Capítulo 35

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 MIÉRCOLES 

5 pm 

23 HORAS RESTANTES.

Después de que Isaac volvió a contar su experiencia acerca del túnel sin inicio y sin final, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Tener que dar detalles específicos a Fernando, quien se lo exigía de vez en cuando, revivió su dolor y desesperación de aquella vez en la que creyó que no volvería a casa con su pequeña hermana.

Estaban todos callados: Isaac estaba recargado en un árbol delgado pero lo suficientemente rígido como para sostener su peso e Iván se colocó a su derecha. La expresión de Fernando no se podía descifrar, aunque Isaac sabía que la ira se encontraba en su mirada y podía entender por qué. Silvia en cambio parecía estar preocupada, justo lo que el muchacho quería evitar: angustia y miedo.

Iván no sabía cómo reaccionar: frente a él se encontraba un muchacho herido que acababa de confesar un secreto, uno que posiblemente habría sido bueno mencionar mucho antes. También estaba Silvia, la dulce enfermera con quien había convivido los últimos años y, Fernando. Fernando era quien daba las órdenes en el grupo al que pertenecía... antes de descubrir que había más sobrevivientes, y posiblemente gracias a él era que seguía con vida. Entonces: ¿Qué debía hacer? ¿Enfrentarse a Fer? ¿Intentar ser optimista? ¿Subirle la autoestima al muchacho herido?

- Bien, bien. No estés molesto, Fernando. Lo importante es que ahora lo sabemos y que podemos idear algo.

- No tienes derecho de replicarme nada. Tú también lo sabías, y no nos advertiste. Dime, ¿Cómo pretendes que no esté molesto si este niño- señaló a Isaac con odio- omite información valiosa para sobrevivir?

- Bueno en teoría ya no es un niño-. Corrigió Iván intentando desviar a Fer del tema.

- No me importa lo que sea. ¿Cómo esperas que confíe, Isaac?-. Se enfrentó al muchacho- ¿Cómo esperas que nos ayudemos si impides que tu lengua nos diga de los peligros de este maldito lugar? ¡Ya habías estado aquí! ¡Conocías los riesgos y aún así te atreviste a entrar!

- ¡Lo hice porque quiero ver a mi hermana una vez más!- se defendió Isaac gritando, con los ojos vidriosos.

Silvia, quien hasta el momento se mantuvo al margen, se acercó a Isaac. Le tomó la mano y la sintió fría, sin embargo no lo suficiente como para preocuparse.

- Y la verás-. Le aseguró- ya no importa cómo haya sido. Tenemos que seguir andando, darnos prisa. Quizás si pasamos rápido por el área que nos dices, pasemos desapercibidos y podamos salir sin que nos demos cuenta. Vamos.

- ¡Qué! No podemos hacer eso-. Se negó Fernando.

- ¿Por qué no? Hemos hecho cosas peores.

- Pero esto es muy diferente, Isaac apenas pudo salir vivo. No sabemos qué es lo que nos espera más adelante.

- Y no lo sabernos si seguimos perdiendo el tiempo. Si quieren mi opinión, yo seguiría el camino, podemos ser prevenidos: en cuanto alguien vea, escuche o sienta algo fuera de lo normal, avisa al resto para estar a la defensiva...

Mientras Silvia hablaba Isaac comenzó a calcular las posibilidades de lo que pasaría si seguían en la misma dirección, se desviaban, o regresaban para rodear. La última opción fue descartada inmediatamente, simplemente por la falta de tiempo. La segunda opción parecía la más razonable. Tendrían que desviarse cerca de 45° para evitar la parte del bosque dónde casi había muerto, no obstante, eso no les aseguraba nada. Cambiar la dirección era únicamente hacerlo a lo idiota porque no tenía ningún conocimiento de qué tantos kilómetros abarcaba el área peligrosa. Y bueno, la primera opción no tenía nada prudente, se trataba de seguir caminando sin saber qué esperar o cómo defenderse.

Si tú vas, yo tambiénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora