Tengo su número.

Parte 25.

— Gracias por haberme ayudado el otro día.

Él me miro como diciendo "solo por eso has venido".

— Ummm para eso estoy aquí.

— Necesito que me ayudes con algo — dije sin rodeos.

— ¿Sí? ¿Qué es?

Me quede cayada unos segundo, no encontraba las palabras adecuadas.

— Hay una canción, que solo he escuchado en una de mis películas favoritas, no tengo idea de cómo se llama...

— Y...

— A mi padre también le gustaba, casi tanto como a mí, él cumple tres años de fallecido el viernes de la otra semana y quiero un disco con esa canción, para hacerlo sonar en toda la casa ese día.

Matías me miro con un gesto serio y desconcertado.

¿A él qué podía importarle?

— ¿Al menos la letra?

Lo pensé un momento.

— Listen, baby...

« Ain't no mountain high
Ain't no vally low
Ain't no river wide enough, baby

If you need me, call me
No matter where you are
No matter how far
Just call my name
I'll be there in a hurry
You don't have to worry»

— Ain't No Mountain High Enough — dijo casi de inmediato —. Marvin Gaye ft. Tammi Terrell, fue publicada el 20 de abril de 1967. Tienes una voz muy hermosa.

En ese momento todo mi mundo se estremeció.

— ¿Así de bonito cantas tus canciones de Bieber? — Matías ladeo el mostrador para acercarse un poco —. Dame un minuto, voy al almacén en la parte trasera,  ¿puedes quedarte detrás de la barra?

— ¿Qué? no, no...

— Solo será un momento, si alguien entra, me llamas ¿ok?

Afirme con la cabeza y lo vi perderse detrás de la puerta.

Matías regreso unos minutos después traía algo en la mano que no logre distinguir de momento.

— ¿Qué es?

— Un Cassette — dio la vuelta y se colocó detrás del mostrador justo a mi lado —. ¿Habías vistos uno de estos antes?

Sostuvo el cassette de manera que yo pudiera ver las cintas de color marrón dentro de él. Mi piel se estaba quemando al estar tan cerca de la suya, aspire profundo su olor, me enloqueció totalmente su perfume; estaba ligado con el aroma de un cigarrillo. Sus hombros quedaban a la altura de mi nariz, sí, soy bajita. Lo único que podía hacer era mirarlo de reojo y hacer un enorme esfuerzo por no babearme.

— Como de seguro no tienes un equipo para reproducirlo, quemare la música en tu reproductor — extendió la mano pero no entendía por qué —. Pero igual quiero que te quedes con este Cassette. Dame tu reproductor.

— ¿Por qué?— pregunte tontamente.

— Para poner allí la música — puso los ojos en blanco —. Te lo regreso mañana en clases.

¿En clases? pensé que era una perfecta idea, y aunque quería pasar el resto de la tarde solo mirándolo recordé que había salido de mi casa sin mi celular y sin avisar.

Me despedí de Matias de la manera más simple, no era su amigas así que me deje de tonterías, y salí de allí antes de que pudiera empezar a hacer el ridículo.