Parte 9.

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Justo a las doce de la noche cuando me encontraba dando saltos por toda la habitación recibí una llamada de mi madre.

Llamada de Adelaida:

¿Se puede saber dónde diablos estas?

¿Qué te pasa, estás loca? Baja la voz.

¡¿Loca?! ¿Dónde estás?

En casa de Melissa.

Mañana hablamos.

De mi madre podía esperar lo peor, pero era ella quien todo el tiempo me dejaba sola. Mel intentó calmarme diciendo que me tomaría otra foto y la subiría. Si Matías volvía a darle Like, eso significaba que existía. Fue imposible no sonrojarme y aceptar la idea.

— Pero si no le da Like, por favor no te deprimas.

Una foto. Todo fue; sonríe menos, actúa con naturalidad, quita esos ojos de loca. Segunda foto — no la quiero, es horrible — balbuce. Estaba irritada. Despeine un poco mi cabello, nada servía. Era demasiado poser.

Me doy pena.

— Ya está, ésta es. Es perfecta — a Melissa le encantaba gritar.

Melissa posteo la foto sin mostrármela y se reía como demente al ver mi desesperación. Fingí estar muy enojada, me estire hasta el otro lado de la cama y le di la espalda, a ella ni le importaba. Estaba tan entretenida que ni siguiera le importo que me quedara dormida.

***

Miré la hora en el reloj, eran las nueve de la mañana, giré la cabeza y Melissa ya estaba despierta.

— Es sábado Melissa, duerme.

— Tienes que ver esto.

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MelissaE_BAR Creyéndome fotógrafa. Modelo @Isa_bel

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¡ahhh!

— Existo, existo. No soy invisible.

Empecé a saltar en la cama y Melissa lo hizo conmigo.

Últimamente todo en mi vida giraba en torno a ese chico. Lo admito, estaba flechada, locamente enamorada. Pero no me atrevía si quiera a mirarlo de frente.

— Tienes que hacer algo con esto.

— ¿A qué te refieres?

— ¿Quieres seguir siendo invisible?

La verdad es que no quería seguir siendo invisible, pero qué podía esperar de un chico que nunca me miraba y que ya tenía novia. Me quede pensativa.

Unos golpes sonaron en la puerta, era la madrastra de Melissa.

— El desayuno está listo.

— Mel, no puedo quedarme a desayunar. Mi madre debe estar furiosa — le susurré.

— Eso no importa. Bajaremos a desayunar y luego mi papá nos llevara. A demás, no te iras de aquí sin que nos demos un chapuzón en la piscina.

— ¡De acuerdo! — puse los ojos en blanco.

Entré al baño de la habitación, tomé una toalla de los cajones y un cepillo dental que aún estaba en su empaque. Me deshice de la ropa rápidamente y me metí a la ducha. Mientras tomaba el baño también me cepillaba. Melissa me conocía tanto que la escuche gritar — no orines en la ducha, eso no es higiénico — pero ya era tarde. Salí de la ducha y empecé a secarme. De repente sentí un escalofrío, imágenes de mi madre venían a mi cabeza, me daba un poco de ansiedad al saber que tendría problemas al llegar a casa.

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