Llegada

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Punto de vista de Percy.

Estábamos en el Argo II dirigiéndonos a Alaska. Dentro de poco, todo esto acabará y podremos seguir con nuestras vidas. Pero, ¿cuando todo acabe podré volver a ver a mi hermano?. Ya vasta, no debo pensar en eso ahora mismo, debo concentrarme en la pelea que debo tener con el dios primordial de la destrución.

Ahora mismo yo estaba en el gimnasio, preparándome para cualquier cosa  que pudiera pasar. Desconozco lo que estaban haciendo los demás, solo sabía que Annabeth estaba conmigo practicando su espada de hueso de drakón, puede que mis compañeros estuvieran practicando con sus respectivas armas.

- Tranquilo Percy - dijo mi novia mientras me veía destripar a los muñecos de paja que había en el gimnasio. - Sino te podrías lesionar y salir mal parado de todo esto.

- Ya lo se, pero no puedo relajarme - dije nervioso - todo el universo depende de lo que haga. No se si podre hacer algo en contra de Abismo.

- No te pongas esa carga tan grande encima de tus hombros, no estás solo, estamos todos contigo - dijo ella con una voz muy dulce.

Me gustaría saber cómo hace para lograr calmarme con tanta facilidad, ese don es fascinante.

Estuvimos hablando y practicando por un buen rato hasta que la vos de Leo no llamó la atención a todos nosotros.

- Damas y caballeros, en unas horas llegaremos a Alaska - dijo como si fuera un piloto de un avión comercial - tierra de hielo, nieve y muerte de seres mitológicos, agradecemos a los pasajeros que hayan elegido nuestra compañía para llegar a la tierra alejada de la mano de dios.

- Nunca cambiará - dije mientras me reía en voz baja.

Punto de vista de Nico.

Amaneció con mucha calma, las pájaros cantaban, no había nubes en el cielo. Estábamos preparados para cualquier coas que pudiera pasar, como si de repente apareciera otra horda de monstruos volviera a atacar a nuestro campamento.

Cuando ya estaba vestido y aseado salí en dirección a la casa grande para poder hablar con Quirón e idear un plan de entrenamiento para los semidioses. Pero cuando llegué a la casa grande vi como nuestro entrenador estaba hablado con el entrenador de los semidioses japoneses y Lupa.

- Decidido - dijo el centauro - esta noche iremos a Alaska para ayudar a los semidioses de la profecía, solo que los japoneses tenéis que ir mañana por la mañana.

- De acuerdo - dijo el entrenador japonés mientras asentía - les informaré a mis campistas.

- Y yo a mis cachorros - dijo Lupa refiriéndose a los romanos.

Después de eso los mensajes de iris desaparecieron dejándome solo con Quirón. - Hola Nico - dijo este al darse cuenta de mi presencia - imagino que habrás oído lo que estábamos hablando. - Yo asentí y se dirigió hacia mi. - Bueno, tenemos que informar a los demás.

En ese momento los dos salimos de la casa grande para informar a todos de la noticia que acababan de decidir los entrenadores de los campamentos.

Cuando estaban todos desayunando Quirón se hizo notar entre los semidioses dando golpes en su pata delante derecha en el suelo del comedor.

- Chicos, me gustaría que me  que os reunierais todos vosotros en el anfiteatro - dijo el centauro con mucha seriedad - avisad a los que no están por favor.

Los semidioses asintieron y fueron al anfiteatro después de desayunar y de haber ido a avisar a los que no estaban en el desayuno.

- Bueno chicos, me gustaría decir que esta noche, Uzume, la diosa de la danza japonesa, nos ayudará a llegar a Alaska para ayudar a Percy a los demás - dijo Quirón muy serio mientras que los campistas lo escuchaban muy serios - por lo que hoy no tendremos ningún tipo de entrenamiento solo nos dedicaremos a afilar las armas y seleccionar las que os llevareis para ayudar a los demás.

Océano e infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora