30. CON UNA PIZCA DE AMOR.

159 22 8
                                    

El señor Agreste aprovechó la oportunidad para averigua un poco acerca del estado de la chica; Si era verdad que estaba enferma, el podría ayudar, al menos, a que su atención fuera mejor que lo que seguramente podrían pagar sus familiares.  

Mientras su hijo hablaba con la señora Dupain, él comenzó a marcar un número en su teléfono.  El tono comenzó a sonar pausadamente, mientras él aguardaba a que fuera contestada su llamada.  Sabía que eran sus horas libres, pero una de las cosas que agradecía, era poder contar con esa persona incondicionalmente.  

─¿Señor Agreste? ─preguntó una voz femenina del otro lado de la linea bastante sorprendida por la hora en la que era llamada─.  ¿En qué puedo ayudarlo?

Sin lugar a dudas, Nathalie sabía que su horario de trabajo podía variar en cualquier momento, y debía estar disponible para el señor Agreste a cualquier hora, pues aveces surgían contratiempos o eventos que exigían que ella estuviera al frente de todo las 24 horas del día.

─Discúlpame Nathalie por la hora en la que te estoy llamando ─dijo el señor Agreste sentándose en una de las sillas del corredor de aquel piso del hospital, sorprendiéndola un poco, pues el señor Agreste no era de muchas disculpas.

Las sirenas de las ambulancias sonaron al rededor y alertaron un poco a la mujer del otro lado de la linea. 

─Señor Agreste ¿Ha sucedido algo? ─inquirió ella comenzando a vestirse rápidamente para salir de inmediato.

─Adrien se lastimó... ni siquiera sé en qué rayos estaba pensando... No te preocupes, él está fuera de peligro, es sólo que se perforó las orejas estando en casa y lo traje para que no fuera a tener una infección ni nada parecido.  

─Bien, creo que está entrando en una edad muy difícil en la que muchos jóvenes se hacen ese tipo de cosas y...

─Pero no Adrien ─la interrumpió impaciente el señor Agreste sintiendo bastante irritación por lo que su hijo había hecho.  Se había contenido todo ese tiempo, pero sabía que en cualquier momento le tendría que hacer saber a su hijo que odiaba que hubiera hecho eso─. Nathalie, en realidad te llamo porque... sé que mi hijo está ocultando algo y necesito que averigües de qué se trata.

─Señor, seguramente su hijo le contará todo en su debido momento, dele una oportunidad para que él mismo sea quien le cuente lo que sea que deba contarle ─dijo Nathalie intentando ganar tiempo para Adrien.

─¿Tú ya sabes de qué se trata? ─preguntó Gabriel con perspicacia, pero Nathalie no respondió─.  Bien Nathalie, sólo dime si tiene que ver con esta chica... la que creo yo que tiene algo que ver con él.  No estoy seguro, pero lleva tiempo que no hace más que estar con ella en sus ratos libres.  

─Sólo no se apresure a sacar conclusiones señor Agreste.  Ya usted se dio cuenta que la vez pasada no estaba en lo correcto cuando pensó que su hijo era Chat Noir.

El señor Agreste frotó su frente con ansiedad tras despedirse y colgar el teléfono.  Era cierto que se había equivocado aquella vez por sus afanes de encontrar y tener tan cerca aquel miraculous, pero se había equivocado, y no tuvo más alegría en la vida que haberlo hecho.  Nathalie tenía razón.  A lo mejor nuevamente se estaba apresurando y no quería sacar conclusiones con su hijo.  Tal vez él más adelante se animaría a contarle lo que fuera que no le quería contar ahora.  Sólo debía aguardar y esperar.  

─Señor Agreste ─una voz femenina lo sacó de sus pensamientos.  La señora Dupain estaba de pie frente a él, con su semblante serio y cansado.

─Iba a preguntarle a los doctores sobre la salud de su nieta, pero...

─Ella estará bien ─interrumpió Ginna sentándose al lado de aquel hombre de aspecto frío y rígido─.  Su estado es... un poco delicado, sólo es cuestión de alimentarla un poco mejor ahora.

Solos Tu Y Yo...  Bajo Las Hojas De Otoño.    MLBAA18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora