Problemas de hermanos

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Punto de vista de Lars.

Cuando abrí los ojos estaba en una sala con el resto de mis amigos que me miraban sonrientes, en especial Brooke. Pero lo que me llamó la atención fue que mi padre no estaba con ellos.

O busqué con la vista pero no logré encontrarlo. Que raro, yo pensé que los dioses al hacer estas pruebas se quedaban con los que estaban observando la prueba.

Mis compañeros notaron que no dejaba de ver a mi alrededor y me preguntaron.

- ¿Qué pasa, estás bien? - Dijo Brooke un poco preocupada.

- No veo a mi padre - le contesté a mi novia - pensé que estaría aquí con vosotros viendo a prueba.

- Ahora que lo dices - dijo Grover - estaba con nosotros hace tan sólo unos segundos, ahora no sé muy bien donde está.

Me levanté con la intención de buscar a mi padre, pude contar con la ayuda de los demás. Lo malo de la sala es que era una sala cerrada y no había muchos sitios para esconderse en ella. Parecíamos unos idiotas buscando cualquier cosa, lo digo porque estuvimos buscando hasta debajo de cojines para encontrarlo.

Estuvimos así por un buen tiempo hasta que Annabeth descubrió algo. Ese algo consistía en una trampilla justamente debajo del único cojín que no habíamos revisado por pensar que era estúpido seguir haciéndolo.

La trampilla era lo suficientemente grande como para poner una escalera en vertical hacia abajo.

- Muy bien - dijo la hija de Atenea - mi instituto me dice que tenemos que bajar.

- Tu instinto y que es la única salida de la habitación - dijo Clarisse.

La trampilla estaba oscuro y no se podía ver el fondo, así que el señor Aru se asomó por la trampilla, estuvo unos segundos asomado para luego decir.

- Es una buena caída - dijo serio - habrá diez metros hasta abajo y no puedo ver más ya que es un pasadizo hasta el suelo.

Después de esa información organizamos el orden de bajada, yo el primero, obviamente, después Tony, el señor, Alex, Annabeth, Brooke, Ivar, Leo , Percy y Grover el último, creo que sus patas de cabra no le harían ser muy rápido con estas escaleras.

Os podría contar cómo fue el hecho de bajar las escaleras, pero creo que no queréis aburriros con eso. Lo único gracioso que podría decir de eso es que tuve que hacer una apasionada y sensual serie de caricias a la pared para poder caminar bien hasta llegar a la puerta, o eso dijo el señor.

Cuando abrí la puerta pude encontrar un templo japonés pequeño donde estaba mi padre vestido con un kimono masculino de color azul oscuro.

- Hola hijo - dijo mi padre muy alegre - me alegra que hayas sido capaz de superar esa prueba.

- Gracias - dije un poco avergonzado por eso.

- Además de que logras acabar con cien ayakashis, no está mal - dijo él levantándome el pulgar en signo de aprobación - y por haber superado la prueba yo te otorgo mi gema.

La gema que me dio mi padre era una calavera de color azul muy pálido. Al cogerla noté un poco de la energía que se almacenaba en dicha joya, definitivamente tiene poder divino.

- Hijo, tienes que tener cuidado - dijo mi padre muy serio - el poder es como el vino, de forma moderada es bueno, pero bajo ningún debes consumir más poder del que puedas soportar, ya que el poder, como las bebidas alcohólicas, puede embriagarte y hacerte una persona de la que no eres capaz de controlarte.

- Como Aru cuando cae en locura - dijo Clarisse creando un ambiente un poco pesado entre ellos.

- Se podría decir que si - dijo papá pensando en ello - cuando Aru-san cae en locura, usa todo su poder, eso obviamente no lo puede manejar y la pequeña chispa de locura que habita en él se apodera del control, aunque también pasa si se pone furioso.

Océano e infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora