Pasillo del segundo piso, antiguos baños de chicas.
Una extraña sensación se apoderó del cuerpo de Sam. Fue como si una voz le hablara desde el subconsciente advirtiéndole de aquel lugar. El recuerdo de millones de agujas clavándosele en las sienes se hizo demasiado real.
- ¿Te encuentras bien?
Había dejado caer los libros de Aritmancia, además de un pequeño catalejo que usaba para las clases de Astronomía que ni siquiera sabía porqué había cogido. Se agachó para recogerlos y salir de allí cuanto antes, pero se le hacía muy difícil debido al temblor que controlaba sus manos. La persona que le había hablado se agachó junto a ella y recogió sus materiales. Luego la ayudó a levantarse y con una mano tiró de ella hasta sacarla de aquel pasillo. Cuando lo hubieron dejado atrás, Sam suspiró desahogadamente y se apoyó en la pared.
- Mucho mejor, ¿verdad? – unos grandes ojos azules la miraban con perspicacia. A pesar de que llevaba el pelo recogido en una alta coleta, los mechones rubios le caían por un lado del hombro a Mina Miller.
Sam asintió con alivio. Luego, una vez recobrado el ritmo normal del corazón, recuperó sus libros y el catalejo.
- Intenta evitarlo. – le dijo refiriéndose al pasillo. – Si quieres puedo enseñarte algunos atajos para llegar a las aulas de Aritmancia. – La chica de Ravenclaw le tocó el hombro brevemente. A Sam le pareció verla sonreír. – No te preocupes, eres una chica fuerte. Estoy segura de que esto será pasajero.
***
- Ni siquiera sé que hago aquí. – dijo Sam con pesadez. Los libros de Aritmancia cayeron sobre el pupitre haciendo un sonido sordo. Ian pegó un salto en su asiento, pero Megan no le prestó demasiada atención.
- Asistir a clases de Aritmancia. – apuntó Ian, pero Sam le ignoró. Se sentó con desgana a la izquierda de Megan mientras masajeaba sus sienes.
- ¿Qué te ha pasado? – le preguntó al mismo tiempo que el profesor entraba en el aula. Pero Sam sólo le miró con rencor y luego fingió buscar un pergamino entre sus libros.
Había pasado una semana desde que habían vuelto a Hogwarts y Megan era consciente de que su amiga no lo había hecho por gusto. Había dejado muy claro desde el principio que nunca más volvería a Hogwarts y sin embargo allí estaba, ¿por qué? Tampoco Megan lo tenía muy claro.
Luego miró hacia la derecha donde estaba Ian, que anotaba con desinterés lo que el profesor escribía en la pizarra. Aunque parecía haber vuelto a ser el de siempre -también había recuperado los rizos negros- Megan no estaba convencida. Estaba segura que su amigo no estaba siendo claro del todo ya que no había tratado de arreglar nada con ella. Era como si no hubiera pasado nada y eso también le hacía sentirse culpable. Si no hubiera sido por el despertar de Alice, juraría que Ian tampoco habría querido volver a Hogwarts y seguiría encerrado en la mansión de sus tíos sin dirigirle la palabra.
Todo se había vuelto frío y predispuesto, como si estuvieran fingiendo en vez de intentar volver a ser los de antes ¿Cómo podían haber cambiado tanto las cosas?
Megan no tomó notas y tampoco prestó mucha atención al profesor. Desde luego seguir esa postura tampoco le ayudaba a retomar las clases con normalidad, y menos tratándose de la primera clase tras el regreso. No era capaz de concentrarse. Recordar a Alice había hecho que se le formara un nudo en el estómago. Ni siquiera sabía muy bien cómo se encontraba.
"Tranquila."
Fue lo último que dijo antes de que cayera inconsciente sobre sus brazos.
Pero ahora, Alice había decidido volver a Hogwarts y llegaría pronto, cualquiera de esos días. No estaba segura de si estaba preparada para volver a verla. Quizás Sam tenía razón y volver a Hogwarts no era una buena idea.
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Historias de Hogwarts III: la Resistencia
FanfictionEl desenlace de la Décima y la Resistencia, ¿quienes son los buenos? ¿realmente existen los malos? Los cambios no se han producido únicamente en Hogwarts y nuestros jóvenes protagonistas empiezan a comprender lo real de la situación.