26. Una noche distinta l

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Nos ha llevado más de hora y media limpiar todo el desastre de la cocina

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Nos ha llevado más de hora y media limpiar todo el desastre de la cocina. Había harina por todas partes y quitarla de todos los recovecos has sido casi una misión imposible.

Después de dejarlo todo más o menos decente, decidimos irnos cada uno a su cuarto de baño a asearse. Me miro en el espejo y mi reflejo me causa gracia. Parezco un fantasma, con el pelo completamente enharinado y alborotado, la piel blanquecina y con pegotes de comida; tengo la ropa literalmente para tirar a la basura. Me lavo el pelo aclarándolo con abundante agua y me cambio de ropa, clocándome un chándal cómodo y unas deportivas blancas, total ya no vamos a salir de casa.

Cuando bajo a la cocina, compruebo que Tyler aún no está por aquí, así que decido revisar la nevera en busca de algo que podamos cenar, pues nos hemos dedicado a jugar con lo que iba a ser nuestra cena. Lamentablemente lo único que encuentro son yogures, agua y unos limones un tanto rancios. Genial, tendremos que llamar para que nos traigan una pizza porque no queda ni un huevo que podamos freír. Cierro la nevera y abro un armario, pero sólo encuentro crema de cacahuete, azúcar y galletas de avena. Decido sacar el tarro con la crema de cacahuete y cuando cierro el armario, me llevo un buen susto al descubrir a Tyler apoyado en la nevera. Me está observando con las manos en los bolsillos, los párpados caídos y los ojos verdes, oscuros y brillantes mirándome. Lleva puestos unos vaqueros rotos y un jersey blanco. Él siempre está perfecto, se ponga lo que se ponga. ¿Cómo lo hará? Paso por su lado con el tarro de crema de cacahuete, mientras trato de abrirlo con esfuerzo. Me pregunto por qué los cerrarán tan fuertes y con tanta seguridad. Sólo es crema, no oro líquido.

—Voy a encargar comida; ¿qué te apetece? —pregunto, y al fin consigo desenroscar la puñetera tapa del tarro

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—Voy a encargar comida; ¿qué te apetece? —pregunto, y al fin consigo desenroscar la puñetera tapa del tarro.

Tyler permanece callado y expectante. Tiene el ceño ligeramente fruncido y creo que está deseando ver cómo me como la crema de cacahuete, así que hundo mi dedo índice en frasco y saco una buena porción. Él, empieza a avanzar hacia mí y, con unos cuantos pasos largos y firmes, se planta justo delante de mí. No sé si llevarme la crema a la boca a o no, ahora ya no estoy tan segura. Acerco lentamente mi dedo a la comisura de mis labios, y sin apartar mis ojos de los suyos, separo los labios. Puedo sentir su aliento fresco y ligero sobre mi rostro, y cuando voy a introducir el dedo en mi boca, Tyler me detiene sujetando mi muñeca con firmeza.

Fuera de mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora