Después de la visita de Horus, Will había empezado a sentirse mejor en todos los sentidos. Poco a poco volvía a recuperar la movilidad de las piernas y podía andar algunos pasos. El único problema fue que, al terminar de leer La Odisea, había perdido todas las distracciones con las que pasar el tiempo. Al menos Horus había seguido visitándolo, siempre un par de veces a la semana y por la noche, para no levantar las sospechas de sus captores. Sus visitas siempre le infundían esperanza y energía. Sin embargo, no podía evitar echar de menos los paseos por la playa con Fabie y Danny.
- Me dijo Minie que ya podías andar. – le sorprendió una voz mientras caminaba hacia la ventana. Estaba demasiado alta para poder ver algo además del cielo, pero era al sitio al que le salía dirigirse cuando andaba. – No se equivocaba.
Como las otras veces que Fabie había intentado dialogar con él, Will la ignoró, aunque la miró brevemente. Era la primera vez que le visitaba cruzando el umbral de su habitación desde lo ocurrido en el estudio. Y había pasado cerca de un mes.
Al ver que no le respondía, ella continuó.
- Minie va a salir a pescar. – explicó. – Y necesita que alguien le lleve la cesta cuando esté llena de peces. Ella no tiene fuerza.
Will se giró bastante sorprendido, ¿le estaba proponiendo que fuera el que llevara la cesta de peces? ¿acaso le estaba dando una oportunidad para volver a salir a la playa?
- Ni Danny, ni yo tenemos tiempo. Así que había pensado que...
- Sí. – respondió al instante. – Yo le llevaré la cesta.
- Perfecto. – dijo Fabie secamente. – Pero estarás unido a la elfina con un lazo mágico. Para que no se te ocurra escapar.
- No iba a intentar escapar. – le respondió con sinceridad. Fabie le miró con curiosidad. – Me gustaría decir. – añadió antes de que se marchara. Will hizo una pausa meditando sus siguientes palabras – que no creo que seas una mala persona.
Ella se empezó a reír, pero al ver que Will lo decía con seriedad se volvió con brusquedad, algo sorprendida. Luego cerró la puerta y se fue extrañada hacia el estudio.
***
- Definitivamente, si algún día tengo una hija le pondré Helena. – declaró Will cerrando La Ilíada. Danny le miró sentado desde el taburete mientras se metía en la boca el último trozo de la empanada que había preparado Minie.
- Aunque se llame Helena no será la mujer más bella del mundo. – le dijo después de limpiarse la boca.
- Pero será muy bella. – le contestó. – Si posee mis genes... – añadió mientras se señalaba.
- Te ha gustado, por lo que veo.
- La verdad es que sí. – dijo Will mientras estiraba los brazos y sacaba las piernas fuera de la cama. Parecía mentira que ya estuviera totalmente recuperado de su herida. - ¿Sabes si Aglier me dejará salir hoy con Minie? Ya sabes, para pescar y eso.
Danny se puso serio, haciendo que Will se preocupara. Había pasado suficiente tiempo con el chico como para conocer sus expresiones y aquella no parecía tener un significado positivo.
- No. – dijo un poco seco. Se levantó y cogió la bandeja donde había estado la empanada. – Mañana te traeré otro libro, ¿qué te parece La Eneida?
Cuando ya se había dado la vuelta para marcharse, Will le agarró por el hombro. A veces, Danny olvidaba que ya podía andar con total normalidad.
- Ese "no"... ¿es un "no" que significa que Minie está ocupada con otras cosas o...?
- Es poco probable que vuelvas a salir con Minie. – reconoció, todavía cargando con la bandeja.
- ¿He hecho algo mal? – le preguntó alzando las cejas.
Danny lo pensó un momento antes de responder.
- Descubrimos lo del fénix. - Will soltó a Danny del hombro y miró desesperanzado hacia el suelo. – Podías habernos delatado.
- Pero no lo hice.
- Aun así, implica un riesgo. No estamos dispuestos a correrlo.
- ¿Qué le habéis hecho?
- ¿Al fénix? No pudimos cogerlo.
A Will se le escapó una sonrisa. Danny lo miró receloso.
- No deberías haberlo llamado.
- Yo no lo llamé. – respondió tajantemente. – Él me encontró.
- Pues para la próxima vez nos encargaremos de que no te encuentre. – dijo Danny. Abrió la puerta y abandonó la habitación con rapidez.
- ¿Qué quieres decir? – preguntó Will. Intentó seguir los pasos de Danny pero entonces, una potente masa de aire le empujó hacia atrás. El golpe no fue duro, pero al chocar contras los pies de la cama, sintió un espantoso dolor allí donde el metal le había caído en las cañerías.
Habían hechizado el marco y el umbral de la puerta para que no pudiera atravesarla.
Will dio un puñetazo al suelo de madera antes de levantarse ¡Horus sólo le hacía compañía! Era lo mínimo a lo que podía aspirar encerrado tras aquellas cuatro paredes.
- ¿Se encuentra bien el señorito? – preguntó Minie tras la puerta. - ¿Qué hace en el suelo...?
- ¡Minie! – exclamó Will acercándose a la puerta con prudencia. – Necesito hablar con Fabie, con la señorita, ¿podrías decirle que venga a verme, por favor?
- La señorita no puede venir. – dijo la elfina restregándose las manos, parecía algo nerviosa. Will chitó desesperado, estaba empezando a perder la paciencia. – Yo sólo venía a por la bandeja...
- La bandeja ya la he recogido yo, Minie. – dijo Danny regresando con las manos metidas en los bolsillos. Miró a la elfina con amabilidad. - Vete.
La elfina se puso tiesa como un palo, pero en seguida respondió:
- Claro, señorito.
- ¿De verdad? – preguntó Will señalando la puerta cuando la elfina se hubo marchado. - ¿Esto es necesario?
- Después de lo del fénix, Fabie comenzó a desconfiar de ti...
- ¡Por las barbas de Dumbledore! – exclamó Will. Se lanzó contra él, pero a medio camino recordó el hechizo y se paró en seco, quedándose a un palmo de distancia. - ¡Horus no desvelará nada! ¡Él jamás me traicionaría!
Danny le miró con prudencia.
- ¿Y tú? ¿Nos traicionarías a nosotros?
Will pestañeó varias veces. Le dolía que aún no confiaran en él. Nunca les había dado motivos, ni siquiera cuando se enteró de lo que le había hecho a Alice... Suspiró con cansancio y se sentó en la cama.
- Tienes razón. – dijo con voz apagada. – Soy vuestro prisionero y debería recordarlo más a menudo. – levantó la vista para mirarle con desdén. – Aunque yo no soy al único que se le olvida. – recogió La Ilíada y la tiró. El libro se deslizo por el umbral de la puerta y se paró bajo los pies de Danny.
Era la primera vez que Will le miraba con desprecio y fue como si le hubieran tirado un jarro de agua encima. Recordó la mirada de Megan cuando lo descubrió junto a Fabie en la Cámara de los Secretos.
Danny recogió La Ilíada con lentitud. Will no le quiso mirar, pero cuando sacó su varita, se puso en pie repentinamente sorprendido.
- ¿Qué vas a hacer...?
Danny apuntó con la varita hacia el umbral de la puerta.
- Disparatur hexed pulvis. - una corriente de aire agitó el cabello oscuro de Danny y el rubio de Will. La ventana de la habitación se abrió y luego se volvió a cerrar debido a la fuerza del viento. – Puedes irte.

ESTÁS LEYENDO
Historias de Hogwarts III: la Resistencia
FanfictionEl desenlace de la Décima y la Resistencia, ¿quienes son los buenos? ¿realmente existen los malos? Los cambios no se han producido únicamente en Hogwarts y nuestros jóvenes protagonistas empiezan a comprender lo real de la situación.