Will volvió a encontrarse con Horus el domingo. El ave fénix había vuelto a posarse en la ventana del dormitorio de Mike y Dora, dejándose abrazar por el muchacho que lo había echado de menos. Cuando lo miró a los ojos supo que Horus no tendría problemas para llegar a Inglaterra, y algo le dijo que volverían a verse una vez hubiera hablado con sus seres queridos. Will lo abrazó por segunda vez y luego salió volando, perdiéndose en el cielo nublado.
Mike y Dora lo guiaron a través del pueblo. Según los informantes de Mangi, el traslador estaba a las afueras, bastante cerca de donde habían encontrado a Will. Pasaron junto a la frutería, y el muchacho no pudo evitar sentir cierta nostalgia pensando que aquella sería la última vez que pasaría por allí.
Cuando llegaron, no vio nada fuera de lo común. De hecho, en aquella explanada semiverde no había nada que llamara especialmente la atención. Mike y Dora sacaron las varitas de debajo de sus chaquetones. En el pueblo debían llevarlas ocultas pues era de dominio muggle. Fue entonces cuando algo en el suelo brilló. Will casi echó a correr hacia el objeto, pero Mike le retuvo.
- Todavía no. – le dijo mientras miraba su reloj de muñeca. – Faltan cinco minutos.
Asintió, pero aun así se acercó a la luz para ver de qué objeto se trataba. Estaba medio enterrado entre la hierba, casi imposible de ver si no hubiera sido por el brillo mágico. Era una pinza rosa de las que se usaban para tender la ropa.
- ¿Sólo tengo que tocarlo cuando sea la hora?
- En este caso sí. – explicó Mike. – Alguien lo ha activado desde Hogsmeade para que funcione a las siete en punto.
- ¿Por qué es tan difícil crear un traslador? – Will llevaba haciéndose esa pregunta desde el principio y sabía que tarde o temprano tendría que formularla. – En Hogwarts nos enseñan que cualquier objeto puede convertirse en traslador si se usa el encantamiento portus.
- Parece facile porque la palabra es simple. Pero hay que tener una enorme fuerza de convicción y una perfecta visión del lugar donde se encuentra el otro objeto. – explicó Dora. – Yo nunca he estado en Hogsmeade y Mangi hace años que no lo visita.
- Desde que estuve estudiando en Hogwarts. – añadió el británico.
Will comprendió. Él sí conocía Hogsmeade, pero no sabía el lugar exacto en el que se encontraba la pinza gemela de aquella que se encontraba en Sicilia.
- Será mejor que te prepares. – le avisó Mike.
Volvió a asentir y se acercó a la italiana, que le sonreía con nostalgia.
- Has sido como una madre para mí. – dijo. Hizo una pausa mientras repasaba lo que quería decir. - Sei stata... come una mamma per me. Grazie di tutto, gracias.
- ¡Oh, Dio! – exclamó atrayéndolo hacia ella. Lo abrazó con fuerza y luego le dio vario besos en la mejilla. - Tienes que volver. En Sicilia es raro que el cielo esté nublado, pero cuando está despejado... el celeste es maravilloso.
Will sonrió y luego extendió una mano al grandullón.
- Gracias, Mike. – se la estrechó y también le sonrió.
- Llámame Mangi. Y ahora toca el traslador, faltan diez segundos.
El muchacho se sentó en el suelo y con algo de inquietud tocó la pinza rosa. El corazón le latía a gran velocidad. Pronto los vería a todos, a su familia, a sus amigos. Tenía ganas de reírse y no parar, le costaba tanto trabajo creer que por fin volvería a casa...
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Historias de Hogwarts III: la Resistencia
FanfictionEl desenlace de la Décima y la Resistencia, ¿quienes son los buenos? ¿realmente existen los malos? Los cambios no se han producido únicamente en Hogwarts y nuestros jóvenes protagonistas empiezan a comprender lo real de la situación.