118. Poder

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Tres orcos que me doblaban el tamaño se acercaban por nuestra derecha, Damon estaba ocupado con un minotauro descomunal y Robert se encargaba de otros demonios menores con su arco y sus flechas. Me giré hacia esos monstruos y estiré mi cuello, que crujió un par de veces. Concentré mi poder en mis manos, tenía una idea, aplastarles. Dominar el aire también era dominar su densidad, así que literalmente les cargué encima cien veces su peso en aire, incluso el suelo hizo un ruido. Sentí como sus enormes huesos crujían como las hojas secas bajo mis botas.

Damon y Robert intercambiaron una mirada asustados. No iba a tener miramientos, Axel me había arrancado el corazón del pecho arrebatándome a Arbenet, a Kayen y a mi Padre, y no, no sentía absolutamente nada. Había desatado mi ira, mis demonios habían salido de paseo, y no habría suficiente inferno para que Axel se escondiera. Sabía que mi poder era mucho mayor, era más de lo que había estado probando con Damon en una playa. Era capaz de matar sin sacar mi espada de su funda, solo con un cruce de pupilas, a veces, ni eso. Solo necesitaba adversarios débiles, con un nivel de poder lo suficientemente bajo para no poder armar una barrera para ese tipo de manipulaciones.

Por unas escaleras aparecieron un batallón de soldados, todos ellos de apariencia andrógina, eran similares a los Loëth, pero más débiles, su piel era azulada, sus ojos completamente negros, y sus cabellos oscuros y largos. Había cuarenta y dos, lo supe cuando empecé a vaciar sus pulmones de aire. Absorber el oxígeno que les daba la vida, como si les absorbiera el alma. Cayeron al suelo ahogados en un minuto, había convertido sus pulmones en pasas. Damon enfundó su espada y se adelantó, le arrancó el corazón a un ciclope que se interpuso en nuestro camino y seguimos. Me sentí poderosa, eliminando a mi paso monstruos que triplicaban mi tamaño con solo mirarles.

De la nada apareció un hacha enorme, la carnicera del diablo, esa chica que me había atacado en mi casa. Damon dio un paso al frente y le aparté del medio. Esa era mía, era la chica que había ido a mi casa, la que me había envenenado. La joven se deslizó desde la oscuridad de una puerta hasta plantarse frente a mí, su hacha volvió por mi espalda, pude percibirla por el movimiento del aire, y la frené antes de que pudiera alcanzarme. Su arma cayó justo detrás de mí. Me fijé en sus ojos, estaba nerviosa, había visto de lo que era capaz. Sabía que esa vez la cosa no se quedaría con una herida, iba a matarla.

─Axel manda flores a tus muertos, y desea que la tierra les sea leve, Guardián ─sonrió con sarcasmo─ Pero, tranquila voy a mandarte con ellos pronto ─solté una risotada y retrocedió un par de pasos.

Empecé a sentir su sangre corriendo por sus venas, al igual que un torrente, que un rio con miles de afluentes... Le miré con compasión, matar un monstruo era medianamente fácil, no se asemejaban a los humanos, no reconocía en ellos a alguien como yo, ella era distinta... Con mirarle a los ojos tuve suficiente, su nariz empezó a sangrar, sus oídos, sus ojos, su boca... El hacha que le quedaba en la mano cayó al suelo, y ella se desplomó en un par de segundos. Bajé mi mirada y me mordí los labios, me sentí un monstruo.

Le había concentrado toda su sangre en el cerebro, haciéndole estallar todos y cada uno de sus torrentes sanguíneos, había desbordado el río... Si podía hacer esto, podía matar a cualquier ser vivo solo con mirarle y eso me transformaba en un monstruo igual de peligroso que Axel. Damon me miró atónito y se acercó a la joven rápidamente, cruzó otra mirada con Robert, y el chico me acarició el hombro. Me giré de golpe para no ver el cadáver de esa chica, era como yo, como Arys, otra chica más... Y yo no le había dado tiempo ni de despedirse del mundo. Rebufé, la maldita culpa...

El castillo estaba siendo bombardeado de forma constante, en algunos tramos debíamos utilizar nuestros poderes para poder seguir el camino normal, las bolas que lanzaban las catapultas desde el exterior de la muralla destrozarían el castillo en poco más de una hora, sepultándonos debajo. Axel estaría a salvo dentro de su jaula de Carbinium, pero nosotros no, y no me quedaban muchas más fuerzas como para abrir un túnel o algo similar.

Seguimos nuestro camino, bajando pisos de escaleras y amontonando cadáveres a nuestras espaldas. Estaba utilizando mi poder indiscriminadamente, y la herida que me había provocado Axel estaba abriéndose camino otra vez, intentaba mantener mi sangre a raya, como taponaría una cañería de agua con mi poder, pero eso no funcionaba, requería concentración y no podía mantenerla si tenía encima monstruos y demonios variopintos. Tras aumentar la presión en los pulmones de un minotauro y matarle me apoyé a una pared, respirando agitada. Damon se me acercó.

─Robert, cúbrenos ─el joven asintió y se mantuvo a la defensiva. Damon me levantó el rostro hacia él─ Estas abusando de tu poder, apenas nos dejas actuar, no tengo tiempo de abrir un portal que tú ya les revientas, deja que te ayudemos, juntos somos invencibles, tu sola te estás consumiendo ─recuperé el aliento mientras Damon me examinaba detenidamente.

─No tenemos tiempo, debemos llegar a la cámara cuanto antes, esto está lleno de monstruos, jamás terminaremos si seguimos así, y la barrera no aguantará, siguen bombardeando el castillo, van a tirárnoslo encima ─ahogué un quejido y me cogí con fuerza el estómago─ Hay que seguir ─Damon se cortó la mano y se puso su sangre en la boca, me dio un beso.

Su sangre inundó mi garganta, sentí como bajaba por mi esófago. Mi herida disminuyó su dolor. Nos quedamos pegados un instante, acariciando nuestros cuellos y nuestras mandíbulas, jugando con nuestros labios. Abrí lentamente los ojos y le vi frente a mí, con sus ojos cerrados, sonreí y nos separamos lentamente. Me retiró algo de sangre de la comisura de los labios y me levantó la camisa para cerciorarse de que la herida cerraba. Ladeó su cabeza y frunció el ceño, resopló.

─No se cura como debería, el cabrón habrá puesto veneno en su espada ¿Puedes aguantar? ─asentí─ Tu cuerpo va a poder contra él, pero deberías descansar, y dudo mucho que estés dispuesta a hacerlo ─negué repetidamente─ Te disminuirá el dolor, colócate detrás de mí y no te expongas ─asentí y me incorporé. Robert me sonrió con ternura y se acercó a mí.

─Eres increíble, Eirel ─nos sonreímos─ Me siento afortunado de haber podido conocerte por fin ─me acarició de nuevo el hombro fugazmente. Sentí que él deseaba tocarme, pero que tenía miedo, y era normal, había visto con sus propios ojos como hacía estallar las entrañas de un ejército de monstruos.

Seguimos descendiendo hasta las profundidades de ese maldito laberinto. El castillo era inmenso y circular por sus pasadizos era cada vez más difícil. El ejercito que había en el exterior de la barrera estaba dispuesto a convertir en polvo cada uno de los bloques que conformaban esa edificación, y a nosotros con ella. Cada impacto contra los muros retumbaba en mis huesos, toda la estructura se tambaleaba entera, apenas había tiempo. Fuera de esas paredes, en el patio de armas seguían mis amigos luchando contra una horda de monstruos y máquinas de guerra que hubiesen destruido en segundos ese maldito palacio de no ser por la barrera de los brujos.

Descendimos por un pasadizo estrecho, la humedad te calaba en los pulmones, dificultaba la respiración y cargaba. Los impactos se escuchaban mucho más lejanos, como si estuviésemos a varios metros bajo tierra. Ahí no había monstruos, al parecer habíamos agotado las existencias de Axel tras fulminar a unos trescientos entre sus pasadizos. Damon nos detuvo y nos pidió que caminásemos despacio con un gesto de mano. Desenfundó su espada lentamente y empezó a andar hacia una tenue luz que había al fondo del angosto pasillo.

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Disculpad por el tiempo sin escribir, estoy estudiando y apenas tengo tiempo de nada. Estamos en cuarentena, así que, mucho animo a todo el mundo, esto lo venceremos juntos. Gracias por seguir aquí, ¡espero aligerar un poquito la espera! 

Un abrazo muy, muy fuerte a todxs 

Laura Pujol :)

ERALGIA II, Los DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora