Era el Guardián de Escolapio, debía entregarle mi vida a Eralgia. Mi deber era protegerla a toda costa, y esa era mi gran oportunidad. Si algo me había demostrado Damon era lealtad y sabía que si esto salía bien le beneficiaría más que a mí, le interesaba. Mi padre intentó sacarme de mis pensamientos.
—Tendrás ganas de ir a celebrar la fiesta de la victoria contra Ketsyä, fue un logro magnifico. Todo el país habla de ti.
—¿Intentas cambiarme de tema? —Hizo una mueca, confirmando mi duda— Esto es serio. No es un capricho. Te lo digo como tu sucesora al cargo. Quiero un país libre de amenazas, y ahora que todavía puedo disfrutar de tu consejo, quiero aprovecharlo ¿Y si Axel te hace daño antes de pueda pararle los pies? —Entrecerró sus ojos, juzgando mi semblante.
—Ya veo por donde vas ¿Quieres un consejo de tu padre? Es la estupidez más grande que has propuesto desde que has llegado a Eralgia. No puedes confiar en todo lo que te ha prometido Damon, no sabes cuánto va a durar esta guerra y no tienes los recursos para iniciarla. A partir de aquí, pásate por el forro el consejo de tu padre. Lo acabarás haciendo de todos modos, sé que ya has tomado la decisión.
—Quiero ser un buen Guardián para Eralgia —repliqué.
—El único manual para ser Guardián es la experiencia, cosa de la que tú careces ¡Y al parecer también de sentido común! —Dio un golpe sobre la mesa y se sentó delante de mí. Bajé la mirada.
—Quiero proteger a mi país y tú solo me recuerdas que no tengo edad. Me viste con tus propios ojos luchando. Estabas orgulloso de mí ¿Qué ha pasado con ese orgullo? ¿Se lo ha comido el miedo?
—Me hice prometer a mí mismo que jamás dejaría que te hicieran daño, Eirel. Si a tu madre, e hijo de puta de Rasel le hizo lo que le hizo, puedo deducir que a ti también —Se me clavaron los latidos—. Como padre ya te he fallado demasiadas veces. No voy a dejar que hagas nada que pueda herirte de nuevo.
Había pasado.
Mi padre lo sabía, y a parecer desde hacía tiempo. Solo por deducción, o por las palabras de mi madre, que más daba ya, al final la verdad había llegado a él. Mi mayor vergüenza y horror, lo único que quería mantener escondido de él, y lo sabía.
De nada me había servido intentar esconder mi dolor durante esos tres meses. De nada había servido sufrir en silencio, llorar por las noches, vomitar de ansiedad... Todo cuanto yo había hecho pro mantener oculto del mundo, y sobre todo de él, ese puto desastre, había sido en vano.
Por lógica, también entendería el porqué de mi maldita cicatriz en la muñeca. Comprendería que había intentado quitarme la vida. Aunque ahora quisiese protegerme, llegaba tarde. Todo el dolor ya había sido provocado. Todo cuanto me había hecho ese monstruo ya no podía borrarse... Nadie me salvó de ello. Yo misma había superado el trauma. No era una niña ni siquiera una mujer violada, era fuerte, y si tenía que plantar cara a mi propio padre, lo haría.
—Rasel abusó de mí y nadie vino en mi ayuda —El dolor de ambos inundó el despacho—. Fue un puto infierno, pero estoy aquí. Viva y entera. Maté con su propia espada al monstruo que me hizo tanto daño. No necesito a nadie que me proteja, y si considero que el compromiso de Damon es fuerte, y viable, lo llevaré a cabo.
—Eirel, esto es arriesgado... Deberías...
—Seré cauta —le interrumpí—, mediré mis fuerzas y haré lo que tenga que hacer, pero, si la profecía es cierta, no es necesario un millón de hombres para terminar con Axel, es suficiente con una mujer. Puedes apoyarme o puedo pasar por encima de tus ordenes, tú mismo —Mi padre me miró y vi orgullo en su mirada, como si mis palabras le hubiesen removido algo interior.
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ERALGIA II, Los Demonios
FantasySEGUNDA PARTE Sabía que no podía salir ilesa de todo aquello, pero no esperaba tal masacre en mi alma. Y solo fue el principio. Entre todos los pedazos rotos de mi vidriera, yo descubrí que amaba las sombras entre los brillos. Todos tenemos sombras...