciéndola caer de rodillas al suelo, perdiendo todas sus fuerzas, pero Adrien la tomó de la cintura, antes de que se hiciera demasiado daño.

─ ¡NO HUGO! ─chilló Marinette recuperándose rápidamente al ver lo que su madre hacía e intentó correr hacia ella para recuperar a su pequeño, seguida de Adrien, pero una fuerte onda expulsada por las manos de la akumatizada Cheng los detuvo y los empujó hacia el otro extremo del pasillo.

Darkmother retiró las conexiones del niño y salió por la ventana, saltando de techo en techo mientras reía sin parar y perdiéndose de la vista de todos.  Doctores y enfermeras comenzaron a correr y a llamar a las autoridades, aunque todos sabían que contra un akumatizado, poco podrían hacer. 

─Tenemos que detenerla y te juro, que en cuanto recuperemos a Hugo, yo mismo traeré de vuelta a Louis, te lo prometo ─dijo Adrien intentando recuperar la confianza de su chica, quien sólo asintió en silencio, mientras corrían en busca de un lugar en el cual poder transformarse.



Hola, hola, aquí otro capítulo de las hojitas y quedan tan pocos ya...

La cosa se puso buena y espero realmente que lo estén disfrutando.

¿Será que nuestros chicos logren recuperar a Hugo y a Louis?

¿Ustedes que piensan?

Gracias por todo su apoyo, por sus estrellas y cada comentario.  En verdad eso me anima tanto que hasta siento vergüenza de tardar tanto en publicarlos cuando ya están casi listos para publicarse.  Sólo es cuestión de releerlos una vez más y corregir estupideces y redundancias... además de alguna que otra perla de la ortografía que a veces se me cuela por allí.

Los adoro a todos.

  Un Abrazo:  

El Gato Azul.

Solos Tu Y Yo...  Bajo Las Hojas De Otoño.    MLBAA18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora