A mí por un instante se me calentó la sangre. Yo por un segundo olvidé el dolor de mi brazo y quise levantarme de esa cama y arrodillarme yo ante él. Solo por el honor que desprendía, solo por la mirada que tenía, solo por ser Eathan... Por ser mi todo completo e infinito. Enfrié mi mente y sonreí.
—Gracias por hacer lo que te pedí. Sé que no era lo que tu querías hacer, sé que te hubieses quedado a mi lado luchando, pero no podía luchar si sabía que Anna, Arys o mi madre estaban en peligro y confío en ti. Eras la persona indicada para eso, ellas son lo más importante de mi vida... ¿Cómo está Anna?
—La he dejado con Arbenet, estaba asustada, pero está bien, es fuerte. Arys y Líomar están peinando todo el terreno por fuera, pero no hay nada, sentiríamos algo —Se relajó estirando sus piernas y apoyando sus brazos atrás—. Así que, salvo que hay un hacha gigante clavada en tu cama, todo ha vuelto a la normalidad —Reímos ligeramente e hice una mueca de dolor, se asustó.
—Tranquilo, es normal, no soy una cama, a mí me duelen un poco más los golpes ¿Sabes?
—Si te llega a alcanzar de lleno esa cosa... —Sus ojos se corrieron sobre la venda.
—Deberías descansar un poco, tienes mala cara... —Negó y se acercó un poco más. Lo suficiente como para sentir el perfume de su cuerpo.
—Cada vez que siento que te voy a perder... Me muero, te juro que algo dentro de mí se rompe en mil pedazos... —Deslicé mis nudillos sobre su mejilla.
—Estoy contigo. Estoy viva y tengo planes de estarlo durante mucho tiempo, así que no quiero que te preocupes tanto por mí. Sé cuidarme sola.
—Eso lo sé de sobras, pero no me tranquiliza en absoluto.
—He herido a esa tía. Ni siquiera ha podido atacarme, ha huido —A mi amigo le cambió la cara por completo—. ¿Ocurre algo? Dime que no es una exnovia tuya, porque me tiró por el balcón —Negó.
Suspiré, otra Iris no, por favor.
—Cuando vi las hachas me lo temí, pero me lo has confirmado... —Lo miré sin entender absolutamente nada— Le llaman Lemän, y su apodo es el de La Carnicera del Diablo. Solo ella usa este tipo de arma, es dura de pelar, dicen que es una Loëth a la que Axel adiestró para ser su perro de caza.
—Era demonio, de eso estoy segura —afirmé. Eathan suspiró rendido.
—Estoy empezando a creer que esta casa ya no es segura. Nos han atacado tres veces, con lo de tu madre, el monstruo que mandó Axel y esta tía, habría que buscar una ubicación nueva. Mi casa está vacía.
—No me iré de mi casa —gruñí—. Quieren meternos el miedo en el cuerpo y no lo conseguirán. Venceremos, y buscaremos el modo de protegernos, sea como sea —Eathan vaciló.
—Por ahora deberías descansar. Déjame que piense un modo de mantener esta casa segura antes de que la derrumben a hachazos sobre nuestras cabezas —Me sacó una sonrisa y se quedó mirándome atentamente, ladeando su cabeza— ¿Sabes que te quiero...?
—Me lo dices a menudo... —contesté con una sonrisa.
—Parece no ser lo suficiente —Carraspeó. Se irguió y se levantó de la cama—. Me voy a echar una mano a Líomar, sino luego me va a echar en cara que soy un vago. Nos vemos luego, cabezota.
Su sonrisa era preciosa... Se alejó estirando sus brazos. Justo en la puerta se cruzó con Edward. El brujo llevaba un brebaje humeante en sus manos, olía a calcetín usado. Lo dejó sobre la mesita de noche y acercó una silla a la cama. Suspiró y se quedó pensativo un segundo. Tras ese instante sacó de un diminuto portal el frasco que me había dado Arbenet de la caja de Kayen. Estuve tentada de salir corriendo, pero veinticinco puntos en el hombro lo complicaban.
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ERALGIA II, Los Demonios
FantasíaSEGUNDA PARTE Sabía que no podía salir ilesa de todo aquello, pero no esperaba tal masacre en mi alma. Y solo fue el principio. Entre todos los pedazos rotos de mi vidriera, yo descubrí que amaba las sombras entre los brillos. Todos tenemos sombras...