La semana de Ian había empezado fatal. El lunes no se había podido levantar de la cama. Se había pasado toda la noche dando vueltas pensando en cosas que nunca antes le habían desvelado, y ya de por sí era bastante insólito que no lograra dormir de un tirón. Tal era la preocupación que acabó preocupándose por sentirse preocupado. Sí, era confuso y muy raro. Ian ni siquiera podía describirlo y él sólo se enredaba con sus propios pensamientos. El martes le habían obligado a ir a los entrenamientos del equipo de Slytherin pues uno de los cazadores no había vuelto a Hogwarts y se quedaba una plaza colgada. El entrenamiento había resultado ser un desastre. Ian no se subía a una escoba desde el fatídico día que perdieron el partido por su despiste.
Y no podemos olvidarnos del miércoles: había llegado tarde a todas sus clases debido a un cambio de horarios que no recordaba.
Esperaba que a mitad de semana mejoraran sus días o sino podía irse despidiendo de pasar los conocidos ÉXTASIS (Exámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas). Esa era otra historia: más que en las zonas comunes, la mayoría de los alumnos de séptimo habían pasado a vivir en la Biblioteca tras la reapertura de Hogwarts. Una especie de epidemia de terror había hecho que cundiera el pánico por los tres meses perdidos de clase. En las zonas comunes de Hogwarts habían quedado prácticamente nula la presencia de alumnos de séptimo curso. La mayoría estaba en la Biblioteca, adelantando materia atrasada que ni siquiera se había dado en clase. Los modelos de ÉXTASIS pasaban de una mano a otra como si los exámenes estuvieran a la vuelta de la esquina. Lo mismo les había ocurrido a los alumnos de quinto grado que preparaban el Título Indispensable de Magia Ordinaria o TIMO.
Ya era jueves y ese día podía traer una cosa buena o mala. A las doce en punto de la mañana, los de séptimo curso de Slytherin tenía una clase de Cuidado de Criaturas Mágicas compartida con alumnos de otra casa. Todo dependía de uno de esos alumnos: Alice.
Sí, Ian había intentado besarla con anterioridad en el Baile del Aniversario y ella se había mostrado esquiva. Eso no había hecho que se diera por vencido, pero Ian la respetaba y no había intentado nada más comprometido. Hasta lo sucedido en la Sala de los Menesteres. Todo había sucedido de repente y realmente lo hizo sin pararse a pensar en las consecuencias. Pero la había besado y ella le había aceptado. No sólo eso, Alice le había devuelto el beso y había sido increíble. A él mismo le hubiera costado trabajo creerlo, pero así había sido. Y sin embargo, todo se había quedado ahí. No habían vuelto a verse, ni a hablar de lo sucedido.
Por eso, Ian se había estado mentalizando y preparando toda la mañana. No había vuelto a ver a la muchacha desde la última reunión de la Décima y no es que se mostrara muy receptiva precisamente. Esa era otra de las cosas que lo tenía desconcertado.
- Ian. – le llamó alguien cuando ya se dirigía a los exteriores del Castillo. Se trataba de Megan. - ¿Tienes un momento?
El chico cogió su varita y miró el mango por detrás. Con sólo pensarlo se dibujaron cuatro números diferentes: 11:48. Aquel truco hacía innecesarios los relojes de pulsera.
- ¿Pasa algo? – preguntó al comprobar que todavía tenía tiempo.
- En realidad nada. – dijo la chica. Demasiado evasiva para tratarse de Megan. – Sólo quería hablar contigo. En general.
- ¿En general? – preguntó extrañado. - ¿De verdad que no te pasa nada?
- A mí no me pasada nada. – clavó la vista en él repentinamente. - ¿Y a ti?
- ¿A mí? No me pasa nada, ¿qué me va a pasar?
- Estás muy raro últimamente y después de lo que pasó...
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Historias de Hogwarts III: la Resistencia
FanfictionEl desenlace de la Décima y la Resistencia, ¿quienes son los buenos? ¿realmente existen los malos? Los cambios no se han producido únicamente en Hogwarts y nuestros jóvenes protagonistas empiezan a comprender lo real de la situación.