Capítulo 25.

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Diamantes oscuros.

Capítulo 25.

Dos semanas habían pasado, y yo estaba tan intrigada sobre el comportamiento de Liam respecto a la muerte de Rita. Sabía que él conocía al senador Hawkins, era bastante obvio, y a juzgar por su posición social, me parecería extraño que no fuera de esa manera.

Había obtenido únicamente dos llamadas suyas, y en ambas, era para tratar asuntos del diamante, así que, básicamente, continué con mi vida universitaria, terminando mis exámenes, el proyecto, y aproveché cuatro ocasiones para investigar todo lo que pudiera sobre el Orlov negro. Había descartado a las gemelas Fitz, ya que ambas decían tener absolutamente todo igual a la otra, y yo sólo buscaba un objeto.

Sidney Collins parecía más de la clase de chicas que colecciona objetos carísimos, pero jamás los utiliza. Así que corrí a investigarla, con el pretexto de que necesitaba una joya distinta a las que normalmente tenía- no le mencioné  que en realidad no tengo ninguna joya, obviamente-, y ella accedió a mostrarme sus objetos más valiosos y preciados, esos que te dan un montón de jodida suerte, pero no avancé en nada.

-Luna, date prisa- habló apresurado-. Estás a punto de salir.

-Voy enseguida- sonrío en el espejo a mi fotógrafo y mejor amigo.

-De acuerdo- toca su cabeza y sacude un poco el flequillo-. Parece ser que todos están locos por verte- sonríe y puedo jurar que lo ha dicho para hacerme sentir más cómoda en esta lencería color champagne.  

-Tu turno, Luna- toma una de las maestras organizadoras.

-Gracias.

Me levanto y respiro. Respiro tantas veces como puedo y rezo por no tropezar. Mi primer pasarela y sé que tenía mucho tiempo esperándolo. Así que abrí los ojos y miré a una de mis compañeras caminar junto a mí, dijo algo pero no alcancé a escucharlo, le sonreí y supe que ella quería darme ánimo.

Avancé un poco y las luces me golpearon tan duro que casi me suelto a llorar al ver tanta gente reunida aquí para ver cuánto habíamos avanzado. Sonreí y comencé a caminar, miraba todo el tiempo a un punto fijo, olvidándome de lo ridícula que me sentía en bragas y un caro sostén. Giré a mi derecha, y lancé un beso completamente elegante hacia el jurado. Sentía las luces y todas las miradas sobre mí, así que giré en el final de la pasarela y comencé a caminar de regreso, mirando hacia el lado derecho, y vi a Annie y Shelby aplaudiendo con devoción hacia mí, les solté un guiño y seguí caminando, completamente segura de que había una mirada diferente a las demás, y la piel se me erizó.  Salí y le grité palabras de aliento a la siguiente.

-¡Estuviste increíble!- gritó Nolan- ¡Luna, debiste ver sus rostros, los mataste a todos!- gritó, aplaudiendo y abrazándome con esos cálidos brazos que tanto apreciaba en momentos difíciles.

-Te quiero tanto, Nolan- lo abracé y sentí que la mejor parte de mi vida estaba comenzando a tomar rumbo, el rumbo que tanto quería.

-Ve a por tus cosas y te veré afuera, intentaré  persuadir a Annie, así que eso tomará un tiempo- reímos y le asiento, corriendo hacia mi camerino.

Tomo mis cosas y coloco mi adorado sweater blanco sobre la lencería, siendo completamente consciente de que este no es un lugar para utilizarlo, pero hacía tanto maldito frío fuera, que mataría a alguien si se llevase mi prenda favorita.

Salgo a la sala de espera y me encuentro con todas las chicas que ya han participado, luciendo completamente preciosas y listas para irse a casa.

-¡Deslumbraste a los jueces!- me abrazó Shelby, la miro extrañada- Oh, fue Annie quien nos metió aquí ilegalmente- hace una mueca graciosa y la abrazo tan fuerte como puedo.

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