Charla nocturna

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Punto de vista de Percy.

Tras recoger la joya de la diosa de las flores, cuyo nombre soy incapaz de pronunciar, nos trasportó justo en la entrada del Argo II junto a la novia de Tony, que seguía en su pijama.

Al subir nos fuimos directamente a la cama, puede que ya sea de día, pero nos hemos pasado toda la noche despiertos y sinceramente, tengo sueño y quiero dormir. Fui directo a mi camarote y me tiré en la cama cayendo en los brazos de Morfeo. 

En el sueño que tuve estaba en un lugar que no pude reconoces, simplemente por una razón, todo el lugar estaba oscuro y no podía distinguir ningún tipo de figura, solo voces.

- ¿Tenemos lo que queríamos? - dijo una voz que parecía perteneces a un hombre joven.

- Si mahou-sama (rey demonio en japonés) - dijo otra voz un poco más grabe - tenemos la piel de Yoko donde está sellada la bestia.

- Muy bien - dijo la misma voz de antes - ese Abismo estará contento, tener al bijuu más fuerte nos ayudará a terminar con esos semidioses tan inútiles.

Después de eso cambió el escenario en donde estaba, ahora era un cueva con paredes heladas y un trono extraño adornaba la sala en la que estaba. El lugar estaba vacío, no había ni un alma hasta que irrumpió en la sala el dios primordial de la destrucción Abismo.

- Toda va bien - dijo con una sonrisa maliciosa adornando su cara - todos los preparativos están listos, en una semana prepararemos el ataque, y acabaré con esta estúpida creación que hizo mi hermana mayor Caos.

Después se echó a reír como un maníaco de película de miedo, se nota que no está bien de la cabeza, no se da cuenta que él también vive en este universo, además de que él no puede crear otro universo para poder vivir en el, dioses, por qué los malos siempre tiene que estar tan mal de la cabeza.

Cuando quería salir del mundo de los sueños volví a ser arrastrado hacia algún lugar. Cuando la imagen se aclaró estaba en una playa, más precisamente en Montauk, en donde estaba mi padre sentado en una butaca mirando al mar.

- ¿Cómo va el viaje? - preguntó cuando se fijó en mi.

- Bien - le dije - solo queda la joya de Izanami y es en el infierno japonés, pero al parecer el rey de los demonios y el primordial de la destrucción están planeando un ataque para dentro de una semana, lo más seguro es que pasemos un día en el campamento japonés y que al día siguiente partiremos para la última prueba.

- Muy bien - dijo mi padre al escuchar esto - informaré a los demás de ello, además, nunca había visto a Artemisa preocupada por un hombre, es muy curioso.

Después de eso nos despedimos y yo me desperté en mi camarote en la misma posición en la que me tiré en la cama. Para orientarme miré por la ventana y vi que ya estábamos en el campamento y que era cerca de medio día tirando ya por la tarde.

Decidí salir de mi camarote y descubrí que todo el barco estaba vacío, ¿Acaso sigo soñando?. Decidí salir del barco y en el campamento si que encontré a gente por allí, varios semidioses haciendo sus quehaceres como entrenamiento o mantenimiento del campamento. Me encaminé por todo el campamento, encontrándome con semidioses como los que hay en el campamento mestizo, jugando bromas a los demás semidioses, entrenando como si no hubiera un mañana y muchos otros estudiando, debe ser su sangre asiática.

Caminé por un buen rato con la intención de encontrarme con mis compañeros, pero antes de que pudiera encontrarme con alguien sonó el anuncio de la cena, por lo que decidí seguir a los demás, ya que no recuerdo donde estaba el comedor.

Al llegar vi a mis compañeros, que estaban conversando de algo que no podía escuchar, caminé hacia ellos y me senté al lado de Annabeth.

- ¿Donde estabais? - les pregunté.

Océano e infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora