47. Heridas

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Dos días antes del final de curso, a Lucas Hagdelton le dieron el alta en el Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. Adela, que ya tenía cierta experiencia en aquel edificio, pidió a la directora que le dejara ser quién fuer a recogerlo para traerlo de vuelta a Hogwarts y así pudiera graduarse con el resto de sus compañeros. McGonagall, cansada de las insistencias de la alumna, terminó por concederle el permiso y la chica, que pocas veces dudaba de sus convincentes capacidades, abrazó a la directora en forma de agradecimiento.

La recepción del hospital no estaba tan abarrotada de personas como la última vez. Los pocos sanadores que allí había no tenían nada que ver con los aurores que habían estado la vez anterior. Mientras subía las escaleras, no pudo evitar recordar a su hermano Brooke cruzado de brazos, luciendo su capa de auror y tratando de impedirle que llegara a la cuarta planta, donde Alice estaba dormida y el profesor Blake se recuperaba con las tiras curativas. Ahora volvía a subir a la cuarta planta, pero no con la intención de visitar a un paciente, sino con la de recoger a Lucas, tan recuperado y sano que podría graduarse junto a ella. La impaciencia hacía que no pudiera imaginar el momento en el que eso sucediera.

Adela no se detuvo a leer el cartel que se leía sobre la entrada de la cuarta planta, "heridas provocadas por hechizos". Se conocía las letras de memoria y nunca podría olvidarlas después de todo el tiempo que se había estado escaqueando allí.

Los pasillos estaban vacíos pues era muy temprano. Fue la única condición que McGonagall le había puesto, que acudiera a recogerlo antes de las siete de la mañana, la hora en la que los sanadores y pacientes comenzaban a moverse con mayor soltura por el hospital. La directora quería que la salida de Lucas de San Mungo fuera discreta para evitar a la prensa y a las miradas curiosas. Además, así llegarían a tiempo para el desayuno en el Gran Comedor.

Lucas estaba ingresado en la habitación 420, más o menos a la mitad del pasillo central. Adela y ninguno de los miembros de la Decima les habían dejado ir antes a San Mungo para visitar a Lucas. En realidad, la última vez que Adela lo vio fue enfadado, amenazando con una varita a sus compañeros antes de llevarse Will por la fuerza. Sintió las palpitaciones de su corazón haciendo eco dentro de ella. Estaba deseando de verlo, pero también nerviosa, sin poder imaginarse como sería su reacción ¿Le habrían dicho sus padres que sería ella quién iría a recogerlo para llevarlo a Hogwarts? La chica ni siquiera sabía si recibía muchas visitas o pocas, ni nada que tuviera que ver con su ingreso.

Adela alargó el brazo hacia la puerta, pero esta se abrió antes de que pudiera tocarla. Un chico alto y delgado, con el cabello y los ojos con los mismos tonos que los suyos, le miró sorprendido, cerrando la puerta a sus espaldas.

- ¿Adela?

La muchacha parpadeó varias veces.

- ¿Alex?

- ¿Qué haces tú aquí? – preguntaron los dos a la vez. Alex se rio pero Adela se cruzó de brazos.

- Vengo a recoger a Lucas. Lo llevo a Hogwarts para la graduación.

- ¡Ah! – exclamó su hermano dándose una palmada en la frente. – Así que tu eres "el emisario" que lo recogería. McGonagall podía haberse ahorrado esa palabreja para decirme directamente que era mi hermana quién venía.

La muchacha observó a su hermano con minuciosidad. Le había resultado bastante llamativo ver por primera vez a su hermano Brooke con la capa de auror, pero mirar a Alex con ella puesta era aún más asombroso.

- ¿Qué haces con la capa de auror? Si todavía te estás formando.

Alex hinchó el pecho y le guiñó un ojo antes de contestarle.

Historias de Hogwarts III: la ResistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora