Diamantes oscuros

Capítulo 29.

Diamantes oscuros.

Capítulo 29.

Me había quedado helada en cuanto entré en mi cama. Ni siquiera podía pegar un poco los ojos y fingir que dormía, todo me estaba carcomiendo.

No sé si fue la manera en que hablaba, o en la que me tocaba, en la que yo quería estar con él y simplemente me di cuenta de lo enamorada que estoy, o la forma en que me despachó y ahora estoy aquí, borracha de amor y con un sabor amargo.<<No puedo dormir contigo, Luna, lo siento>>, fue lo que dijo antes de que yo me levantara del columpio, con piernas hechas trizas y un demoledor dolor en el pecho.

Cerré los ojos por millonésima vez, esperando que los suaves ronquidos de Annie apaciguaran mi respiración y me devolvieran el sueño. Pero no funcionó del todo.

** **

-Que no me lo creo- murmura Robert, abriendo los ojos. Yo estoy casi cerrándolos, mi noche había sido demoledora y había dormido a lo sumo dos horas.

-Deberías- le responde Annie, untando mermelada en su tostada.

-No luces como una reportera- la reta.

-Estoy a poco tiempo de tener mi título en las apestosas manos, más vale que lo vayas creyendo- murmura y sé que hay algo entre ellos. Nolan me mira y se encoge de hombros.

-Es por eso que no lo creo- ríe sin piedad y Annie se cabrea más-, tienes un léxico muy amplio.

-Así soy- lo fulmina con la mirada.

-Y bien- interrumpe Liam-, ¿qué tienen planeado para cuando regresemos a la comodidad de nuestra querida ciudad?

-Ni siquiera eres de New York, Liam- Becca hace una mueca.

-Ni tú- le contesta y yo estoy por reírme.

-Soy de un lugar muy cerca, y soy americana, cosa que tú no puedes decir- sonríe con suficiencia.

-Gracias a Dios- está haciendo una mueca que me tiene partiéndome de risa-, no le deseo ni a mi peor enemigo haber nacido en tal lugar.

-¿Por qué odias tanto Estados Unidos, pero vives aquí?- Nolan pregunta, al parecer muy intrigado. Todos están desayunando y el comedor gigante está repleto de comida.

-No estoy aquí porque adore su país, es por mi trabajo y asuntos con el gobierno, nada más.

-¿Piensas volver a Londres?- Shelby da un sorbo a su té.

-Seguramente, extraño mi nación.

-Pero irás pronto, debe ser genial tener una casa en todos los países importantes del mundo- el comentario de Finn me paraliza y suelto el tenedor.

-¿Te irás?- mi voz es un lamento y todos hacen como que no escucharon y comienzan a platicar sobre otra cosa. Liam me mira.

-Me iré en un par de días, nada importante- sonríe a medias. No le gusta que esto me esté molestando.

-Vaya, qué bien- levanto una ceja y sigo comiendo.

Terminamos el desayuno y subo a terminar mi maleta, todos hacen lo mismo y es hora de partir a nuestro ajetreado New York. Las cabañas, casas de lujo y el precioso verde natural, dejan de inundar mi vista, cierro los ojos y me dejo llevar por el suave movimiento del auto.

-La llevo yo- gruñe.

-Liam, está recargada en mí, será más fácil si sólo mueves el culo- la voz de Robert es fuerte también.

-Apártate, imbécil- el rostro de Liam es un poema y sé que está molesto por el hecho de que haya recargado mi cabeza en el hombro de Robert. Me siento más ligera y sé que Robert se ha apartado.