Vamos a la prueba de Yato-gami

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Punto de vista de Lars.

Cuando fui a la enfermería me dijeron que me había roto dos costillas y me dijo que no me moviera por un tiempo, es una lastima que tuviera que ir a Kumamoto para poder afrontar la prueba de mi padre para conseguir una joya que tiene una parte de su poder.

Al salir me dirigí a mi camarote, el cual compartía con mi novia que me estaba esperando con una cara de preocupación muy grande.

- ¿Estás bien? - dijo ella preocupada - ¿Te duele mucho?.

- Lo suficientemente bien como para saber qué me duele - dije con una sonrisa para intentar calmarla un poco - además, esto no es nada más grave de lo que me ha pasado ya, y tenemos la ambrosía y el néctar que trajiste desde el campamento mestizo.

No pareció muy convencida, ya que no lo habíamos probado en semidioses japoneses. Ella se acercó a su mochila y sacó una botella que contenía un líquido de color amarillo, como si fuera miel.

Me tendió la botella y yo la agarré con un gemido de dolor por tener que alargar el brazo. La botella estaba a temperatura ambiente, estaba fresca pero no fría, y al probar un trago me quedé sorprendido, tenía el mismo sabor que el pastel de limón de mi abuela, la cual hace ya unos años que nos dejó a mi madre y a mí.

- ¿A qué te sabe? - preguntó mi novia con una pequeña sonrisa.

- Al pastel de limón de mi abuela - le dije sonriente - ¿Y a tí a que te sabe?.

- Al bistec maravilla de mi madre - dijo con una gran sonrisa me yo la miré un poco extrañado - se llama así porque a día de hoy todavía no sé cómo lo hace.

Después de eso nos estuvimos riendo y dando ideas de como hacía el bistec si madre. Cuando llegó la hora de la cena el capitán del barco nos dijo que por el fuerte oleaje no se podía salir a cubierta y que la cena había sido servida en a zona de comidas.

Salimos lentamente, ya que todavía me dolía un poco el pecho. Cuando llegamos fuimos recibidos por el grupo del circo, dónde Fufu contaba como habíamos vencido a los demonios híbridos.

Después de eso fuimos a dormir, por loque yo me puse un poco nervioso. ¿Por qué?, Os estaréis preguntando, muy sencillo, yo duermo de espaldas a ella, ya que si la miró mientras duerme no podré dormir por lo adorable que es, mientras que ella, pues, ¿Cómo decirlo?... Da muchas vueltas en busca de algo a lo que agarrarse, y ese algo es mi espalda. Pensaréis que soy un suertudo por tener a una chica muy mona a mi espalda dormida, pero para mí no lo es tanto, solo llevamos como novios unos tres días, y eso quieras que no me ponía un poco nervioso.

Cuando se hizo de día salimos del camarote y se podía ver el puerto en el que nos separaremos de nuestros amigos circenses.

Cuando tocamos tierra llegó el momento de las despedidas, os voy a ser sincero, no me gustan mucho las despedidas, soy más partidario a las despedidas silenciosas, que consisten en irse sin decir nada haciendo que los demás supongan que te has ido, recuerdo cuando lo hice en mi graduación con el señor y Tony, al final nos largamos para evitar tener que despedirnos de los profes que nos caían bien. El caso, que me voy por la ramas yo solo. Nos juntamos todos en el puerto donde nos desearon mucha suerte en nuestro viaje mientras ellos esperaban para ir a Corea del sur ya que no querían ir a Corea del norte por razones personales.

Tras estar cerca de diez minutos dándonos abrazos de despedida salimos para llegar a la isla que se sitúa al sur, más concretamente la ciudad de Kumamoto. Podíamos coger un vuelo, pero no queríamos arriesgarnos a causar una desgracia por demonios voladores, podemos ir al campamento, pero no queremos perder tiempo, por lo que nuestra última opción es ir en tren. Así que nos pusimos en marcha a la estación de metro.

Océano e infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora