Diamantes oscuros.
Capítulo 12.
Podía decir que era paciente. Y también podía decir que el cielo era verde en la noche. Pero no era así. ¡No lo era!
-Luna- habló Shelby-, aún falta media hora. ¿Podrías tranquilizarte? Tengo examen de álgebra en una hora y tu estrés se va a transmitir a mis resultados en el examen.- sacudió con exasperación la cabeza y continuó haciendo cuentas con la calculadora.
-Estás siendo graciosa, Beaulieu- rio Annie-, deberías verte justo ahora.
-¿Me veo muy desesperada por él?- pregunté enfrentándome no sólo al espejo grande que colgaba justo junto a la puerta, sino, a mis dos nuevas e hirientemente sinceras amigas.
-Lo estás, hasta el cuello.- apuntó Annie desde su cama.
-Sí, un poco.- Shelby soltó la calculadora para mirarme y hacer esto más dramático. Luego continuó con su interminable cálculo.
-De acuerdo. Voy a hacer como que no me importa.- Hablé decidida, porque ningún hombre iba a convertirme en una mujer desesperada, y yo sabía afrontarlo.
La puerta sonó tres veces y Shelby, con frustración, cerró su cuaderno, apagó la calculadora y abrió.
-Un tipo súper caliente está buscando a Luna en el estacionamiento. - habló Destiny con emoción.
Miré a las chicas para pedir perdón por ser tan tonta, ellas rieron y yo corrí.
Corrí.
Corrí.
Y llegué al bendito estacionamiento.
-¡Hola, aquí!- saludé mientras me reincorporaba.
-¿Estabas haciendo ejercicio?- preguntó con diversión. El cabrón lo notó.
-Ehm, un poco, sí.- Hablé cortada, debido a mi maratón hasta aquí.
-Diablos, Luna. Nadie debe hacer eso sin tener algo en el estómago. Ven, voy a llevarte a comer.
Abrió la puerta de su Maybach y me asombré de lo hermoso que era. Entré con cuidado de no manchar nada y me senté, como suponia que una mujer se debe sentar
O lo que yo sabía...
-¿Se te antoja algo en especial?- preguntó mientras nos adentrábamos en el tráfico de New York.
-Se me antojan un montón de cosas, nada especial.- me acomodé en el asiento. Él me miró divertido y su teléfono comenzó a vibrar.
-Disculpa- me dijo, presionó un botón en su audífono y contestó:- Liam Payne. No, debes comunicarle a Robert eso. No. Te estoy diciendo que se lo comuniques a Robert, sí, ahora mismo. Adiós.- Habló rápidamente y su tono de voz tan mandón, lo hizo más caliente. Yo me quedé callada. Este chico era caliente enojado, pero, con toda sinceridad, yo prefería que estuviera feliz conmigo.
-Pizza.- dije simplemente.
-¿Perdón?- me miró de lado.
-Estábamos hablando de la comida, y yo quiero pizza, si estás bien con ello.- Sólo quería hacer más fácil esto. Cualquier maldito establecimiento del mundo debía tener eso.
-De acuerdo, pizza será. Conozco un restaurante increíble cerca de mi casa. ¿Te gustaría ir?
¿A su casa?
-¿A dónde?- pregunté completamente fuera de lugar.
-A comer, Luna. ¿En qué demonios piensas?- preguntó nuevamente, mientras miraba los autos de atrás en el espejo.
-Sí, en eso, perdona.- Era obvio que no iba a invitarme a su costosa casa.
Llegamos a la puerta de un pequeño restaurante y abrió su puerta. Respiré y esperé mientras recapacitaba todas las reglas a la hora de comer en un restaurante caro. Algo debía hacer diferente.
-Vamos- tomó mi mano, y salí del carro rápidamente-, te va a encantar.
Abrió la puerta para mí y me asombré de lo lujoso que podía ser un lugar así de pequeño. Tal vez y necesitabas reservación para venir aquí, a simplemente comer pizza. ¡Qué ironía!
-Buenas noches. Bienvenidos sean al Nino’s Bellissima - saludó el amable mesero. Me miró- Ettore Cantoni a sus órdenes. ¿Qué puedo ofrecerles?- ¡Un italiano auténtico! Miró a mi extraño, mientras colocaba el menú sobre la impecable mesa.
-Pizza de caviar, por favor- habló con su acento todo inglés-perfeccionista. El italiano auténtico se retiró y comencé a mirar mis uñas.- Es muy lindo de tu parte mirar tus uñas mientras estás conmigo frente a ti, Luna.
Oh, demonios…
-No sé qué decir, realmente no conozco nada de tu tipo de vida- me encogí de hombros-. Debe ser divertido no preocuparte por nada.
-Debe serlo, sí- dijo-, pero lamento informarte que mi vida tiene muchas preocupaciones.
¡Ajá, y yo soy la hermana gemela de Barbara Palvin!
-Sí, claro. Debe ser terrible comer pizza de caviar, tener el auto más malditamente caro del mundo, vestir ropa y tirarla a la basura. Todo suena terrible- bromee-, yo en realidad podría intercambiar tu estrés, no hay problema.
Me miró durante unos segundos y yo no podía hacer más que burlarme de lo ridículo que era todo esto.
-¿Estás hablando en serio?- dijo por fin, mientras acariciaba su mentón. Asentí y soltó su mentón, sólo para reír como un niño pequeño.
Deja de hacer eso, diablo.
-Pues claro, puedes ocultar tu nombre con más facilidad que yo, teniendo en cuenta que no soy nadie, y puedo asegurar a que tú sí que lo eres. Debes tener poder y un montón de cosas absurdas que la gente realmente no necesita para su bienestar básico. –Lo dije sin querer, casi. Lo juro.
-¿Te molesta el dinero?- preguntó colocándose nuevamente frente a mí.
-Lo hace, sí. Pero sólo cuando sus dueños son engreídos y materialistas.
Rio- ¿Tú crees que soy engreído y materialista?- levantó una ceja. Estaba intentando cabrearme.
-Sí- contesté con simpleza. No iba a ganarme-. Sí que lo creo.
Asintió y el momento fue interrumpido por el mesero, que estaba de vuelta para entregar la pizza y el vino que no noté que pidiera.
-Gracias.
-Buen provecho.- dijo con elegancia y se retiró.
-Provecho-, dije y tomé un pedazo con mi mano. Mi extraño me miró con incredulidad y me anoté cien puntos en mi mente.
-Provecho a ti también.-Dijo y tomó un trozo con la pequeña espátula plateada que yacía justo a mi lado derecho. Oops.
Mordí el pequeño trozo de pizza y le llamé a Dios, para agradecerle el momento de gloria que estaba obteniendo justo aquí. O al menos eso quería hacer.
-Dime por favor que esa cara de placer es debido a mí y no por la pizza.- Rio. Estaba riéndose mucho en un tiempo corto. Algo bueno estaba malditamente haciendo.
-Es riquísima- admití-, esto debería ser accesible para cualquier tipo de clase social- di otro mordisco, realmente no me importaba cómo me veía. Quería hacerlo enfadar por ser un idiota. Tome otro trozo-, lo juro.
-Te ves adorable así.
Solté el pedazo y lo puse sobre el plato. Lo miré detenidamente, esperando el momento en que me dijera que estaba bromeando, y que en realidad estaba avergonzándolo frente a todos.
-¿Vas a decir algo?- preguntó, mientras daba un sorbo a su vino.
-No realmente.
-Come, Luna.
Después de tres rebanadas enormes de pizza y tres copas de vino, decidí que era hora de terminar de llamar a la gordura a mi puerta. Pagó y esperamos en la entrada su magnífico auto. Cerró mi puerta y entró por la del piloto.
-Gracias por acompañarme.
-A ti por invitarme, fue increíble.- Lo miré de reojo y sonreí por lo concentrado que estaba en sacarnos de aquí.
Su estéreo se encendió automáticamente y “Too close” de Alex Clare sonaba fuerte.
-¿Puedes bajar el volumen?- habló sobre la música.
-No.
-De acuerdo- asintió con una sonrisa y siguió manejando.
El camino estaba siendo rápido y yo quería que durara como mínimo tres años. Se miraba tan relajado, que costaba trabajo respirar. Miré hacia todos los espacios y este no lucía como un carro de niño rico normal. Parecía más un auto de seguridad. Tenía espacios y blindajes increíbles. No sabía quién era este hombre, y sin embargo estaba dejando que me llevara a donde quería, y que hiciera de mi educación lo que quisiera.
-Hemos llegado- habló y me hizo aterrizar en la realidad-, espero te guste.- Dijo y señaló una enorme mansión blanca, techada a base negra. Con una enorme fuente justo en medio.
Jesucristo.
Unas enormes puertas se abrieron a nuestro paso y hablaba con alguien por medio de algún auricular que estaba conectado al auto. Yo debía dejar de aparentar que todo me asombraba. El hermoso jardín medía lo que medía la casa y tres albercas en diferentes tamaños eran protagonistas en la parte baja de la enorme mansión. Giré par encontrarme diferentes fuentes y jardines que adornaban todo el lugar.
-¿A quién visitaremos?- pregunté mientras abría mi puerta para tomar mi mano.
-A nadie, Luna. Bienvenida a mi casa.- sonrió y me guiñó un ojo.
Este hombre podría ser más rico que el diablo y yo no lo había notado.
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Diamantes oscuros
FanficUna piedra preciosa lo es, no importa su tonalidad. Un diamante será hermoso, por dentro y por fuera. Ya sea que muestre lo brillante, lo precioso, e incluso... lo más oscuro de sí mismo.