Parte 2.

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Siento mariposas en el estómago cada vez que lo veo.

Les pregunto, ¿es normal sentir que todo tu mundo se estremece al ver a una persona que ni siquiera sabe que existentes?

Imagínenlo, una panorámica de él, caminando como en una película. Lentamente... Su cabello castaño, su tez pálida, sus radiantes ojos verdes y su sonrisa de comercial. Con destino a la clase de al lado con el profesor de inglés, Sebastiano. Conozco su horario de pies a cabeza. Sé el nombre de todos sus amigos, los más allegados, el de su novia y el de sus padres.

¡No me pregunten cómo lo sé! esas son cosas que se saben y ya.

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Mi primera clase del día era de biología. Entraba a toda prisa colgada del antebrazo de Melissa para elegir unos de los primeros asientos y aprovechar los cinco minutos que teníamos libres ante de que la profesora llegara. Entraba con un humor del demonio cada mañana y nos había separado de asientos para que no pudiéramos hablar durante la clase. La Sr. Olgat iniciaba con un ¡silencio! que nos erizaba la piel y nos enderezaba en nuestros lugares y después del silencio aplastante, un bla bla bla incesante inundada la sala.

«Mecanismo de acción de las hormonas» fue lo primero que dijo. Saco el enorme libro que llevaba a cuesta como un viejo lastre y lo colocó sobre el escritorio, nos echó su pesada mirada y luego de eso todas las palabras empezaron a dispersarse en mi cabeza. La clase de Biología duraba una hora exactamente. Después de eso esperaba a Melissa pacientemente a un lado de la puerta para poder salir justas y colgarme de su brazo como de costumbre. Al salir de clase nos quedábamos paradas junto a la puerta — como niñas buenas— esperando la siguiente clase, y mientras la hora llegaba texteamos hasta sacar humo de nuestros pulgares. Nos cansábamos rápido de estar de pie así que nos echábamos al suelo como el resto de nuestros compañeros.

Mensaje enviado a: Melissa.

[09:30 a.m.] Isabel: ¿Viste la estúpida falda que trajo Liseth?

Melissa solo visualizaba el mensaje y soltaba su indiscreta risa. Haciendo que todos voltearan. Iba evolucionando de risa molesta a carcajada de caballo. A veces la odiaba.

¡Háganse una idea de eso!

La mañana transcurría lentamente y sin novedades. Éste era nuestro último año en la secundaria y apenas nos quedaba tiempo para respirar entre tanta tarea. Álgebra era una pesadilla, biología una tortura. Verle la cara a los profesores era demasiado y aun así teníamos que lidiar con los proyectos finales.

¡Afff!

Tengo su número.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora