Parte 29.

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— ¿Como que tienes su número? — su cara era un poema, tenía la boca cubierta con las dos manos de tanta sorpresa.

Le acerque mi celular.

— Míralo tú misma.

— Éste puede ser el número de cualquiera, solo quieres jugar conmigo — añadió. Tenía los ojos amplios como platos.

— Cree lo que quieras — dije llena de satisfacción.

Estaba parada de brazos cruzados en frente de ella, las dos estábamos en el saló y el profesor nada que llegaba. 

***

Melissa me miraba incrédula aun después de haberle pedido a su padre que me dejara en mi casa, él acepto de buena manera. Al bajarme del auto ella grito "necesito pruebas", me contuve de mostrarle mi dedo de manera obscena y entre a la casa sin mirar atrás.

Lucas estaba sentado en el sofá con Elisa, su novia desde hace cinco años, era la pareja de enamorados casi perfecta. Admito que los admiraba. Los salude a los dos y seguí mi camino hasta mi habitación, me saque los zapatos y el suéter para echarme en el asiento del escritorio. Encendí mi laptop y saque mis cuadernos para adelantar algunas tareas, pero no sin antes ir al baño para lavarme las manos y la cara.

Cuando saque los cuadernos se vino entre ellos mi reproductor, lo apreté tan fuerte que pensé que podría reproducir aquel momento en el que Matías me colocaba los auriculares. Me volvía a sentar, me coloque los auriculares y encendí el IPod, las nuevas canciones empezaron a reproducirse, mi corazón se aceleró, no dejaba de morderme el labio inferior mientras lo imaginaba sonriendo. Coloque el IPod en la mesa y tome mi celular, busque entre mis contactos su número y visualice su foto de perfil. Era imposible dejar de ver sus intensos ojos verdes y su expresión de chico malo.

Me enloquecía. Me repetí al menos tres veces, tengo su número, tengo su número... Al fin tengo su número. Suspiraba como tonta has que vi el "en línea" me sobre salte tanto que abandone su perfil y puse el celular en la mesa como si él me estuviera mirando. Me aleje de la mesa.

Mierda.

La voz de mi madre al otro lado de la puerta casi me mata del susto — ¿estas allí? —pregunto. A lo que le respondí con un grito;

— ¡Sí mamá!

— Baja cuando puedas.

Cuando deje de escuchar sus pasos en el pasillo me levante de la silla y salí de mi habitación, descalza y sólo con una playera que me llegaba hasta las rodillas.

— ¿Cómo estas? — le pregunte en cuanto la conseguí en la cocina. Estaba charlando con Elisa y Lucas.

— Bien nena, prepare algo para merendar.

— ¿Puedo comer en mi habitación?

Mi madre se giró, tenía los ojos entrecerrados — ¿Y cuando no lo haces? — tome el plato y salí de allí como perro regañado. Tenía la costumbre de comer mientras caminaba, para cuando ya había llegado a mi habitación no tenía nada en el plato, y éste se quedaba allí al menos por tres días cuando mi mamá se endemoniaba y me reclamaba por tanto descuido. Me senté una vez más, aparte los cuadernos y puse el plato con las migajas en la mesa. Mi celular se ilumino.

Tuve un miní desmayo.

Mensaje de: Matías.

[05:03 p.m.] Matías: Selenator, ¿Estas allí?

Ahhh, grite y empecé a saltar por toda mi habitación. Dude en responder...

¿Respondo?

Claro que sí estúpida.

Tengo su número.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora