8. Las hermanas Aglier

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No dejaban entrar a cualquiera en San Mungo. Había muchos aurores que vigilan la planta donde se encontraban Alice Adams y Jake Blake, ya que cabía la posibilidad de que Fabianne Aglier pudiera volver y acabar definitivamente con los dos. Blake insistía en que la mujer no aparecería por allí, no solo porque era evidente la presencia de los aurores, sino porque no tenía intención de dañar a nadie y menos a Alice o a él. Sin embargo, ni los sanadores ni nadie del Ministerio creía en aquello. Es más, muchos opinaban que su mente había sido hechizada por la misma Aglier, que desde la distancia le obligaba a decir todo eso. Blake era consciente y sabía que ya nadie le tomaba en serio, que pensaban que efectivamente era un loco. Además, sus palabras frente al Winzegamot no le habían favorecido precisamente.

La única persona que había conseguido pasar la barrera de aurores y que lo visitaba de vez en cuando era Adela Long. Aunque la chica realmente se trasladaba a San Mungo para visitar a su amiga Alice. Adela estaba enterada de todo lo que se había hablado en el Ministerio con respecto a la Resistencia y el ataque en Hogwarts, sobre todo después de las vistas. Blake le había preguntado varias veces que como había conseguido la información, pero la chica le respondía diciendo que no le contaría ninguno de sus secretos hasta que él hablara con sinceridad. Blake había conseguido hacer que todo el mundo mágico lo considerara un loco enfermo con su testimonio en defensa de Aglier, pero Adela seguía creyendo en él.

Sus poderes persuasivos e insistencia habían hecho que la recién despertada Alice se uniera a Adela, y ambas insistían en que su antiguo profesor ocultaba algo.

- No me ha convencido de nada. – declaró Alice disimulando una sonrisa.

- ¿Lo ve? – dijo Adela cruzándose de brazos. – Yo no he hecho nada para convencerla.

- Pues estáis las dos equivocadas. – dijo tajantemente Blake apoyando las muletas en el reposabrazos del sillón. Alice y Adela habían ido a verlo a su habitación y como siempre, lo habían encontrado sentado leyendo el periódico El Profeta. - ¿No deberías de estar en la cama? – añadió preguntándole a Alice.

- Estoy cansada de estar todo el día tumbada. – contestó. – Mis padres y los sanadores no se creen que esté realmente recuperada. Pero nunca me había encontrado tan bien.

- De hecho, quiere volver a Hogwarts cuando se retomen las clases. – apuntó Adela.

- Aunque las clases empiecen mañana y sea algo precipitado, - empezó Alice. – puedo volver en una semana, cuando haya arreglado todos los asuntos con mi familia y el hospital.

Adela no solo había comprobado que Alice estaba totalmente recuperada, también había notado un cambio en su amiga. Su timidez y vergüenza parecían haber desaparecido cuando despertó. Últimamente hablaba más abiertamente, sin miedo a decir lo que pensaba. Era como si hubiera ganado confianza y seguridad. No sólo eso, había pasado a defender a Blake. Estaba involucrándose de lleno en todo el asunto de la Resistencia, y hasta había compartido algunas teorías con ella sobre Fabianne Aglier. Aquella nueva Alice le gustaba mucho.

- Es innecesario que me quede aquí, cuando estoy perfectamente bien. – aclaró. – Quiero terminar mis estudios en condiciones.

Su sentido de la responsabilidad y trabajo no habían desaparecido. En el fondo seguía siendo la Alice que todos conocían.

- Entonces deberías de estar tratando de convencer a tus padres y no a mí. – le aconsejó Blake. – He contado la verdad ante el Ministerio.

Adela fue a decir algo, pero Alice se le adelantó.

- ¿Por qué lee El Profeta, profesor? – Adela cerró la boca y Blake frunció el ceño. - ¿Espera encontrar alguna pista sobre Aglier? Sé que piensa ir a buscarla cuando se recupere.

Historias de Hogwarts III: la ResistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora