Faltaban pocos días para el inicio de abril y Hogwarts lo iba notando. El frío era cada vez más discreto y las fechas de los exámenes más próximas. Algunos profesores como Arundell había conseguido explicar la mayoría de la materia llevando un buen ritmo de clase; pero otros como Alistair, parecían no dar a basto con sus asignaturas, costándole mucho trabajo adaptarse al nuevo orden después de los tres meses in albus. Todo esto hizo que la epidemia de estrés se agravase y los peores temores de los estudiantes acabaron haciéndose realidad.
Hacia mucho tiempo que la Décima había dejado de reunirse por un motivo o por otro. Tim trataba de evitar a sus compañeros y aunque compartía muchas asignaturas con Mina, siempre conseguía escaparse antes de que la chica pudiera preguntarle. Tampoco se le veía por las salas comunes y había adoptado la costumbre de deambular por los pasillos de Hogwarts a altas horas de la noche. Mina tampoco tenía tiempo para Tim, aceptaba que al igual que Lucas hubiera decido abandonar la causa de la Décima. Cada cual era libre y en aquellos momentos era más importante la realización de los temas de Transformaciones. Debido a eso se pasaba la mayor parte de su tiempo libre en la Biblioteca, o como mucho en la sala común leyendo manuales sin parar. Sam se unía a ella de vez en cuando y entre las dos se ayudaban a despejar dudas. Después de todo, el asunto de la Décima les había servido para descubrir que hacían muy buen equipo.
Por su parte, Adela había seguido insistiendo con la pipa y el polvo de diricawl, pero Blake seguía sin dar señales de vida. En una ocasión se encontró con Megan en el aula de Runas, leyendo uno de sus libros. La chica había detenido su lectura para observar como inútilmente gastaba los polvos tratando de contactar con Blake.
- ¿Cuánto polvo queda? – preguntó.
- Alice me ha dado la caja completa. – ella también se había dado por vencida. – Pero lo cierto es que queda poco.
- No deberías malgastarlo. – le riñó Megan. – Espera un par de días y vuelve a probar. Está claro que en estos momentos Blake no puede contactar con nosotros.
- ¿Crees que le habrá pasado algo? – le preguntó Adela repentinamente preocupada.
Megan no dijo nada y volvió a su lectura. La chica de Gryffindor le hizo caso y guardó los polvos y la pipa.
Sólo quedan Alice e Ian. Los dos chicos también aparecían por el aula de Runas de vez en cuanto, aunque siempre se aseguraban de que no hubiera nadie en ella para estar más concentrados. Ambos convocaban a sus patronus elementales, tratando de llamar así también a los dones que les faltaban para cerrar el círculo.
- No todo el mundo es capaz de hacerlo. Quizás nunca lo consigamos. – dijo Alice en la segunda quedada. Su ardilla había saltado hasta la mesa del profesor provocando que algo de agua les salpicara. – Mina tardó una eternidad.
- Y estuvo a punto de volverse loca. – señaló Ian mientras la hiena de aire se tambaleaba de un lado a otro.
- Espero que eso no nos pase a nosotros.
- Tranquila, yo me encargaré de que eso no suceda. Es lo último que querría sacar de todo esto. – añadió mirándola con una sonrisa que trato de ser sugestiva.
Alice se sonrojó, pero se le pasó en seguida cuando el chico exageró su expresión hasta volverla cómica. La hiena y la ardilla empezaron a perseguirse en círculos alrededor de los dos.
- No me digas que se caen mal. – dijo Ian fingiendo tristeza. – Lo que me faltaba.
- No te das por vencido nunca, ¿eh? – Alice le miró de reojo. Le divertía y eso le gustaba.
- Nunca. – respondió poniéndose algo serio. La chica se sorprendió y comenzó a sentir la misma sensación de la Sala de los Menesteres. Ian se había acercado un poco más provocando que el pulso se le acelerara. – Y menos cuando sé que existen posibilidades. – alargó una mano y le retiró un rizo del rostro. La ardilla y la hiena habían desaparecido.
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Historias de Hogwarts III: la Resistencia
Fiksi PenggemarEl desenlace de la Décima y la Resistencia, ¿quienes son los buenos? ¿realmente existen los malos? Los cambios no se han producido únicamente en Hogwarts y nuestros jóvenes protagonistas empiezan a comprender lo real de la situación.