Océano e infierno

último día de descanso y partida

Punto de vista de Aru.

Tras un baño relajante con Alex fuimos a la sala donde estaban los demás, los cuales estaban en un silencio sepulcral mientras que Lars y Tony no estaban con ellos, lo más seguro es que estén haciendo algo de comer para los demás.

 - Hola hijo - dijo mamá con una sonrisa al vernos a Alex y a mí - ¿cómo ha ido el baño?.

- Bastante bien - dije con una sonrisa - hasta que  una cabra  irrumpió en el baño.

- No puedo permitir que dos personas de sexos opuestos se bañen juntos, y menos si están bajo mi cuidado - dijo el sátiro con la cara muy roja.

- Dejemos ese tema de lado, ¿de acuerdo? - dijo Alex intentando dejar de lado la conversación.

Todos asentimos a eso y esperamos a que llegase la cena. Media hora después Tony y Lars llegaron con platos de pasta con tomate y para mí una manzana cortada directamente en dados, lo cual agradecí a mis dos amigos.

Después de la comida decidimos tener el resto del día libre para relajar nuestros cuerpos, en especial el mio. Todos nos separamos, Percy y Annabeth fueron a explorar el palacio, Clarisse se apuntó a un tour por el Yomi, Tony, Lars y Brooke fueron a la biblioteca, Ivar repasaba sus apuntes, Leo, si os digo la verdad no se donde está, mientras que yo fui al patio interno a leer un libro.

Estaba disfrutando de mi lectura hasta que noté la presencia de alguien a mi espalda, por lo que cerré el libro y me giré para ver a la persona que estaba detrás de mi, sinceramente me sorprendí al ver a Leo, porque no suele venir a hablar conmigo.

- ¿Qué sucede Leo? - pregunté dejando a un lado el libro.

- Solo quería preguntarte una cosa - me dijo y yo asentí para que continuase - ¿Tú crees que Alex me odia?.

- A ver, - dije mientras indicaba que se sentase a mi lado - ella note odia, es solo que no le gustan las bromas.

- ¿Por qué? - preguntó él - las bromas les gustan a todo el mundo.

- Ya, pero deja que te cuente - dije mientras empezaba a contarle sobre la vida de mi prometida - en la escuela siempre se metían con ella, ya que no solía juntarse con mucha gente, porque cuando cocinaba en clase de economía doméstica todo lo que hacía se le quemaba, pero sobre todo se metían con ella por su color de pelo.

- ¿Por ser rubia? - preguntó muy confundido.

- En Japón, el pelo rubio no existe casi - dije confundiendo más al semidiós griego - casi todos los japoneses son morenos o castaños, como mucho pelirrojos. Los rubios suelen ser Yakuzas, la mafia japonesa, y por eso se metía con ella diciendo cosas como que era una gamberra, que las cosas que se rompían lo hacía ella y que los envenenaría si preparaba algo para comer, por eso cada vez que le hacen una broma actúa como lo hacía cuando estaba en clase. Pero no te odia, tú tranquilo.

Eso pareció relajarlo un poco, pero Leo no se fue y se sentó a mi lado y empezamos a charlar. Al parecer, yo no era el único que había estado en muchas casas de acogida. Eso me sorprendió, no pensé que otra persona haya pasado por algo parecido a mi, por lo que nos entendimos bastante bien.

Un tiempo después, Leo se despidió y se fue por donde había venido. Tras quedarme solo empecé a aburrirme y me dispuse a dar un paseo para distraerme un poco, por lo que me encaminé para dar un paseo por el palacio de mi madre.

Caminando por los pasillos me encontré con el grupo de demonios turistas y a Clarisse recorriendo el lugar, por lo que decidí dejarlos a su aire y no molestar a los que están dando la guía turística.