38. Los padres de Danny

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Doug se despertó cuando Jake y Fabie terminaron de inspeccionar lo que se encontraba detrás de la puerta. Definitivamente aquello tenía que ser un búnker subterráneo. Las paredes estaban más bajas que en el almacén anterior, aunque seguían siendo metálicas, y no había ninguna ventana. Tampoco estaba vacío. Había mesas con bancas metálicas soldadas en el suelo que eran alumbradas por una fila de lámparas led. Un arco conectaba el comedor con una cocina, en aquellos momentos inactivas.

- ¿Dónde estará el verdadero encargado de las cocinas? – preguntó Fabie mientras Jake volvía a usar el encantamiento silenciador sobre él para que no llamara la atención. La mujer se había encargado de hacerlo flotar en el aire, como si estuviera sujeto con cuerdas invisibles que lo inmovilizaban.

Jake se encogió de hombros como respuesta, luego la miró de reojo. Así lo había tenido a él cuando fue su prisionero en la Cámara de los Secretos.

- Veo que eres toda una experta en conjuros levitatorios.

- Tú no eres el único experto aquí.

El exprofesor volvió a sonreír, provocando que Fabie volviera a pensar en el pasado. Jake siempre había estado muy enamorado de Charlotte, ¿qué pasaría cuando volvieran a encontrarse? Tampoco es que hubiera surgido nada importante entre ellos dos, pero después de todo lo que había sucedido... el cambio en la forma de su patronus, el trato que habían tenido en la cabaña durante los últimos días, sus palabras momentos antes de que fuera liberado de la maldición... Quería encontrar a su hermana, por supuesto, aunque temía no estar preparada por Jake.

McGlade se agitaba en el aire vanamente, haciendo que Jake no pudiera concentrarse.

- ¡Petrificus totalus! – exclamó finalmente. El camarada quedó totalmente inmóvil, aunque sus ojos seguían moviéndose, como si con ello lograra algo. - Me acuerdo de él. – lo miró con decepción. – Trató de atentar contra el Primer Ministro anterior, pero lo paramos a tiempo.

- Fue uno de los primeros en volverse radical. – añadió Fabie. – Nunca me había caído bien y después... Ya te he dicho que nunca he estado de acuerdo con los extremistas.

- Lo sé. – respondió Jake con una mirada conciliadora.

- Mi hermana tiene que estar detrás de una de esas puertas. – dijo Fabie rápidamente para desviar el tema. Una pasarela en altura se pegaba a la pared del comedor permitiendo el acceso a varias puertas.

- También la Resistencia.

Ella asintió con seriedad.

No sabían el número de camaradas contra los que podían encontrarse, tampoco estaban seguros de que Gris o Danny estuviera con ellos. Sí, habían visto a la Paloma, pero también podía ser un truco. Después de haber fingido su muerte durante tantos años, Gris se había coronado como un maestro del engaño. Pero no había sido por Gris por quién se habían arriesgado a trasportarse a un lugar desconocido, ni siquiera lo habían hecho por Danny. Todo era por Charlotte.

La pasarela era de rejilla y a través de ella todavía podían verse las mesas. Allí no había luces y tenían que conformarse con las que alumbraban el centro del comedor. Conforme fueron pasando junto a las puertas observaron que todas eran iguales: blindadas y sin pomo. Dedujeron que tendrían un mecanismo de apertura como el de la puerta del almacén, es decir, con una varita adecuada. Decidieron no intentarlo con ninguna, poniendo su atención en la que se encontraba al final. Aquella era mucho más grande y aunque también era blindada, estaba entreabierta.

- ¿Y si es una trampa? – preguntó Fabie antes de que Jake la tocara. Había sido muy cauteloso anteriormente y ahora le sorprendía la seguridad con la que se dirigía hacia ella.

Historias de Hogwarts III: la ResistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora