Pese a mis esfuerzos por centrarme, cada vez que mi cabeza se ponía a pensar en abrir esa puerta, rápidamente me venían a la mente todos los errores que me habían llevado a estar encerrada en esa ratonera... No podía dejar pensar en Arbenet, en cómo me sentía de vacía sin ella. No podía sacarme a mi madre de la cabeza, ni a Anna, ni a Arys... Y solo de pensar en Eathan mi corazón se encogía. Había fallado, y ese era mi castigo. Me froté el rostro y cerré los ojos.
De repente un dolor muy fuerte en la palma de mi mano me hizo poner alerta, al mirarme tenía un corte, estaba sangrando. Miré a mi alrededor y no vi nada, salvo en la segunda puerta, donde había sangre en ella. Me fijé en mi mano y no había nada, era una visión ¿Qué significaba eso? ¿Que algo me haría daño si abríamos esa puerta? Me levanté dejando a Damon apoyado en la pared. Dejé mi espada y el puñal al suelo y me acerqué de nuevo a la puerta ¿Qué había en su interior para que Axel lo tuviese ahí? ¿Un tesoro? ¿Algo de un valor incalculable? ¿Y si lo que había en su interior era malo? Me apoyé a la puerta y me asomé por la rendija, intentando mirar en el interior para advertir algo que me diera una pista de que escondía ese lugar.
Me dejé los ojos mirando al interior, pero había una oscuridad completa y aterradora ahí dentro. Agudicé mis sentidos, y sentí un leve movimiento del aire en el interior, el elemento me hablaba, me estaba diciendo que ahí dentro algo se movía, apenas, pero lo hacía. No había corrientes de aire, ni nada similar, tampoco había posibilidad de que fuera un roedor o algo así. Miré a Damon, estaba sudando... Me acerqué de nuevo a él y le acaricié el rostro. Estaba ardiendo, no tenía nada a mi alcance para poder enfriarle, le puse mi mano sobre la frente.
─Damon, necesitas que te cure, voy a sacar fuerzas de donde sea, mis heridas ya están mejor, creo que podré mejorarte mucho la puñalada ─no abría los ojos, apenas daba señales de estar consciente, le di u par de toques en la cara─ Eh, no me hagas esto ¿Me oyes? No puedes darte por vencido de este modo... ¡Damon! ─le sacudí ligeramente y cogió aire de golpe. Abrió lentamente los ojos. Le costaba respirar─ Por dios, no vuelvas a hacerme esto... ─le tumbé en el suelo y puse mis manos sobre su pecho.
Dejé fluir lentamente mi poder hacia él, eso normalmente funcionaba, y lo estaba haciendo, sus otras heridas iban cerrando poco a poco. Aumenté ligeramente el flujo de poder para sanar cuanto antes las heridas más graves y ahogó un grito de dolor. Le cogí con fuerza la mano y seguí. Sabía que dolía, muchísimo, pero no había otra forma de curarle, yo no era un demonio, no podía pasarle mi sangre como él lo hacía conmigo. Le levanté la camisa y comprobé que la herida de su pecho estaba reduciendo lentamente su tamaño, pero a mí se me agotaba la fuerza, yo también tenía veneno en mi cuerpo, y estaba notando sus efectos. Me senté a su lado y dejé de curarle. Le acaricié el pelo y rebufó.
─No deberías gastar tu energía en mí, Eirel. La herida de Marlën va a terminar conmigo si no salimos de aquí pronto, estas dejando pasar tu oportunidad de poder abrir esa puerta ─negué.
─Sin ti no voy a irme a ningún sitio, Damon. Deja que te ayude un poco ─le incorporé lentamente y le dejé apoyarse en mi hombro. Miré a la puerta y ladeé mi cabeza─ ¿Damon? ─respondió con un leve sonido─ ¿No tienes una mínima idea de que hay escondido tras esta puerta? Porque, si la abrimos para poder conseguir la llave, que está rota y resulta que hay algo malo ¿Qué haremos? ─Damon se encogió de hombros y rebufó.
─Siendo mi padre podría imaginarme cualquier cosa, algo bueno, algo malo, qué más da, Eirel. Tenemos que salir de aquí, me niego a verte morir en este sitio ─sonreí y le besé en la frente.
─Siento comunicártelo, pero estás peor tú, cielo... ─sonreímos agotados─ ¿Y si al abrir esa puerta desatamos el fin el mundo? ¿Qué haremos entonces? ─Damon me acarició la mano y negó.
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ERALGIA II, Los Demonios
FantasiSEGUNDA PARTE Sabía que no podía salir ilesa de todo aquello, pero no esperaba tal masacre en mi alma. Y solo fue el principio. Entre todos los pedazos rotos de mi vidriera, yo descubrí que amaba las sombras entre los brillos. Todos tenemos sombras...