48. París - Conexión especial

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Siempre aviso

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Siempre aviso... 🔥+18.🔥

Os recomiendo que este capítulo sea únicamente leído por lectores que no les moleste este tipo de contenido, pero en caso de no leerlo, no os saltéis el final para seguir la trama.

Quiero sentirte mía... desde tus silencios, hasta tus gemidos.

Se nos ha ido la cabeza por completo... si alguno de los dos tenía todavía un ápice de cordura, el amor se había encargado de ahogarla y hacerla desaparecer como un conejo en la chistera de un mago.

Salimos del local, con nuestros pequeños y recientes tatuajes, ignorando que un tatuaje es algo semipermanente. Sí, ya sé, hay tratamientos de láser para eliminarlos, pero de algún modo, siempre he pensado que un tatuaje no es algo tan fácil de quitar. No es como un tinte de pelo que, si te aburre el color o simplemente ya no te gusta, siempre tiene solución pidiendo cita en tu peluquería y en un par de horas queda solucionado el problema.

Tyler se ha tatuado la pequeña frase en la parte interior del brazo y yo... me lo he tatuado entre la ingle y la cadera, allí donde no se ve. Realmente es un tatuaje muy pequeño, pero paso de tener que darle explicaciones a mi padre, así que he buscado un sitio donde sólo lo pueda ver yo y a quien a mí me apetezca como, por ejemplo, Tyler. Será algo íntimo y reservado únicamente para él.

Nos vamos a cenar a un restaurante cercano a la zona en la que nos encontramos y tengo que decir que no sé qué le echan al vino aquí, pero con media botella que bebemos durante la cena, volvemos al hotel bastante alegres y cantando completamente desafinados.

Tyler resopla intentando sacar de su bolsillo la llave de la puerta de nuestra habitación, mientras que yo disimulo una carcajada y me apoyo con una mano sobre la puerta número 105, la nuestra, para no acabar con los dientes en el suelo porque ahora mismo todo me da más vueltas que una peonza. Mi querido hermanastro encuentra al fin la llave magnética, la pasa por el sistema de cierra automático, la puerta se abre de golpe y yo, que estoy apoyada sobre la puerta, pierdo el equilibrio buscando desesperadamente donde agarrarme. Él trata de sujetarme de los brazos, pero nuestros pies se enredan con torpeza y los dos acabamos en el suelo muertos de la risa, con nuestros cuerpos dentro de la habitación y las piernas en el pasillo del hotel. Tengo a Tyler encima de mí y estamos formando un pequeño escándalo con nuestras risas, pero no nos importa. Supongo que el alcohol tiene parte de culpa.

—¡Dios, Tyler! ¡Cómo pesas! —protesto, intentando respirar bajo el peso de su cuerpo que me oprime contra el suelo.

—Perdona, amor —responde, apoyando las rodillas a cada lado de mis caderas y liberándome de la presión de su pecho sobre el mío, pero en ningún momento se levanta del todo.

Trago saliva cuando veo el deseo explícito en su mirada. Tiene los ojos más bonitos que he visto en mi vida. Son grandes, expresivos, profundos y brillantes. He cruzado millones de miradas con este par de ojos verdes desde que nos conocimos, desde que sólo éramos dos niños pequeños. Han sido miradas de odio, de enfado, de rabia, de sorpresa, de burla, de autosuficiencia y hasta miradas anegadas en lágrimas cuando me rompía los juguetes, miradas de desprecio cuando no lograba vengarme de él o miradas de recelo cuando tramaba alguna de las suyas, pero aún no me he acostumbrado a ver esta mirada, esta en concreto, una mirada de deseo, de amor, de necesidad, que lleva mi nombre grabada y proyecta un sentimiento imposible de describir con palabras. Él, el chico al que casi odiaba... amándome.

Fuera de mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora