53. Rendirse

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Esto es ridículo

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Esto es ridículo. Mi padre me ha castigado a quedarme en mi habitación encerrada y sin salir hasta nueva orden. Con dieciocho años y todavía me sigue tratando como si tuviese cinco años y pudiese mantenerme aquí encerrada de por vida. ¿Hasta dónde cree que va a poder alargar esta situación? ¿De verdad cree que así va a conseguir que Tyler y yo no nos veamos?

Hace unos minutos ha venido Lia a traerme una bandeja con un sándwich para cenar, pero le he dicho que no tenía hambre y en parte es la verdad. También ha intentado conversar conmigo sobre lo sucedido, pero la he despachado lanzándole una mirada fría y poco amigable. No, no estoy de humor para chácharas. Además, estoy agotada por el viaje y por toda la angustia que he pasado.

Por la noche, me dirijo al equipo de música y me pongo canciones tristes para entonar el momento. Sí, me encanta regodearme en el drama. Me tumbo en la cama mientras la melodía suena y me pongo a pensar sobre cuál será el siguiente paso de mi vida con Tyler.  Me preocupa la actitud de mi padre. No parece que vaya a ponerme esto fácil y eso me inquieta. Son cosas en las que no pensé cuando inicié esta relación con Tyler y creo que él tampoco lo pensó. Supongo que no lo hicimos porque en el fondo sabíamos que no les iba a caer bien la noticia a nuestros padres y hasta en parte es lógico. No esperaba aplausos, pero tampoco esta reacción tan drásticas. ¿Qué se cree mi padre? ¿Que jamás me enamoraré? Yo creo que se esperaba que hubiese llegado virgen a los treinta.

Tras un rato dando vueltas en la cama y pensando, decido salir al tejado, pues seguramente Tyler esté ahí fuera. Ya puede el ogro de mi padre vigilar los pasillos, que siempre nos quedará el tejado.

Abro la ventana y cuando asomo la cabeza al exterior, me lo encuentro al otro lado, dándome la espalda. Hace un frío espantoso para estar aquí fuera, así que entierro mi barbilla en el cuello de mi jersey y trepo por la ventana hasta equilibrarme sobre las tejas que crujen bajo mis pies.

Tyler se gira al escuchar mis pasos y su expresión se vuelve triste, pero la oculta rápidamente. ¡Hum! Qué raro.

—Eh, hola —dice y esboza una sonrisa melancólica.

Me siento a su lado y me vuelvo para mirar al chico que ha puesto literalmente mi vida patas arriba y que ha sacudido mi corazón con la fuerza de un huracán. Sólo con tenerlo cerca, hace que recupere el ánimo.

—¿Cómo fue la conversación con tu madre? —pregunto preocupada—. La mía con mi padre ha ido fatal. ¿Te puedes creer que me ha amenazado con mandarte de nuevo a Michigan o mandarme lejos a mí? Incluso me dijo que sería capaz de separarse de Lia —resoplo con incredulidad acurrucando mi cuerpo junto al de Tyler, tratando de robarle algo de calor corporal.

Él sonríe, pero es una sonrisa débil, amarga y sin brillo. Detecto que algo va mal cuando analizo su postura encogida y sus brazos rodeando sus piernas flexionadas. Parece tenso y no me abraza como yo esperaba que hiciese, sino que estrecha aún más sus rodillas contra su pecho. Lo veo suspirar y me observa a través de sus preciosos ojos verdes que ahora lucen hundidos y apagados.

Fuera de mi caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora