Parte 49.

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Sus palabras seguían dando vueltas en mi cabeza como un remolino. Al salir de clase me dirigí al pasillo <<ojalá no me lo encuentre — pensé>> no sabía cual seria mi reacción. Ni siguiera quería encontrarme a Melissa, porque me vería obligada a contarle todo, y empezaría a juzgarme en vez de apoyarme. Podía escucharla diciendo <<Te lo dije>> y era lo menos que quería.

Primero debía averiguar qué había entre Matías y Milena, porque era evidente que algo había entre ellos.

Caminé hacia la salida casi a escondida cuando de pronto el sonido de mi celular me saco de mis cabales, lo atendí de mala manera sin notar que el nombre que aparecía en la pantalla era el de mi madre. Disminuí mi tono obstinado debido a la dureza en su voz. Solo dijo que pasaría a buscarme, que había cosas importantes de las que hablar. No hice ninguna pregunta, solo asentí como si pudiera verme y me acerque a la entrada, donde mi madre no tardo mucho en pasar.

<<Estoy en problemas>> fue lo primero que llegó a mi mente cuando vi la cara de mi madre. Abrió la puerta del auto y me subí sin decir nada, justo hasta que llegamos a casa.

Cuando bajamos del auto sentí un temblor repentino, que subía desde mis pies y se iba colando por mi columna. Me retorcí un poco. Sentí miles de pinchazos de abejas en las palmas de las manos de modo que las frote con mis muslos. Mama abrió la puerta y yo pasé detrás de ella. Se giro para encararme.

— ¿Tienes algo importante que decirme antes de que empiece? — dijo mientras se quitaba el abrigo.

— ¡No! — aseguré.

Ella sacudió la cabeza — ¡Qué tonta! — dijo con una sonrisa de decepción —. Si te lo preguntó, es porque ya sé lo que pasa. Solo quería darte una oportunidad.

— ¿De qué hablas mamá? — Mi nivel de nerviosismo estaba al máximo.

— Del auto negro que estaba allá afuera, ayer y ésta mañana — Su gesto se endureció aún más —. De momento pensé que podría ser el auto de cualquiera, pues no tengo tiempo para estar pensando en los demás.

— Mamá yo...

Quise decir algo pero ella de inmediato me reprimió — ¡Ah! ¡Ah! Nada de eso, te di la oportunidad de decírmelo.

Mi estomago dio un giro. Entonces baje la cabeza para ver mis pies.

— La señora Martha, fue quien me advirtió de la presencia del auto, dijo que le parecía un tanto sospechoso hasta que te vio salir de casa ésta mañana con un muchacho.

Maldita Martha, ¡Vieja chismosa!

Mi madre se acerco a mi lo más que pudo, tomó mi barbilla bruscamente y me hizo levantar la mirada para quedar justo en la de ella.

— ¿Eso es lo que haces mientras yo no estoy? — ingirió. Su voz era como un siseo amenazante.

Los vellos de mis brazos y mi nuca se erizaron. No dije nada.

— Ya veo — respondió en mi lugar.

Soltó mi cara, se alejo un poco y dio la vuelta, estaba de espaldas hacia mi. La oí respirar con dificultad. Y como en cámara lenta vi su palma extendida moviéndose hacia mi a la velocidad de la luz, ¡Tas! El sonido fue seco. Mi mejilla palpitaba de dolor, creí que mi mandíbula estaba desprendida. Me llevé la mano hacia el rostro. El lugar donde su mano había reposado aun estaba caliente.

Mi boca estaba tan abierta que hubiera podido llegar al suelo. En ese momento Lucas entró en el salón de estar, miró a mi madre y luego a mí.

— ¿Qué sucede aquí? — quiso saber.

— No es tu asunto — agregó mi madre sin mirarlo.

Yo seguía con la mano en mi rostro, Lucas se dirigió a mi para preguntarme si estaba bien. Yo solo sacudí la cabeza para decir que sí. Lucas nos dejo sola.

— Dame tu celular, y las llaves de la casa — dijo extendiendo la mano.

— Pero mamá...

— ¿Caso no me has escuchado?

Saqué las llaves de mi bolso junto a mi celular. Pensé que eso era lo peor hasta que dijo:

— Mañana no iras a clases...

— Tengo exámenes — le interrumpí.

— Para los que no estudiaste, porque de seguro estabas muy "ocupada" — metió mi celular y las llaves a su bolso — . Te llevaré al médico mañana.

— ¿Qué?

Mi madre se giro y se fue hasta el pasillo, subió las escaleras para perderse en el corredor.

Subí corriendo a mi habitación, me la encontré saliendo, llevaba mi laptop y mi IPod.

<<No es justo — fue lo que pensé>> todo había ocurrido de manera inesperada.

— ¿Quien era?

— ¿Qué?

— El sujeto que metiste a la casa, Isabel.

Me negué a responderle, pasé por su lado, ella se giro y le cerré la puerta en la cara. La oí gritar desde afuera <<de todos modos lo sobre, recuerda que tengo tu teléfono celular>>.

Apoyé la espalda contra la puerta y me dejé caer hasta que mis nalgas tocaron el suelo.

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