35. El dibujo de Rose

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Adela comenzaba a cansarse de estar corriendo de un lado para otro. No había parado ni un segundo en toda la noche. Nunca había temido que la pillaran por estar fuera de la cama a deshoras, pero estaba empezando a pensar que aquello ya era jugársela demasiado. Era muy raro que todavía no se hubieran topado con ningún celador.

- Espera. – le dijo a Alice cuando quiso desviarse en las escaleras que cambian. – Mejor vamos a ir por otro lado. Los celadores suelen estar...

- No tenemos tiempo. – le interrumpió la tejoncita. Estaba muy seria y parecía bastante segura de sí misma. – Si nos encontramos a los celadores le explicaremos lo de Will, y si no nos creen – añadió al ver como Adela abría la boca para protestar. – tendrán que seguirnos hasta la Torre de Gryffindor porque yo no me pienso dejar coger.

No terminó de cerrar la boca. Alice estaba irreconocible.

- Aquí es. – dijo Adela cuando llegaron frente al retrato de la Señora Gorda. Aunque por la forma que Alice lo miraba, dedujo que ella ya sabía que allí detrás se encontraba la sala común de Gryffindor. – Teóricamente no puedes entrar.

- Lo sé. – respondió. – Os esperaré fuera ¡Rápido!

Adela pronunció la contraseña en voz baja y la Señora Gorda, algo malhumorada pues la habían despertado en mitad del sueño, se apartó para dejarla pasar.

La chimenea de la sala común estaba encendida para sorpresa de Adela. De uno de los sillones se levantó una persona que se parecía mucho a ella.

- ¡Adela! ¿Dónde estabas? – le preguntó su hermana Rose. Tenía la trenza deshecha y una bata celeste que le ocultaba el pijama. – Vaya, no esperaba quedarme dormida... - añadió tras ver la hora. – Quería darte el dibujo que me pediste y pensé en esperarte. Pero has llegado muy tarde...

- ¿Qué dibujo? – preguntó con impaciencia. No debía entretenerse con Rose si no quería que Alice le lanzara una maldición imperdonable.

- El de la visión que tuve en el expreso.

Eso hizo que Adela se interesase y tomara bruscamente el papel que su hermana tenía en las manos. Efectivamente mostraba el dibujo de una mujer rubia vestida con capa oscura, pero aquel retrato era muy simple y poco elaborado. No era suficiente.

- ¿Qué haces todavía ahí? – preguntó Alice entrando en la sala común. Puso los brazos en jarras al encontrar a las dos hermanas hablando.

- ¿Y tú como has entrado? – aquello no podía ser bueno. No era la primera norma de Hogwarts que Alice se estaba saltando en una sola noche.

- Oí la contraseña y al ver que no volvías con Lucas...

- ¡Rose! – Adela se giró para llamar la atención de su hermana, que miraba a Alice con desconcierto. – Sube y trae a Lucas. Es importante ¡Vamos!

La chica echó a correr escalera arriba a pesar de no tener ni idea de lo que estaba pasando. Adela puso el dibujo en las manos de Alice.

- Tienes que usar el encantamiento que da realismo a los dibujos. – le dijo. Alice suspiró con impaciencia. – Puede ser una pista sobre la Resistencia. – aquel comentario hizo que su amiga frunciera el ceño. - ¿Recuerdas que te conté que Rose tenía visiones sobre el futuro? Suelen ser algo encriptadas y difíciles de comprender, pero nunca fallan.

- ¿Crees que esta mujer que ha dibujado...?

- ... se relaciona directamente con la Resistencia, sí. – Alice observó el dibujo sin mucho convencimiento. – La última vez que no hice caso a las visiones de mi hermana perdí la oportunidad de cambiar el destino de Will en las cañerías. – explicó tras recordar las vísperas de las Navidades pasadas, cuando su hermana le había hablado entre sollozos de un sueño gris en el que un techo de metal caía sobre un suelo mojado, y de cómo una voz llamaba a alguien con desesperación... Una voz que podía haber sido la de cualquiera de los miembros de la Décima llamando a Will...

- Vale. – respondió Alice finalmente, alisando el papel sobre el que estaba plasmado el dibujo. – Pero ha sido tu hermana la que la ha visto en el sueño, no yo. Por eso no puedo hacerlo sin...

- Adela... ¿Alice? – un Lucas adormilado acababa de bajar de la torre seguido de Rose. Trataba de ponerse la corbata del uniforme, pero finalmente se dio por vencido y terminó por arrojarla sobre un sillón. - ¿Qué pasa?

- Ven, Rose. – llamó Alice mientras Adela se acercaba a Lucas para contarle lo sucedido. - ¿Puedo? – preguntó antes de colocar una de las manos sobre su mejilla. La chica asintió a pesar de seguir algo desconcertada.

Alice miró a sus compañeros antes de realizar el encantamiento. Lucas escuchaba a Adela con atención mientras la chica se lo iba explicando todo haciendo gestos con las manos. Entonces, Adela hizo una pausa y Alice pudo leer en sus labios lo que le dijo:

"Will está vivo."

Lucas se sentó en el sillón donde unos instantes antes había tirado la corbata. Clavó la vista en el suelo al tiempo que Adela se inclinaba a su lado, pasándole una mano por la espalda para terminar de contárselo todo.

- ¿Alice? – Rose la llamó recordándole que tenía una mano sobre su mejilla.

Rápidamente sacó la varita con la mano que le quedaba libre y con ella tocó el dibujo que Rose sujetaba.

- Piensa en tu sueño. – le dijo.

La chica cerró los ojos para concentrarse y Alice la imitó. Luego pronunció el encantamiento.

A Alice le gustaba dibujar. No era tan buena como su amiga Dina, pero se distraía mucho dibujando. Sin embargo, no podía evitar sentir algo de frustración cuando dibujaba personas que no le salían como ella había imaginado. Por eso usaba un truco fácil para que sus personajes se parecieran más a lo que su cabeza ideaba. Alguien podía decirle que hacer aquello era hacer trampas, pero Alice no se consideraba pintora, por eso no incumplía ninguna normal.

- Meditati e trahit.

De la varita salió una onda que agitó el papel. Rose se sorprendió y dejó caer el dibujo. Adela y Lucas desviaron la vista hacia Alice, que se agachó para recoger el papel.

El nuevo dibujo no tenía nada que ver con el anterior. La figura de la mujer rubia se había estilizado y su cabello, antes garabateado con desorden, se dibujaba ahora con las formas de unos rizos perfectos. Su rostro ya no era un círculo ovalado. Ahora era más fino, como su nariz. A pesar de que Alice había deducido que uno de los lápices de Rose se había gastado y por eso había tenido que dibujar los ojos de distinto color, estos no variaron. Aunque eran mucho más reconocibles tras el encantamiento. El cabello era diferente, pero...

- ¿Fabianne Aglier? – Adela le quitó el papel de las manos. No podía creer lo que estaba viendo. - ¿Esta es la mujer con la que soñaste cuando estábamos en el tren?

Rose asintió después de mirar el dibujo retocado.

- Era exactamente así. Una mujer que se puede transformar en paloma.

- Lo sabía. – dijo Lucas en voz baja. Adela se volvió preocupada hacia él. – Sabía que esa mujer era nuestra enemiga.

- ¿Era un sueño gris, Rose? – preguntó Alice para asegurarse.

- No tenía color. – reconoció. – Ni gris, ni morado. Es la primera vez que me pasa.

Adela y Alice intercambiaron miradas. Lucas apretó los puños, estaba muy enfadado.

- ¿De que va todo esto? – preguntó Rose al fin. - ¿Acaso tiene que ver con lo que le pasó a Will?

- No lo sabemos, Rosie. – le dijo Adela rápidamente. – Ahora tenemos que irnos.

Lucas ya estaba junto a la salida y Adela tuvo que seguirlo a toda prisa para no perderlo de vista.

- Gracias. Tienes un don muy especial. – le dijo Alice a Rose. – Seguro que lo sabrás explotar mucho mejor cuando seas un poco más mayor.

Rose consiguió sonreír tras aquel halago.

- ¡Esperad! – les llamó Alice cuando hubo dejado la sala común de Gryffindor. Adela se detuvo un instante. - ¿Cómo sabes que su sueño tiene que ver con todo lo que está pasando? – le preguntó.

- Lo último que vio antes de soñar con ella fueron las fotos de los magos que nos atacaron y de Turner.

Historias de Hogwarts III: la ResistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora