Parte 26.

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Mi madre estaba parada en la puerta, en cuanto me vio dio media vuelta y entro a casa. Su cara era típica de cuando estaba de mal humor.

Se sentía taan agradable ver la cara que hacia mi madre cuando me veía.

Suspire dejando escapara todas mis ganas de vivir. Cuando estuve adentro me fui directo a la cocina.

— Hola ma.

— ¿Cómo estas Isabel?

— ¡Bien! — respondí secamente.

— ¿Tus compañeros vinieron a casa? — mi madre estaba de espaldas hacia mi mientras preparaba algo de comer.

— No, ¿estás bien Adela?

— Sí. Pero ya te he dicho que por favor, avises donde estas. Sé que te dije que estaría aquí temprano, y no fue así, pero no te imaginas lo que siento cuando llego a casa y no estas. Pienso que te pudo haber ocurrido algo.

— Lo sé ma...

— Isabel yo no me la paso jugando, cuando no estoy es porque realmente estoy ocupada.

— ¡Lo siento! — dije bajando la cabeza mientras jugaba con mis dedos.

Eso me había hecho sentir como la peor hija del mundo.

Lucas entro en la cocina, miro a mi madre y luego a mí, de nuevo a mi madre.

— ¿Ustedes dos están en plan de pelea? — pregunto apuntándonos con el dedo índice.

— No, solo hablamos hijo.

Lucas se sentó a mi lado en la isla de la cocina y nuestra madre nos sirvió la comida para luego sentarse. Hace mucho no nos sentábamos juntos a comer, cuando no era yo la que estaba disgustada con mamá era Lucas, pero esa noche era diferente, charlamos aun después de haber terminado de cenar y nos fuimos juntos a ver televisión.

Era uno de esos raros días en los que mamá no tenía trabajos que terminar en casa.

***

El despertador sonó a la misma hora de siempre, me levante como zombie, camine hacia el baño y me quite toda la ropa dejándola botada en el suelo. Me metí a la ducha y deje caer el agua por un largo rato hasta que me puse como pasa y decidí salir. Tome una toalla para cercarme y otra para envolver mi cabello.

Me detuve en frente al espejo y me mire fijamente. La mañana se sentía como si mi vida acabara de empezar y hubiera sido puesta allí con un propósito específico. Termine de salir del baño, tome los primeros jeans que vi, mi sudadera favorita y mis tenis negros.

Baje las escaleras y me encontré con mi madre, ella estaba igual que yo, alistándose para salir de casa.

— ¿Me llevas?

— Sí, pero date prisa.

Tome mi mochila, metí todos mis cachivaches y me fui detrás de mi madre.

— ¿Reunión de trabajo importante? — le pregunte mientras me subía al auto, en vista de que iba muy arreglada.

— Sí... Y voy muy tarde — dijo con un tono preocupado.

— Si quieres puedo tomar el bus.

— No nena, tranquila.

Me acomode en el asiento y tome la mochila de debajo del asiento para ponerla en mis piernas. Busque mi reproductor en el bolsillo más pequeño y en mi chaqueta, pero no lo encontré.

— ¿Has visto mi Ipod, mamá?

— No Isabel — respondió de mala gana.

La mire de reojo y me hundí en el asiento. Tome mi celular, mis auriculares de repuesto y lo deje sonar de manera aleatoria. Odiaba escuchar música desde mi celular porque eso lo hacía quedarse sin batería. La secundaria estaba a veinte minutos en auto. Mi madre me dejo enfrente, no solíamos ser muy cariño así que solo se fue dándome una sonrisa. 

Tengo su número.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora