44. El Lago Negro

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El sol asomaba tras la línea plateada que separaba el cielo del Lago Negro. Adela estaba allí, sentada frente al agua sin poder dejar de pensar en sus amigos. No había pegado ojo en toda la noche y se había negado a volver a las habitaciones cuando McGonagall y los Bennet se marcharon para salvar a la Décima. Había insistido mil veces para que la dejaran ir, pero nadie le había escuchado.

Después de comprender que lo que la muchacha les decía era cierto, todos se habían puesto muy nerviosos para movilizar al Ministerio y que pudieran llegar junto a ellos antes de que fuera demasiado tarde. Sin embargo, hubo un momento en el que McGonagall recordó que Adela seguía allí, fue entonces cuando ordenó a los celadores que la acompañaran a su habitación. Naturalmente, Adela pataleó y luchó con todas sus fuerzas. No quería darse por vencida, ella quería ir junto a sus amigos; pero los Reeves eran más fuertes y finalmente lograron alejarla de la escena. Cuando estuvieron frente al retrato de la Señora Gorda, la dejaron en el suelo y se cruzaron de brazos, impidiéndole que pudiera volver por donde habían venido. No le quedó otra opción que cruzar la entrada secreta, aunque no se fue directamente a su habitación. Esperó unos minutos y tras asegurarse que no había rastro de los celadores, volvió a cruzar. Al llegar de nuevo al patio de la torre del reloj, McGonagall y los Bennet ya se habían marchado.

Pero Adela era incapaz de volver a la Torre de Gryffindor, por eso siguió andando hasta cruzar las puertas del Colegio. Siguió avanzando guiada por la luz de su varita hasta llegar frente al Lago Negro y allí se había quedado, esperando a que el sol saliera y sus amigos regresaran sanos y salvo. Sabía que si volvían sería allí donde se aparecerían ya que dentro de Hogwarts no se podía. Quizás sólo McGonagall por ser la directora, o alguien con un permiso especial, pero siendo tantos los que tenían que volver...

Adela tenía el rostro enterrado tras sus rodillas cuando su cuerpo fue sacudido por una onda expansiva de aire.

Habían vuelto.

Se levantó con torpeza, algo aturdida por el cansancio, y fijó la vista en el grupo de personas que acababan de llegar. La mayoría eran magos y brujas que no conocían con capas de aurores. Estaban agotados, algunos sucios, manchados de barro. Se alegró al comprobar que sólo había dos que llevaban restos de sangre y no parecía que fuera de ellos. Cassie estaba entre el grupo y también la madre de Megan, aunque no vio a Edrick Bennet por ninguna parte.

De nuevo, otra expansión de aire anunció la aparición de un segundo grupo de personas. Este era más reducido y Adela sintió una tremenda felicidad al reconocerlos a todos. Alice estaba junto a Ian, que cojeaba un poco. La muchacha le sonrió cuando la vio, haciendo que Adela se olvidara de su estupor para correr a abrazarla. Mina se apoyaba en Sam, dolorida por un tobillo que tenía vendado; y Tim estaba junto a Will, protestando contra la directora McGonagall, quién les había trasladado hasta allí.

- ¡Tenemos que volver! – gritaba el chico de Gryffindor. - ¡No podemos dejarlo con ella!

Adela miró a su alrededor. Sintió una punzada en el pecho al descubrir que Lucas no estaba allí. Tampoco Megan.

- Lucas y Megan están bien. – le dijo Alice como si le hubiera leído el pensamiento. – Megan se ha marchado con su padre y Lucas (no se asustes con lo que te voy a decir) está en San Mungo ¡Tranquila! – añadió al ver como su amiga se llevaba una mano a la boca, con ojos brillosos. – Está bien, no tiene nada grave y en seguida estará de vuelta.

Adela soltó aire.

- ¿Entonces por qué William quiere volver?

- Es por Danny, él...

Una tercera aparición tuvo lugar junto al Lago Negro. Estaba claro que aquello no había sido previsto por el resto, que miraron a los nuevos con una mezcla de sorpresa y alerta. La Primer Ministro de magia fue la primera en reaccionar. Avanzó hasta situarse frente a los recién llegados y preparó su varita.

Historias de Hogwarts III: la ResistenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora