Cuando Alice pudo moverse de nuevo se acurrucó junto a Will en el suelo, que también sujetaba a su malherido amigo. Comprobaron que respiraba plácidamente, lo que le provocó cierto alivio. Estaba descansando de los efectos torturadores de crucio.
En el otro lado, Fabie sujetaba a Jake. Pero la situación del exprofesor parecía más grave que la de Lucas a pesar de todo y la mujer no podía parar de llorar en silencio.
Megan no se había separado de su madre, la cual había hechizado la puerta para que nadie que no fuera su marido pudiera cruzarla cuando el peligro hubiera pasado. Al igual que Alice, Megan no podía dejar de pensar en el resto de sus compañeros de la Décima, pero Jannet les había asegurado que no les pasaría nada con el Ministerio peleando a su lado.
Danny estaba junto a Fabie, tratando de pasar desapercibido. Miraba de reojo a Mega. No podía dejar de sentir vergüenza y que todo lo que había sucedido era por su culpa.
Megan también lo miraba con disimulo.
- No sabía que el encantamiento reductor se podía aplicar sobre personas. – comentó desviando la mirada.
- Se puede aplicar, pero es tremendamente complicado y los efectos secundarios son muy peligrosos. – le explicó su madre. – Tu padre es un experto, así que Gris podrá recuperar su tamaño original sin problemas para el juicio.
La puerta blindada volvió a abrirse. Por si acaso, Jannet preparó su varita, pero en seguida la bajó al ver que se trataba de su marido.
- Ya ha terminado. – dijo. – Volvemos a casa.
***
El señor Bennet fue el primero en abrir la puerta de la habitación para que, lentamente, fueran abandonado la habitación. Delante de él flotaba Blake, totalmente inconsciente. La señora Bennet caminaba con Fabie frente a ella, sin dejar de apuntarle con su varita a pesar de las insistencias de Will sobre su inocencia. Megan iba tras ellos y sus amigos le seguían de cerca. Danny se mantuvo al final de la fila, aunque los señores Bennet no le quitaban el ojo de encima. Nadie se fiaba de él.
El comedor estaba totalmente desmontado, como si un tornado hubiera pasado por allí y luego un terremoto lo hubiera rematado. Una comparación bastante acertada ya que todo eso había ocurrido, al menos en gran parte. Junto a las puertas que conectaban con el almacén se encontraban los aurores del Ministerio, claros vencedores de la batalla. Había pocos heridos ya que los que peor parado habían salido eran los miembros de la Resistencia, ahora prisioneros tras unas rejas mágicas creadas de la nada. Sin embargo, ambos bandos presentaban las ropas sucias o mojadas, además de alguna que otra quemadura. Masie, la chica amable de la Resistencia, estaba pegada a la pared con barro seco. La aurora de pelo anaranjado que intentaba despegarla, se detuvo cuando vio a Blake y a Fabie. No fue la única, el resto de funcionarios del Ministerio quedaron en silencio con su llegada. La Primer Ministro Robbins, cuya melena rubia había quedado liberada durante la batalla, los observó con severidad. Tras ella había un círculo de aurores, ocultando algo.
Alice, Will y Lucas se acercaron hacia donde se encontraban sus amigos. McGonagall, junto a ellos, usaba episkey contra la rotura del tobillo de Mina. Ian, con una de las piernas del pantalón totalmente destrozada, esperaba que la poción antiquemaduras que le había dado la directora empezara a hacer efecto.
- ¡Alice! – exclamó cuando la vio llegar. La chica corrió junto a él y lo abrazó con cuidado de no hacerle daño. – Estoy bien, ¿qué tal ellos? – añadió señalando a Will y a Lucas. El primero se había pasado el brazo del segundo por los hombros. Había recuperado la conciencia, pero todavía estaba débil. Will consiguió sentarlo junto a sus compañeros.
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Historias de Hogwarts III: la Resistencia
FanfictionEl desenlace de la Décima y la Resistencia, ¿quienes son los buenos? ¿realmente existen los malos? Los cambios no se han producido únicamente en Hogwarts y nuestros jóvenes protagonistas empiezan a comprender lo real de la situación.