Cuando Alice llegó a su dormitorio, Dina y las gemelas la esperaban sentada en una de las camas. Las dos hermanas se abalanzaron sobre ella y la abrazaron, casi levantándola del suelo con la fuerza de las dos. Dina sonrió al principio, pero luego fue al rescate de su amiga.
- ¡Chicas! ¡Dejadla respirar! – dijo poniéndose en pie.
- Tiene razón – Loreen fue la primera en despegarse. – No queremos que vuelva a caer en coma. – bromeó.
- No estaba en coma. – respondió la otra siguiendo los pasos de su hermana. – Sólo dor-mi-da. – dijo con retintín.
Alice por fin sonrió. "Sólo estaba dormida" era la frase que más había repetido desde que había llegado a Hogwarts. Aunque a las gemelas no había tenido el gusto de soltársela todavía, suponía que Dina se lo habría estado explicando todo mientras iba a hablar con la Décima. A Dina la había visto nada más llegar. Era la primera vez que su amiga se saltaba una clase en Hogwarts según le había dicho Keylie, que por supuesto también se había saltado clases para verla.
- Yo te veo igual que siempre. – dijo Loreen sentándose en la cama. Lina también se sentó, pero tiró de las manos de Alice para que se sentara junto a ella.
- Está más pálida, Loreen.
- No más que Dina, Lina.
- Eso es cierto.
- ¡Oye! – exclamó Dina poniendo los brazos en jarra, pero cuando Alice empezó a reírse los dejó caer y también rio con ella.
- Os he echado de menos, chicas. – dijo pasando sus brazos por los hombros de las gemelas. – Y creo que (¡por fin!) he descubierto una forma de distinguiros.
- ¡No me puedo creer que no supieras diferenciarnos! – exclamó Loreen fingiendo estar ofendida.
- ¡Después de tantos años!
- Mejor tarde que nunca. – se defendió Alice. Luego sujetó la muñeca de Lina y le dio la vuelta. Se había tatuado una mariposa pequeña.
- ¡Eso no vale! – dijo bajándose la manga del chaleco, tratando de ocultar el tatuaje.
- Yo la tengo aquí. – Loreen se bajó uno de los calcetines y mostró su tobillo, donde una mariposa idéntica a la que Lina tenía tatuada en la muñeca decoraba su piel. – Pero aún así tendrás que fijarte en nuestras muñecas.
- Me bastará. – Alice les guiñó el ojo.
Dina acabó sentándose en la cama de enfrente cuando las gemelas empezaron a hablar de lo bien que habían aprovechado los meses de vacaciones. Según explicaron, ellas siempre habían tenido la certeza de que Hogwarts volvería a abrir sus puertas, y ni siquiera dudaron en volver cuando les llegaron las cartas de la dirección. A raíz de eso, Dina explicó que Marshall no volvería a Hogwarts. Su madre, Gliceria Smith, la sanadora que había atendido a Alice cuando la sacaron de las cañerías, había quedado horrorizada con todo aquel asunto. Por eso había decidido que Marshall terminara sus estudios en otra Escuela de Magia que se encontraba en Alemania.
- ¡Alemán! Dios mío, que difícil... - exclamó Loreen interrumpiendo su relato.
Alice miró a Dina con preocupación. Obviamente la chica estaba entristecida con todo aquel asunto. Marshall era su novio y debía de estar echándolo de menos.
- Él quería volver. Pero es su madre la que le paga los estudios.
- Es comprensible. – dijo Alice sentándose junto a ella. Dina le sonrió.
- Pues yo me voy a dormir ya. Mañana hay Pociones a primera y tenemos que pasarnos antes por los invernaderos para coger los ingredientes que Arundell mandó durante la otra clase.
ESTÁS LEYENDO
Historias de Hogwarts III: la Resistencia
FanfictionEl desenlace de la Décima y la Resistencia, ¿quienes son los buenos? ¿realmente existen los malos? Los cambios no se han producido únicamente en Hogwarts y nuestros jóvenes protagonistas empiezan a comprender lo real de la situación.