Mientras tanto, en la cabaña:
- ¡¿POR QUÉ LO HAS HECHO?! EXPLICAMELO O TE JURO QUE...
Fabie apuntó hacia el rostro de Danny con su varita. El muchacho no pareció tenerle miedo y la miró con desafío. La mujer abrió mucho los ojos y guardó rápidamente la varita, asustándose de su propio comportamiento. Luego se dio la vuelta y agarrando el perchero del vestíbulo con ambas manos, lo lanzó contra el suelo para descargar toda su rabia.
- No te creí capaz de traicionarme de esta manera. – le dijo mientras recogía su varita. A continuación, se encerró tras la primera puerta de la pequeña casa, casualmente la habitación que había sido de Will.
Danny apretó las mandíbulas y luego se pasó la mano por el pelo, suspirando para tratar de serenarse y encontrar una forma de arreglar aquel desastre. En el fondo sabía que había obrado bien dejando libre a su amigo. Porque eso era Will, un amigo.
- ¿Minie, donde estás? – dijo mientras ponía derecho el perchero. Las capas y demás prendas estaban tiradas por el suelo. - ¿Minie? – volvió a suspirar y fue a buscar a la elfina a la cocina, ¿qué estaría haciendo para tardar tanto en acudir a su llamada?
Sin embargo, Minie no estaba en la cocina. Se asomó por la pequeña ventana que se encontraba sobre el fregadero, quizás hubiera ido a pescar. Pero la elfina tampoco estaba en la playa.
El muchacho volvió a salir al vestíbulo. Un elfo doméstico podía aparecerse y desaparecerse en cualquier lugar, pero era muy raro que lo hiciera sin el consentimiento de su amo. Quizás cuando le ordenó que se marchara antes de lo de Will...
Danny se detuvo en seco. Tres magos con túnicas de color mostaza le esperaban en el vestíbulo con las capuchas subidas. El muchacho sacó la varita, y aunque trató de mantener la calma, estaba realmente asustado, ¿quién les habría abierto la puerta? Al igual que lo había estado el cuarto de Will, la entrada estaba hechizada para que sólo Fabie y él mismo pudieran entrar.
- Tranquilízate, niño. – dijo uno de los magos. Danny no podía verle el rostro a ninguno de ellos, eso le inquietaba aún más. – No queremos hacerte ningún daño. – El chico no retrocedió, es más, apuntó con más firmeza hacia el mago que le hablaba. Dio un paso hacia adelante y le hizo retroceder. Sabía que debía de llamar a Fabie, él solo no podría contra aquellos tres magos y menos si se trataban de la Resistencia, algo de lo que cada vez estaba más seguro.
- ¿Quién les envía? – fue lo único que pudo decir. Deseó haberlo dicho con la suficiente fuerza como para que Fabie, tras la puerta que se encontraba justo a la derecha de Danny, le escuchara.
- Nadie nos envía. – respondió otro de los encapuchados. Por su voz, descubrió que se trataba de una mujer. – Somos nosotros los que queríamos verte. – Con tranquilidad descubrió su rostro al bajarse la capucha.
Era una mujer de aspecto latino. Llevaba una larga trenza negra a la espalda, y sus ojos oscuros decoradas con abundantes pestañas, le miraron con un insólito brillo. A Danny se le hizo un extraño nudo en la garganta.
- No seas imprudente, Dove. – le dijo el encapuchado que había hablado primero. – Vuelve a ponerte la capucha. No deben ver nuestras caras.
- Ellos no conocen... este aspecto. – respondió la mujer, sin dejar de mirar a Danny.
El mago se acercó a la tal Dove e intentó llevársela hacia atrás, pero entonces, el otro encapuchado, el que todavía no había dicho ni hecho nada, levantó la palma de la mano. El mago que quería apartar a Dove volvió a su sitio.
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Historias de Hogwarts III: la Resistencia
FanfictionEl desenlace de la Décima y la Resistencia, ¿quienes son los buenos? ¿realmente existen los malos? Los cambios no se han producido únicamente en Hogwarts y nuestros jóvenes protagonistas empiezan a comprender lo real de la situación.