9. La Odisea

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Dos meses antes de la recuperación de Alice:

La herida del vientre estaba prácticamente curada. El corte le dejaría una gran cicatriz que quizás alguien de San Mungo hubiera podido evitar, pero tenía que conformarse con los cuidados de la elfina Minie. Ya no le dolía cada vez que se incorporaba en la cama, ni tampoco le sangraba. El único problema eran las piernas, que seguían sin querer moverse.

Por el sonido de las gaviotas y el olor a mar, Will suponía que se encontraban en una especie de cabaña en la playa, pero ni la elfina ni sus anfitriones querían revelarle más información sobre su paradero. Pasaba la mayoría del tiempo solo, siendo la elfina el ser viviente con el que más hablaba. Danny solo se acercaba algunas veces para preguntar cómo estaba, y Fabie no había vuelto a aparecer desde que se despertó.

Todo resultaba muy extraño. Al parecer Fabie no había tenido secuestrado a Blake más de un mes y dicho secuestro no tenía nada que ver con la Resistencia, sino con otro tema del que la mujer no había querido dar explicaciones. Las personas que le habían atacado y dejado en aquella situación tampoco tenían nada que ver con Fabie o Danny, sino todo lo contrario. Por lo poco que le habían explicado, les estaban buscando a ellos. Y no amistosamente precisamente. Sin embargo, lo que más había impactado a Will fue la historia de Danny. Su padre había sido el señor Gris, el líder de la Resistencia "buena" -que era como Will llamaba a los que no se habían vuelto extremistas o "malos"- y al que muchos creían que había matado Blake.

Si todo lo que le habían contado era verdad, entonces Megan y el resto de la Décima no habían estado tan acertados como habían creído.

En las pocas veces que Danny se había quedado más tiempo con él, le había pedido si podía mandar algún tipo de mensaje a su familia o a Hogwarts. Pero el muchacho le había dicho que no podían hacer eso pues se arriesgaban a que descubrieran su paradero. No solo les buscaba la Resistencia "mala", el Ministerio había puesto carteles con sus fotos en todas partes y no podían arriesgarse tanto. Por eso estaban en aquel lugar secreto, del que tampoco le habían dicho nada relevante.

En realidad, Will se sentía como un prisionero. Sin poderse mover y sin poder ver a sus seres queridos. Pensaba mucho en Alice, casi todos los días, ¿habrían reanudado las clases en Hogwarts? ¿estaría preocupada por él? Lo más seguro es que pensase que estaba muerto...

Danny abrió la puerta de la habitación para ayudar a Minie, que iba cargada con la tetera y el gran bote como siempre. El muchacho de ojos azules curvó los labios brevemente, a modo de sonrisa. Cuando la elfina entró en la habitación hizo el amago de marcharse, pero Will se lo impidió:

- ¡Danny! ¿Puedes venir un momento?

- ¿Te duele todavía? – preguntó el chico mirando la herida. Minie ya se había subido al taburete, preparándose para cambiarle las vendas de nuevo.

- En realidad ya no tanto. – admitió. – Pero las piernas... me preocupan.

- ¿No sientes nada? – Danny tocó su rodilla.

- Sí. Sí que las siento, pero es como si no quisieran moverse.

- Eso es buena señal. Si no las sintieras, entonces si deberías preocuparte. Se pondrán bien. – Danny se dirigió de nuevo hacia la puerta.

- ¡Un momento! – lo paró Will. – Estar así es muy aburrido... me preguntaba si querrías hacerme algo de compañía. – Danny le miró con el ceño arrugado, por eso añadió. – Si no tienes nada que hacer, claro.

Dejó la puerta abierta para que Minie pudiera salir. Con la herida casi curada tardaba menos tiempo en cambiarle las vendas, por lo que terminaba el trabajo más rápido. Luego cerró la puerta y se sentó en el taburete.

Historias de Hogwarts III: la ResistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora