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Narra Luna.

Me desperté cuando escuché el ruido de un celular. No sé a qué hora llegue anoche del boliche, pero seguro muy tarde y mi abuela debe estar molesta.

Seguí con los ojos cerrados, si me levantaba iba a recibir una cagada a pedo de mi abuela.

Me di vuelta en la cama y sentí a alguien alado mío, seguro Yamila se quedo a dormir conmigo.

El dolor en mi cabeza estaba presente al igual que el dolor en mis piernas y en mis partes íntimas, que raro. Sentí un brazo pasar por mi cintura y me reí, Yamila estaba despierta.

Abrí los ojos y no pude evitar saltar en la cama al ver que Yamila no estaba conmigo, sino un chico rubio.
Tampoco estaba en mi habitación.

Me enderece y las ganas de llorar vinieron a mi. ¿Que hacía un chico en mi cama sin remera?. No lo conocía, no recuerdo a verlo visto alguna vez en mi vida.

Era la primera vez que salía a un boliche y ya la había embarrado hasta el fondo.
Mire debajo de las sábanas y no pude contener las lágrimas. Solo tenia puesto un corpiño.

¿Qué pasó anoche?, ¿que tanto tome como para perder mi virginidad con alguien que no conocía?.

Me arrepiento tanto de a ver aceptado salir con las chicas, yo nunca salgo y a la primera que salgo me la mando.

Estaba llorando como boba hasta que sentí que el chico se empezó a mover y abrió los ojos.

Me miró y alzó una ceja.

—¿Quien sos?.— y llore aún más.—¿que te pasa?, ¿estás bien?.—el chico con el que perdí la virginidad no sabía mi nombre.

—Eu boluda, ¿estás bien?.—se quizo enderezar pero rápidamente volvió a su lugar al ver que no tenía nada puesto.

Él se empezó a reír de la nada.

—¿De que te reís?.—solté casi en grito.

—Nada, me da risa esta situación, nada más.—me sonrío.—¿por que lloras?-

—¿Tuvimos sexo?.—pegunte de la nada.

—Creo.—dijo así no mas.

Y volví a llorar, otra vez.

—Me estás asustando, posta.—

—Ni siquiera te conozco y perdí la virginidad con vos.—dije entre sollozos.

—¿Posta eras virgen?.—su cara cambio de la nada.

—Si.—limpie con mis manos mi cara.

—Uh boluda.— se tapo la cara.—perdón yo.—el no sabía que decir.—Tome banda anoche, te juro no me acuerdo de nada, perdón.—dijo mientras me miraba.

Solo asentí, no le podía echar toda la culpa a él, después de todo yo igual me pase tomando.

—No es tu culpa.—Sorbí mi nariz.—Yo tome mucho, era la primera vez que salía.—

—Me siento re mal boluda.— se tapo la cara otra vez.

—Ya está.— baje mi mirada.—¿donde estamos?.—

—En mi casa.—me dio la espalda y empezo a buscar algo en el piso.
Era su pantalón, se los puso y se levantó de la cama.

—Toma.— me pasó una remera.—Si queres podes pasar a bañar o no se.— se rasco la cabeza.—Te juro boluda, no sé qué decir.—

—Me voy a bañar.—dije el asintió y se quedó ahí parado en la esquina de la cama. —Ándate así me puedo cambiar.—

—Aah bueno ahora me echan de mi propia pieza.—dijo mientras salía por la puerta.

Me levante de la cama y empecé a buscar la ropa de anoche. Encontré el vestido negro que había usado anoche y mi tanga.

Me metí al baño y comencé a darme una ducha.

Narra Paulo.

Salí de la pieza y fui hasta el comedor donde estaba Alan y Mauro.

—Boludo pensé que no te ibas a levantar mas.—Alan se rio.

Mire la hora en el celular y estaban por ser las 1 de la tarde.

—Boludo me mande tremenda cagada.—dije mientras me sentaba en la mesa con ellos.

—¿Que pasó?.—dijo Alan preocupado.

—Anoche me traje a una chica a dormir acá.—ellos se rieron.

—¿Y? Al menos vos tuviste suerte.—los dos se rieron.

—No boludo, me levante y la mina estaba llorando alado mío.—me tape la cara.—Era su primera vez.—

—Que pelotudo.—dijo Mauro.

—¿Cual es?, ¿la morocha de anoche?.—asentí.— chamullo gil, esa tiene más pinta de estar más abierta que puerta de hospital.— Mauro se empezó a reír.

—No es joda.—los mire mal.—la chica estába llorando posta, me siento re mal boludo.—En eso en lo que Alan estaba por hablar de la pieza salió la morocha con una remera negra mía y con su ropa en las manos. Tenía el pelo suelto, es hermosa.

Ella se quedo parada ahí, mirando a mis dos amigos.

—Hola.—dijo Alan.

Ella sonrió y me miró a mi.

-¿Me podes llamar un taxi, por favor.—se puso roja, un poco.

—Dale.— agarre el celular de Alan y llame al taxi.

Ella se quedó ahí parada y yo no la podía dejar de mirar.

—Sentate no vas a crecer más.—dijo Duki.
Ella se rio un poco y se sentó en la otra esquina de la mesa.

—¿Como te llamas?.—le pregunto Alan.

—Luna.— que lindo nombre, como ella.

—Yo me llamo Alan.—el silencio reinaba en la sala. Se notaba que ella estaba nerviosa y yo estaba muy incómodo. No sabía que decir ni qué hacer.

El sonido de una bocina de un auto hizo que ella se levantara.

—Ya llego.—me levante y fui hasta donde estaba ella.

—Chau.—saludó a los chicos.

Yo la acompañe hasta afuera.

—Perdón por llevarme tu remera es que no me quería poner el vestido.—dijo y otra vez se puso roja.

—No pasa nada.—ella me sonrío y se dio vuelta y por una extraña razón no quería que se fuera.

—Eu.—ella me miró.—¿me pasas tu número?.—

Ella lo dudo un poco.

—Bueno, dame tu celular.—le di mi celular y anoto su número.—Chau.—dijo y se dio vuelta.

¡Que linda mina boludo!.

Mía |Paulo Londra|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora