Parte 43.

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Puse lo ojos en blanco. Ella ya me conocía demasiado. Me quedé en silencio unos pocos segundos y luego me extendí como cascada. Empecé contándole lo menos importante tratando de zafarme de culpas y del "¿te lo dije o no te lo dije?". Me quedaba callada cada vez que Melissa tomaba su todo obstinado y respondía, "mantén la calma que aún no termino".

«La madre de Matías fue encantadora, después de haber cambiado repentinamente de opinión nos fuimos a la cocina, ella me pidió que me sentara estaba siendo muy amable, y yo no entendía por qué hasta que dijo que era la primera chica que llevaba a casa. Que debía ser importante, muy importante para él, pues ni siguiera le había hablado de alguien nunca. Matías solo hacia muecas complacientes para disfrazar su enojo por mi desplante»

Melissa me interrumpió — ¿Qué desplante? ¿De qué hablas? — me mordí el labio y pensé qué diablos decir.

Pues, pasó.

¿Qué cosa Isabel?

Mmmm...

Ya sabes Melissa.

Con que tienes valor para hacerlo y no para decirme lo que paso estaba enojada . Voy a tu casa.

Pero es tarde.

No me importa.

¿Qué más podía hacer? Me quede en la cama en posición fetal esperando escuchar la voz de mi madre para decirme que Melissa estaba en casa.

Cuando bajé las escaleras hasta quedar en el último escalo lo que vi no me gusto. Mi piel se erizo por completo. Sus ojos estaban clavados en mi como tratando de lavar mis pecados. Sonreí sínicamente, pero eso solo empeoro su humor.

— Buenas noches señora Adel — Melissa se dirigió a mi madre para luego acercarse a mí.

— Buenas noches Melissa — respondió mi madre volviendo a lo suyo.

La dos subimos hasta mi habitación, yo primero y ella detrás de mí, al entrar cerró la puerta con seguro y se plantó cruzada de brazos enfrente.

— ¡Ok!

— ¿Qué esperas que te diga? — me eche sobre la cama para cubrirme la cara son el antebrazo —. Creo que te estas ahogando en un vaso con agua.

Melissa entrecerró los ojos, pensé que en cualquier momento podría golpearme.

— Espero que el agua del vaso no te llegue hasta el cuello. También espero que no te encierres una semana en tu cuarto y empieces con tus problemas existenciales.

— Pero si estoy bien — dije mirándome los dedos — ¿por qué no puedes ser una amiga normal y solo preguntarme cómo fue?

— Porque ya sé cómo fue, y sé que ahorita te sientes bien, pero más tarde o mañana cuando estés aquí, en tu cama, sola, te vas a sentir muy vacía. Como si hubieras perdido una parte de ti.

Bien... Así fue cuando ella tuvo su primera vez, pero la verdad es que el tipo era una total mierda.

¿Y en que lo diferencia de Matías?

— Meli, calma. La verdad es que Matías fue muy dulce. Creo que a veces exageramos un poco las cosas, que nos llenamos la cabeza de expectativas y no dejamos que las cosas tomen su rumbo.

— ¡Uy, Sí! Cuánta madurez — termino por sentarse —. A ver, cuenta como fue todo.

Era la conversación más tonta y sin sentido que habíamos tenido. Le recalqué que luego de tener intimidad, me puse como loca sin razón alguna. Ella pensó que había sido muy estúpido de mi parte.

— Ni siquiera volteo a mirarme cuando me bajé del auto — dije abrazando la almohada —. Y cuando estaba a punto de irme, recibió una llama.

— ¿Y eso qué?

— Apago el celular.

— Ok. Eso sí está raro.

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