Tengo su número.

Parte 21.

Hal era todo un personaje, pero de mal gusto, se creía toda una influencia, si no estaba llamando la atención no era feliz. Mis ojos quedaron en blanco y hundí mi rostro en mis manos, así la clase no pasaría rápido.

El profesor volvió a exigir silencio.

Al terminar la clases todos salimos como si fuera la última, fui casi la primera en salir, trataba de escabullirme de las garras de Melissa y su sed de información. Me fui al baño de las chicas y me senté en la tapa del escusado, solo quería que se acumulara su curiosidad.

Mensaje: Meli :)

[09:11 a.m.] Melissa: ¿Dónde estas zorrita?

[09:12 a.m.] Isabel: Con mi amor.

[09:12 a.m.] Melissa: ¿Quéeeeee?

[09:12 a.m.] Isabel: jajaja es broma.

Salí del baño muerta de risa y ella estaba junto al lavamanos.

— Ahora sí, cuéntame ¿qué fue lo que paso?

— Me fui a su trabajo fingiendo querer comprar unos discos y pase casi toda la tarde charlando con él — dije rápidamente y sin rodeos —. ¡Fue tan perfecto!

— Ya veo, ¿Entre todo tu nidito de corazones te enteraste que Matias ya no sale con sus amigos?

— ¿Y eso?

— Su noviecita le pegaba cuernos con uno de ellos y los otros lo sabía.

— ¡Malditos!

— Total, eso no se hace.

— Yo lo note bastante tranquilo ese día.

— Bueno ya sabes que no está bien, ahora es un lobo solitario, aprovecha el momento.

Melissa la doctora corazones estaba atacando.

— Ummm y sabes qué otra cosa sé — hice una pausa para ver su reacción.

— ¿Qué?

— Que salías con uno de sus amigos — reí —. ¿Cuál de ellos traidores fue? ¿Con quién salías?

Melissa de pronto se puso pálida, pero la había atrapado, no podía negarlo.

— ¿De qué hablas?

— No lo niegue, solo no te molestes el día que no te cuente nada de mí.

Melissa puso los ojos en blanco y me dio la espalda para largarse, la sujete del brazo y empecé a reír como loca. Ella acostumbraba a enojarse por todo muy rápidamente. Las dos salimos del baño con dirección a la clase de Educación Física, ambas ya teníamos el uniforme. Melissa tenia tanto trasero que por donde pasábamos todos nos miraban, a mí, bueno a mí me miraban porque en vez de senos me crecían cosas parecidas a melones.

— Odio a estos babosos — dijo Melissa en voz baja.

— Créeme, yo también.

Al llegar a salón de gimnasia solo estaba el equipo de voleibol y la profesora Abigaíl. Todas voltearon a vernos, hasta la profesora.

— Ustedes tiene clase en campo abierto hoy, con Erik.

Ok, siempre en las nubes.

Salimos de allí corriendo tomadas de la mano. Cuando salimos la luz solar casi nos deja ciegas, los chicos estaba divididos en dos grupos; femeninos y masculinos. Al parecer tendríamos un partido, nos fuimos hasta el lado de las chicas y allí nos quedamos hasta que el profesor empezó a dar las reglas.

***

— Maldito Erik — dijo Melissa con la lengua afuera, de tanto cansancio.

Todas estábamos desaliñadas y sudadas, cada una fue ocupando las duchas, Meli fue la última, su humor era de perros.

Eran casi las once, solo quedaba la clase de media hora con Laura y luego de eso el almuerzo. Estaba súper ansiosa por ir a la cafetería para poder encontrarme con Matías, aunque me daba mucha curiosidad saber con quién estaría sentado, pues siempre se sentaba con su manada de falsos.   

Últimamente todo me causaba mucha ansiedad.