Yarel estuvo un largo rato contándome como había pensado realizar los actos de celebración, con ofrendas de flores a los muertos, bailes, fiestas, parlamentos y alguna ceremonia algo más seria, pero todo pensando en hacer que la gente disfrutase del momento, y nosotros con ellos. Lo tenía todo planificado, como no.
Mi amigo estaba muy feliz, se veía tan animado e ilusionado que me contagiaba. Por un momento olvidé mis problemas y me centré en escucharlo, en mirarlo, en admirar su carisma y sus ganas de hacer las cosas bien. Era el mejor Rey del mundo, y lo supe desde el primer día en el que lo conocí. Arys abrió la puerta y se acercó a nosotros, se fundió en un abrazo con Yarel y luego iba a tirárseme encima, la detuve con mi mano en alto.
—No es que no quiera que me abraces, pero me está empezando a doler muchísimo, no es muy buena idea que me aprietes, lo siento —Negó y me besó en la mejilla. Se sentó junto a nosotros.
—¡Me alegro tanto de que estés con nosotros Yarel! ¡Es más, es el momento perfecto para deciros algo! —Yarel y yo cruzamos una mirada— ¡Estoy embarazada!
El corazón me salió del pecho. Me llevé las manos a la boca. Yarel ahogó un grito de alegría y se levantó de golpe de la cama. Arys también y se fundieron en un largo abrazo balanceándose. Deseé tanto unirme a eso. La miraba atónita, feliz, en estado de shock todavía asimilándolo, pero, me empezó a correr la felicidad por las venas.
—¡Que buena noticia! ¡Por dios! ¡Qué alegría! —Yarel voceaba como el que más. Como si fuera a ser él el padre. Reí. Mi amiga se separó de nuestro monarca y se plantó ante mí.
—Ahora quiero ese abrazo, ¡A tomar por culo la herida, ven aquí! —Nos fundimos en un abrazo, ella se dejó caer sobre mi cuerpo— ¡Estoy muy feliz! ¡Es maravilloso, Arys! ¿De cuánto estas? ¿Tienes nauseas o algo? —Ella se incorporó.
—¡No! Estoy genial, creo que es de poquito. Arbenet me dijo que lo miraría y resulta que sí, ¡Voy a ser mamá! Ahora voy a tener que acelerar la boda si no quiero que me coja en pleno embarazo —Asentí. Yarel abrazó a Arys de nuevo.
—Estoy muy feliz. Tú y Líomar vais a ser unos padres geniales para este bebé, pero, prométeme que a partir de ahora vas a ser mucho más cuidadosa, no te vas a meter en líos con nosotros, y vas a protegerte más —Arys asintió rendida.
—No, si ahora tenéis la excusa ideal para meterme en una vitrina —Se llevó las manos a la cintura—. Ni se os ocurra empezar una guerra sin mí, os reviento —Me señaló con el dedo—. Estás avisada —Ahogué una risotada.
—A sus órdenes, General —Ella sonrió con amplitud. Luego abatió sus hombros.
—Ya he hablado con Líomar de esto, y tenéis razón. Aunque me muera de ganas de luchar a vuestro lado contra el imbécil de Axel, intentaré frenarme un poco —Levanté una ceja—. Vale... no haré nada que nos ponga en peligro a mí o al bebé ¿Contentos? —Se cruzó de brazos— ya podría haberse esperado un poco más, pero bueno...
—Los niños vienen cuando vienen... —susurró Yarel— No deja de ser una noticia preciosa, y entre todos nos haremos cargo de vuestro retoño para que tú puedas hacer lo que quieras.
—Ya he avisado a Líomar, que se prepare —Hizo una mueca con maldad y nos reímos—. No le he dicho nada a Eathan todavía, Líomar quiere decírselo personalmente y le he dejado el honor a él, pero me he pedido a mis dos mejores amigos ¡Vais a ser los mejores tíos del mundo, lo sé de sobras! —Nos sonreímos los tres.
De repente Anna abrió la puerta junto a mi madre. La pequeña llevaba en sus brazos a su osito y al verme despierta se me acercó corriendo. Se me tiró encima y la abracé lo más fuerte que pude intentando no ponerme a gritar de dolor al sentir como mi herida se abría. La pequeña se sentó en medio de mis piernas de cara a mis amigos, apoyando su espalda en mi pecho. Le di un beso en su cabecita y apoyé sobre ella mi barbilla, con mi brazo sano la abracé y sentí su risa. Yare le hizo una mueca y la pequeña sonrió divertida.
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ERALGIA II, Los Demonios
FantasiSEGUNDA PARTE Sabía que no podía salir ilesa de todo aquello, pero no esperaba tal masacre en mi alma. Y solo fue el principio. Entre todos los pedazos rotos de mi vidriera, yo descubrí que amaba las sombras entre los brillos. Todos tenemos sombras...