10. Después de la tormenta siempre llega la... ¿vergüenza?

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De pronto, me encuentro tumbada de espalda sobre la cama, con Tyler apoyado sobre sus antebrazos encima de mí

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De pronto, me encuentro tumbada de espalda sobre la cama, con Tyler apoyado sobre sus antebrazos encima de mí. No es la primera vez que estamos en esta postura sobre una cama, pero sí es la primera vez que lo estamos uniendo nuestras bocas y comiéndonos literalmente a besos. Respiro entrecortadamente, mientras mis dedos se enredan en su suave pelo, obligándole a seguir el beso.

Actúo de forma instintiva y tomo su camiseta por la parte baja para tirar de ella hacia arriba e intentar quitársela por la cabeza. Tyler sujeta mi muñeca y me detiene.

—Olivia —jadea pronunciando mi nombre casi sin aliento.

Con la otra mano que me queda libre, trato de volver a la carga y quitarle la camiseta una vez más. Pienso llegar hasta el final. Quiero llegar hasta el final. Hoy paso olímpicamente de la voz de mi conciencia.

—Por favor Olivia... para.

¿Qué pare? Debo de estar escuchando mal porque no puede ser que me haya dicho eso.

Le miro a los ojos con una expresión entre sorprendida y apasionada. Sus ojos me parecen los más bonitos que he visto en mi vida. Tenerlos mirándome fijamente desde tan cerca y con ese brillo que tienen ahora mismo, hacen que quiera perderme en ellos para siempre. ¿Cómo es posible que no me hubiese dado cuenta antes?

Vuelvo a buscar su boca y él no me rechaza. Me recibe con sus labios mientras nos damos besos cálidos y húmedos. Bajo mis manos por sus costados y acaricio sus costillas. Voy palpando su cuerpo y debo reconocer que tiene un torso de escándalo, formado por músculos perfectamente definidos. Igual puede que mi amiga Jessi tuviese algo de razón, Tyler no está nada mal, aunque eso no pienso reconocerlo jamás. Para mí esto que está pasando no cambiará las cosas. Es algo puramente circunstancial.

Rodeo con mis manos su cintura y me detengo en el nudo de cordones que mantiene atados sus pantalones de chándal, pero Tyler se echa hacia atrás, quedando de rodillas frente a mí y se vuelve a atar el nudo del pantalón que he deshecho.

¿Qué le pasa ahora?

—¿No te gusto? —pregunto molesta.

—No es eso Olivia.

—¿Entonces qué es? ¿Qué te impide quitarte la ropa? ¿Tienes algún complejo de algo? ¿Llevas un agujero en los calzoncillos?

Reacciona con una sonrisa que me resulta de lo más inapropiada para este momento. Se vuelve a tumbar en la cama, pero esta vez lo hace a mi lado, apoyando un codo en el colchón y eso me irrita. ¿Por qué no continúa donde lo hemos dejado?

—No me voy a acostar contigo —dice pellizcándome la nariz como si fuese una niña pequeña a la que le dicen que no le van a dar caramelos.

Su actitud hace que algo se rompa en mi interior. No soy capaz de aguantar más rechazos, esta noche he rebasado mi límite. Esa frase que acaba de decirme me ha desgarrado por dentro y me ha hecho entender una realidad aplastante. Ni siquiera para el estúpido de Tyler soy lo suficientemente buena. Igual Samantha tenía razón y soy una fracasada. Una mediocre.

Fuera de mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora