43. El don del agua

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Danny no se dio cuenta de que se lo habían llevado hasta que notó la asfixiante sensación de la desaparición, un tipo de magia que agobiaba a todos los que aún no tenían el carnet. Totalmente desorientado, el muchacho se tambaleó cuando tocó tierra de nuevo. Se asustó pues todo estaba oscuro y no podía ver nada. ¿Dónde estaba? ¿Cómo había llegado hasta allí?

La varita iluminó a su captor y no se sorprendió al descubrir que la persona que lo había separado de sus compañeros había sido su madre. Detrás de ella, Héctor abrazaba a la verdadera Julia, su madre, la cual tenía grilletes en los pies y en las manos quedando encadenada a la pared. El niño parecía muy asustado, pero en la expresión de Julia se reflejaba rabia y enfado. De pronto, la elfina Minie apareció de entre las sombras y se echó a los pies de Danny.

- ¡Señorito! ¡Oh, señorito!

No veía a la elfina desde que había llegado al complejo. Minie parecía haberle echado de menos por el brillo de sus ojos. ¿O quizás fuera miedo?

- Aquí estaremos a salvo. – fue lo único que dijo su madre.

Danny la miró con incredulidad mientras ella le dedicaba una sonrisa. ¿Cómo podía estar tan tranquila? Sintió una repulsión desconocida. Como si al llevar la misma sangre de aquella mujer se estuviera ensuciando de un montón de mentiras y maldades. Había matado a una persona sin ningún tipo de escrúpulo. Al abuelo de Megan.

- Sácame de aquí. – no se atrevió a decir nada más, previendo que la enorme cantidad de emociones que se agolpaban en su interior pudieran salir para arrasar con todo. Danny sabía que era peligroso. Lo sabía desde que tenía siete años, por eso su padre le había ayudado a retener todas sus emociones y sentimientos.

"- Tienes que ser tú quien lo controle. – le decía cuando el agua le ensordecía los oídos. – Es tu elemento, tu poder."

Su padre, la persona que le había ayudado a contener su poder, a guardar un secreto que muy pocos conocían... Ahora no era más que una decepción, un hombre que no sólo había ocultado su verdadera personalidad, sino la de una madre que siempre había creído muerta. Ambos, sus dos padres, no merecían nada. Ni siquiera que los odiara.

Danny no podía dejar de pensar en lo que podía haberles sucedido a la Décima por su culpa, por haber fingido ser su amigo, aunque sólo fuera al principio. Tim siempre había sido su amigo, el único chico de que siempre le había seguido, confiando en él. Luego, en la cabaña conoció a Will. Él no era como Tim, un chico alegre y expresivo a pesar de que lo habían tenido retenido, alejado de sus seres queridos. Pero Will le había llamado "amigo". Y Megan... le dolía el pecho cuando pensaba en ella.

Había fallado y traicionado a las personas que había aprendido a querer y eso le atormentaba más de lo que nunca hubiera podido imaginar.

- Es peligroso. – le contestó Charlotte. – El Ministerio todavía está dentro del búnker y si nos descubren nos meterán a todos en Azkaban. – miró a su hijo con las cejas alzadas, como si estuviera triste de verdad. – Mi querido Daniel, ¿no comprendes que a ti también te encerraran? Claro, primero deben llevarte al Colegio, pero una vez que acabe el curso y tengas la mayoría de edad, ¿qué crees que harán contigo? – se acercó con ternura. – Eres tan culpable como el resto de la Resistencia. Tú querías formar parte de est...

Los ojos de Charlotte se abrieron con sorpresa. Uno verde y otro azul, ambos se clavaron en los de sus hijos mientras se llevaba las manos a la garganta. Podía verla reflejada en sus ojos: agua que se agolpaba y agitaba dentro de ella. Cuando abrió la boca sólo pudo escupir agua. En cada arcada, una masa de agua salía de sus entrañas. Se dobló sobre sí misma, sintiendo al océano que su propio hijo le estaba introduciendo, encharcándola por dentro.

Historias de Hogwarts III: la ResistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora