Era una noche como otra cualquiera en San Mungo. Una luna muy redonda decoraba el cielo despejado, convirtiéndose en una especie de bombilla que no mantenía totalmente oscura la habitación de Alice. Una ráfaga de viento muy fuerte hizo que las ventanas se abrieran de par en par. Clare, que como siempre se había quedado dormida en el sillón, estuvo a punto de caerse hacía el lado del susto que se llevó.
Se levantó bastante despistada. En su sueño se encontraba en la playa, no en una habitación de hospital. Cuando se hubo recuperado, se dirigió hacia la ventana con la intención de cerrarla. Sin embargo, algo se lo impidió en el último momento.
Era un ser maravilloso que desprendía una luz comparable únicamente con la del sol. Se dio cuenta de que era una especie de ave ya que lo que producía toda aquella luz eran sus plumas rojas y amarillas que parecían estar vivas. Su cabeza era majestuosa, con unos ojos vivaces y a la vez sabios. Clare nunca lo reconoció en voz alta por miedo a lo que pudieran pensar de ella, pero el ave le imponía un enorme respeto, más que el que le hubiera podido imponer la mismísima reina de Inglaterra.
- Horus. – se sorprendió diciendo en voz alta. El ser asintió con la cabeza y Clare se apartó hacía un lado para dejarlo entrar, intuyendo que era lo que debía de hacer.
La habitación quedó en seguida iluminada por su presencia. Con las alas extendidas era aún más majestuosa. Era tan parecido al fuego que Clare temió por un momento que saliera todo ardiendo. Muy lentamente se posó sobre los pies de la cama de Alice y dando pasos cortos se acercó hacia la chica. Clare dudó brevemente, a pesar del respeto que le provocaba el ave era su hermana la que estaba indefensa frente a él. Sin embargo, y como si le hubiera leído el pensamiento, el ser se giró momentáneamente hacia ella. La niña volvió a asentir y se dio cuenta por su mirada que no haría ningún daño a su hermana.
El fénix se inclinó sobre el rostro de Alice. La contemplaba con tristeza y con la cabeza ligeramente inclinada hacia su mejilla. Era tan conmovedor verlo así que a Clare se le hizo un nudo en la garganta. La miraba con mucha ternura y amor. De los tristes ojos del fénix cayó una lagrima que se posó sobre la mejilla de Alice. La contempló unos instantes y luego su expresión se suavizó. Clare, que lo miraba muy sorprendida, creyó ver que sus plumas se volvían más brillantes.
Los ojos de Alice se abrieron.
Clare pestañeó varias veces, incluso se restregó los ojos. Se lo estaba imaginando, o quizás se encontrará en otro sueño ya que tampoco creía que existiera un pájaro así. Sin embargo, supo que no se encontraba en un sueño cuando escuchó y vio a su hermana agitarse en su cama. Aquello era real.
- ¡Alice! – exclamó abalanzándose sobre la cama. De pronto había olvidado que el fénix seguía allí. Ni siquiera notó el calor que desprendía. - ¡Dios mío! ¿Alice?
- Sí. – le respondió mientras se incorporaba. Ella si había notado la presencia del fénix. - ¿Horus? ¿Qué haces aquí? – el ave inclinó la cabeza. Hizo gesto que fue lo más parecido a una sonrisa.
- ¡Te ha despertado él! – explicó Clare, que seguía atónita. – Entró en la habitación, se acercó a ti y te despertó ¡Él lo ha hecho!
- ¿Despertado? – preguntó Alice. No parecía comprender la situación - ¿Cuánto tiempo llevo dormida?
- ¡Tres meses! ¿Acaso no te acuerdas de nada?
Lo recordó todo de pronto. Su escapada con la Décima a las cañerías, la llegada a la Cámara Secreta, el cuerpo de Will aplastado por el metal... Sus ojos se abrieron mucho y Clare temió por ella. Pero volvió en sí tras pestañear varias veces. Luego sonrió con cansancio para no preocupar a su hermana.
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Historias de Hogwarts III: la Resistencia
FanfictionEl desenlace de la Décima y la Resistencia, ¿quienes son los buenos? ¿realmente existen los malos? Los cambios no se han producido únicamente en Hogwarts y nuestros jóvenes protagonistas empiezan a comprender lo real de la situación.