Capítulo 10.
-¡Demonios!- grité al sentir el caliente líquido sobre mis manos.
-Sólo es un poco de café, déjame ayudarte- habló Annie, tomando mi mano para verificar que todo estuviera bien-. No se te caerá.
-Qué graciosa eres- la miré mal-, alguien debería advertir sobre cuán peligroso es tomar un café en esta universidad.- Recordé las tres veces pasadas que me ocurrió lo mismo. ¡Y sólo era maldito café!
-Eres a la única que le pasa eso. Tal vez deberías considerar no meter tu mano en la estúpida máquina.- Giré mi cabeza para encontrarme con el hecho de que sí, yo había estado haciéndolo mal todo este tiempo.
-Diablos- reí, porque el auto bullying es el mejor mecanismo para evitar bullying real por parte de una de las personas más burlonas de la universidad, Annie Peavey.
Había conseguido el par de amigas más centradas en la realidad aquí. El reinado de las Alpha resultaba ser la mitad de niñas más inteligentes y adineradas, la otra mitad era de niñas bonitas, huecas, y está de sobra decir las cantidades de dinero que sus familias poseían. ¡De espanto!
Conocí a Annie el día en que tuve una pelea con Isabella, una belleza italiana, que obviamente tenía más dinero que ocupación cerebral. Annie había intervenido y me di cuenta de cuanta falta me harían amigas aquí.
-Necesito alistarme en clase de física. Voy a morir si no logro aprender fórmulas para mañana.- arrojó su charola sobre la mesa.
-Yo aún no tengo un proyecto asignado- me encogí de hombros-, supongo que lo asignarán hoy.
-¡Hey!- saludó Shelby, mientras colocaba su charola con cuidado sobre la mesa. Me reí de las diferencias que teníamos las tres.
-¿En dónde estabas?- preguntó Annie.
-Terminando mi cuadro, es para la clase que sigue. Veré si puedo comer algo decente antes de que el timbre suene- tomó su sándwich con gusto y abrió un poco la servilleta, el timbre sonó.-. Pero obviamente, eso no será hoy.
-No lo creo, Shel, apresúrate.- se rio Annie.
-Cuando salgas debes comer algo, esta escuela estará matándonos en los próximos días si no comemos nada.
-Y ese maestro de física tiene que explicarme cosas o no sobreviviré al examen. Yo me largo- tomó su charola y arrojó el contenido al bote de basura.
-Nos vemos, chicas.- corrió Shelby.
Estaba tan concentrada viendo a mis nuevas amigas, que casi olvidaba que yo también tenía clase. Así que corrí a dejar la charola y avancé por los largos pasillos hasta que encontré mi innegable destino: el salón de fotografía artística.
Las clases eran dependiendo de tu carrera, así que a las chicas que estudiábamos modelaje, nos hacían aprender a tomar fotografías y modelar para quienes estuvieran estudiando esa carrera y necesitaran modelos.
-Lo lamento, Nolan. Tenía un desayuno que botar a la basura- lo miré con ojos suplicantes, Nolan siempre me elegía de modelo, aun cuando llegaba tarde debido a mi mal desayuno.
-No hay problema, nena, sólo colócate y acabemos con esto rápido.- me mostró una sonrisa radiante, dientes perfectos y un montón de ganas de ser fotógrafo. Adoraba a este chico, y sólo tenía tres semanas de conocerlo.
Arrojé mis cosas junto a un escritorio y corrí con las maquillistas, una de ellas me sonrió y comenzó a arreglar mi cabello. La otra no me sonrió tanto, pero igual hizo su trabajo con mi rostro. Mantenía el rostro firme y los labios ligeramente hacia el frente, mientras la no tan sonriente señorita me maquillaba con labial rojo.
-Listo.- dijo y se alejó de mí.
-Gracias.
-Vamos, Luna-, habló Nolan y me acerqué a la gran manta blanca que colgaba desde el techo-, esto será genial.
Acercó su ojo a la enorme cámara y yo escuchaba al fondo de la habitación “Lemonade” de Alexandra Stan. Ya tenía todo para una buena sesión.
-¿Será con esta ropa?- pregunté al darme cuenta de que llevaba sólo un par de jeans viejos y una camisa roja con franjas negras.
-Estás perfecta, mujer. Sonríe, vamos.
Lo miré mal y sonreí, mientras el flash golpeaba mi rostro una y otra vez, giré mi rostro un poco y con el brazo izquierdo toqué mi oreja derecha, mantuve la mirada firme y esperé a que soltara el último palpitante flash.
-¡Perfecto!- colocó la cámara en la pequeña mesa que yacía junto a él.
-Diablos, eso fue increíble- aseguré, me sentía bien justo ahora-, ¿nos vemos mañana?- pregunté, mientras colocaba la mochila en mis hombros.
-Así será, y tenemos que ir preparando algo porque Patrick está pidiendo algo al aire libre y yo me preguntaba si tu…
-Lo haré, Nolan- reí-, no podría negarme nunca. Nos vemos.
-Adiós, Luna.- Sonrió de despedida y salí del estudio.
Lo que más me gustaba de la universidad eran las pocas horas que tenía que estar dentro del colegio. Si fuera algún padre con sueldo normal, estaría dándome diabetes de un coraje. Aun así, la escuela era perfecta.
Caminé por el campus y me encontré con un circulo de chicas de mi hermandad.
¡Uy, qué emoción!
-Luna, querida, ¿crees que Nolan se fijaría en Mandy? Ella está muerta por él.
-Yo creo que Nolan es un gran chico y merece alguien a su altura. Si Mandy puede con eso, entonces sí. –respondí sincera. Mandy era una chica nada inteligente.
-¿Crees que las chicas no entienden tu sarcasmo?- escuché una voz fuerte y me giré, sólo para encontrarme a la peor pesadilla de la universidad entera.
-Mika, ¡qué gusto!- sonreí falsamente. Esta chica era de cuidado. Y no era de esperarse que la presidenta de Alpha fuera menos que un dolor de cabeza.
Demasiado fría.
Demasiado calculadora.
Demasiado bonita.
Demasiado adinerada.
Demasiado inteligente.
Demasiado mala para quien se cruzara en su camino.
-Sí, lo mismo digo…, Luna- mintió aún más que yo-. Vamos a la casa, chicas.
-¡Sí!- contestaron todas al unísono.
Caminé tras ellas, pensando en lo patética que me veía siendo borrega de la dueña y señora del campus. Yo no quería que pasara esto y era justo lo que estaba pasándome. El camino no era largo, pero me dio tiempo suficiente para pensar en mi extraño. La última vez que lo mire, fue el día que me llevó hasta mi habitación y tuvimos un problema incómodo con Shelby. Después de ese día, no volvió a llamar.
-Entren.- indicó Mika, mientras abría la puerta principal de la casa y dejaba que todas pasáramos.
-¿Qué pasa, Mikky?- habló Isabella.
-Quiero que comencemos a preparar la fiesta de bienvenida. Como ya saben, este año entraron seis nuevas chicas y creo que su llegada, merece una gran celebración.
-¿En dónde será?- preguntó una chica castaña.
-Aquí, obviamente- entrecerró los ojos con exasperación-, esta es la casa Alpha, así que supongo que las fiestas de las Alpha se hacen aquí, ¿no?- la miró.
Ouch, esta chica sabía herir tu orgullo.
-Sí.
-Bien, como sea. Necesito que todas se adjudiquen tareas como el baile, las bebidas, las luces, los invitados y yo me encargaré de traer los lindos traseros de fútbol.- Todas suspiraron y cuchichearon entre ellas. Me sentía más patética que ellas por no sentir que mis bragas salían de su sitio, los tipos eran unos mujeriegos engreídos. ¡Y aun así les gustaban!
-¡Necesito un respiro de esta porquería!- gritó Annie, lanzándose a la cama- Son todas unas ridículas.
-Tal vez sólo quieren tener un momento feliz en la universidad.- habló Shelby y las dos la miramos.
-¿Qué demonios te sucede?- Annie le lanzó la almohada que estaba sobre su cama.
-¡Sólo decía!- rio.
-Eres demasiado buena, Shel. Esas chicas son un desastre.- abrí mi laptop y escuché ruidos en el jardín, Annie saltó de su cama y se asomó por la ventana. Ella había estado escapándose para ver a cierto moreno musculoso que estudiaba leyes. Sonreí y coloqué mis audífonos sobre mis oídos.
-¡Hey!- Annie cerró la pantalla de un tirón y me jaló los audífonos.
-¡¿Qué diablos te sucede?!- le grité por el arrebato.
-Llevo dos minutos gritándote, Luna. Alguien está esperándote abajo.
-¿Alguien? No, yo no espero a nadie, ni siquiera conozco alumnos.
-No creo que sea de aquí, tiene una pinta muy elegante y fanfarrona. Por favor, si no lo quieres tú, pido tres para llevar.- se mordió el labio.
Me levanté molesta, extrañada y dudosa. Abrí la cortina y me encontré con lo que estaba esperando desde hace semanas; mi extraño.
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Diamantes oscuros
ФанфикUna piedra preciosa lo es, no importa su tonalidad. Un diamante será hermoso, por dentro y por fuera. Ya sea que muestre lo brillante, lo precioso, e incluso... lo más oscuro de sí mismo.