Parte 44.

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Al día siguiente supuse que Matías había pensado que darme mi tiempo sería lo más sensato, pero no lo vi en toda la mañana, ni siguiera al salir de clases. Le deje un par de mensajes y lo llame dos veces, pero, no atendió. No quise comentarle nada a Melissa, pues supe que haría un drama. Me despedí de ella en cuanto su padre fue a buscarla y en lugar de irme a mi casa tomé un bus que me dejaría en el centro.

Me puse los auriculares he hice sonar las canciones que Matías había grabado para mí. El bus no tardó mucho en llegar así que caminé lo más rápido que pude hasta la tienda de discos, al entrar lo primero que vi fueron sus ojos, fijados en quien entraba por la puerta. Su mirada cambio cuando me vio, su mueca era de disgusto. El estómago se me revolvió, pero de igual manera me acerqué a él, se sentía como el primer día que fui hasta allí para verlo. Bajo la cabeza evitando mirarme.

— Hola — dije mordiendo mi labio inferior.

— ¿Qué haces aquí? — pregunto secamente.

— Necesitaba hablarte.

— ¿De? — arqueo una ceja.

— No te hagas el tonto.

— Si quieres paso por tu casa en cuanto salga de aquí.

Eso me desconcertó un poco.

— Bien... Llámame entonces.

Di la vuelta y me alejé sin decir nada más. Tome el bus que me dejaba cerca de mi casa he intente no pensar cosas estúpidas en el camino como por ejemplo ¿por qué Matías me pidió que fuera?

Mi madre no estaba en la casa así que la llame para avisarle que había llegado, y más que todo la llame para saber a qué hora regresaba, así sabría cuándo debía irse Matías. Me fui directo a la cocina para prepararme algo de comer, estaba hambrienta y llena de ansiedad. Mientras me llevaba una cuchara de cereal a la boca paso por mi mente el momento en el que Matías me llevo a su habitación, todo empezó a reproducirse como una película; primero sus besos, luego sus caricias, su olor y el momento en que empezó a desvestirme. Allí pare. Me fui hasta la sala de estar, encendí la tv y esperé pacientemente la llamada de Matías. Me recosté un poco hasta el punto en que casi me quedo dormida pero mi celular sonó.

Casi me caigo cuando intente tomarlo de la mesa.

Llamada de Matías:

El señor Kenneth me dio el resto de la tarde libre, voy a tu casa — dijo en cuando atendí la llamada.

Te espero afuera.

¿Estás sola?

— ¡Sí! — afirme para luego colgar.

Como le había dicho lo espere afuera, mi cara se ilumino al ver su auto acercarse. Empezó a subir la ventanilla y se bajó. Mi piel se erizo y pude sentir como se enrojecían mis mejillas. Hubiera jurado que nuestra conversación no iba a mejorar su actitud conmigo, pero la verdad es que no hizo falta tener "discusión" basto con tomarme entre sus brazos y atrapar mis labios con los suyos.

— ¡No he dejado de pensar en ti! — rodeo mi rostro con ambas manos y se quedó muy cerca de mí.

Podía sentir su respiración agitada después del beso. Estaba frenético. Tenía las pupilas dilatadas y la voz inquieta.

— Sé que no he debido tomar esa actitud contigo.

— ¡Tranquilo! — volví a besarlo —. ¿Quieres pasar?

Él afirmo con la cabeza y lo tome de la mano para arrastrarlo a la casa. El pasillo hacia las escaleras estaba a oscuras y en vez de dejarlo mirar mi casa lo hice subir las escaleras, quería llevarlo a mi habitación, no sabía si era una decisión sensata pero no me importo pensarlo ni un segundo. Cerré la puerta detrás de nosotros y me acerqué hasta respirar el aire que él exhala, mis nervios no estaban por toda la habitación, empecé a besarlo de manera que creo haberlo asustado un poco. Él se separó de mí y lo oí preguntar "¿estás segura?", pero yo estaba segura desde que lo había ido a buscar a la tienda. Le quiete la camisa y admire su piel solo un momento, sonreí y él me devolvió el gesto aún más atrevido. Me tomo de los muslos para cargarme hasta dejar mi rostro a la altura del suyo.

— ¡Me encantas! — dijo casi sin aire —. Y no sé cómo me ha pasado, pero quiero que te quedes cerca de mí.


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