Capítulo 20.

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Diamantes oscuros.

Capítulo 20.

Mi respiración estaba oficialmente hecha mierda. Liam intentaba calmarme con besos, pero sólo hacía que me encendiera más.

-Quiero todo- declaré.

-No.

-¿Perdona?- lo miré, ¿qué se supone que obtendría?

-No es el momento- se reincorporó y me quedé enrojecida de lo molesta que me encontraba.

-¿Estás bromeando?- acomodé mi vestido y di un brinco nada elegante hacia el piso- Acabas de dejarme así, ¿no te importa?

-Sí me importa, Luna. ¿Crees que no te habría dado un orgasmo?- si no podía estar más roja, lo estuve, definitivamente.

-Imbécil- dije.

-Habrá un buen momento, no quiero arruinarlo en un espacio de trabajo- parecía sincero.

-Bien- dije no tan convencida, las piernas me temblaban de ansiedad y mi sexo estaba tan mojado que quería llorar.

-¿Quieres salir con Ronan?- preguntó y su humor volvió. ¡Vaya!

-¡Sí!- por fin había dicho algo que me hacía feliz.

-Bien, iré por él para que se aliste, ponte cómoda- salió de la oficina y lo seguí. Liam notó que estaba fuera y cerró nuevamente el cristal y bajé hasta la sala. Liam se guio hacia el cuarto siguiente y me pareció buena oportunidad para bajar a sentarme en alguno de sus enormes y preciosos sillones color negro.

-Buenos días, señorita, ¿puedo ofrecerle algo de tomar?- me giré y me encontré con una sonriente mujer de estatura media, unos cincuenta años, piel morena y cabello largo. Al parecer Liam mantenía personas latinas en su casa, y en su empresa todos parecían descendencia directa de Hitler. Aquí estaba más cómoda.

-Buenos días- sonreí-, estoy bien en este momento, muchas gracias- su sonrisa de vuelta me hizo sentir mucho mejor. Al menos algo se sentía bien con Liam.

O tal vez solo estaba sexualmente frustrada…

-Estaré aquí si necesita algo- ofreció su atención y estaba por agradecerle cuando la puerta sonó dos veces-, debe ser alguien de mantenimiento. Le pido una disculpa..

Asentí y se dirigió a la puerta, abriéndola y mostrando a una pelirroja alta, sus curvas eran pequeñas y sus piernas eran eternas, sus lentes negros fueron sacados se su rostro en cuanto entró y rastreó todo con la mirada.

-Uh- dijo en cuanto me miró-, ¿tenemos invitados?- preguntó en un tono muy bajo. Me sentí incómoda al instante, su ropa era tan cara y elegante y yo sólo tenía un vestido floreado y el cuerpo entumecido por mi rotundo orgasmo- ¿Se encuentra Liam?- preguntó mirando con desdén a la amable mujer con la que estaba hace unos segundos. La mujer me miró y pude ver que tampoco le hacía tanta gracia tenerla aquí.

-Tome asiento, por favor, señorita Aerona. Iré a avisarle que ha llegado.

Aerona tomó asiento frente a mí y me miró con el descaro del universo en una sola mujer pelirroja y guapa como el infierno. Sus ojos parecían listos para atacarme en cualquier intento de movimiento y supe que esta mujer sería una amenaza.

-Aerona, qué sorpresa- mis pensamientos acerca de mi bajo autoestima se interrumpieron gracias a la voz inglesa de Liam. Mi mirada se desvió hacia él y luego hacia ella. Solo podía yacer callada en el estúpido sillón.

-¡Estaba esperando a verte!- lo abrazó, Liam se rio roncamente y me miró de reojo, pero volvió su vista hacia ella, dejándome en el escándalo emocional.

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